Anika entre libros

El niño con el pijama de rayas (juvenil)

Ficha realizada por: Joseph B Macgregor,Anika Lillo
El niño con el pijama de rayas (juvenil)

Título: El niño con el pijama de rayas (juvenil)
Título Original: (The Boy in the Striped Pyjamas, 2006)
Autor: John Boyne
Editorial: Salamandra


Copyright:

© John Boyne, 2006
© Ediciones Salamandra, 2007

Traducción: Gemma Rovira Ortega
Edición: 1ª Edición, Febrero 2007
ISBN: 9788498380798
Tapa: Blanda
Etiquetas: literatura juvenil novela dramática drama holocausto nazis nazismo Hitler campos de concentración Auschwitz crossover 14 años 15 años 16 años 17 años 18 años novela judíos
Nº de páginas: 219

Argumento:


Bruno, un niño de nueve años, vive con su madre y su hermana mayor en Berlín. Su padre es enviado por su jefe, "El Furias" a un nuevo destino. Tras un largo viaje en tren, llegan al un lejano lugar en el cual el padre desempeñará su nuevo trabajo. Bruno y su familia residen ahora una nueva casa, mucho más grande, pero también muy fea por lo que a Bruno no le gusta demasiado vivir en ese lugar. Apenas existen personas ni niños con los que jugar y echa mucho de menos a sus tres amigos Karl, Daniel y Martín. Su única distracción es mirar asomado a la ventana un extraño triste paisaje en el que aparecen alambradas, hasta un día en que un punto se convierte en una manchita que se convierte en un borrón que se convierte en una figura que se convierte en un niño que viste un feo pijama a rayas. 

 

Opinión:

 

Joseph B Macgregor

"El niño con el pijama de rayas" es una novela que me provoca sentimientos encontrados. Por un lado, me parece un acierto que esté siempre narrada desde el punto de vista del chaval ya que esto trasmite en todo momento bastante ternura, consiguiendo momentos divertidos y entrañables; por otro, pienso que está contada en un estilo claro, muy asequible; un libro de lectura agradable hasta un momento en concreto en pienso que el autor "se pasa tres pueblos". 

No me ha gustado nada el modo en como el autor resolvió la historia. Me he sentido indignado y realmente me parece excesivo. Es cierto que en ningún momento se cae en el morbo o en lo desagradable, que nunca se pierde el buen tono y supongo también que todo lo anterior esta enfocado hacia ese final, y que por lo tanto semejante resolución resulta coherente con el resto. Eso no lo discuto… pero ¿era necesario terminar la historia de ese modo?...

Como no soy amigo de destripar novelas, no seguiré dando detalles, pero a mí al menos esa manera de concluir la historia me pareció fuera de lugar y además me puso tremendamente triste. Demasiado amargo todo. Entiendo qué es lo que quiere decir el autor con semejante cosa (y perdonad que no me extienda más, por no dar más pistas), e incluso que es eso lo que desea: que como lectores experimentemos esa desazón, esa inquietud, ese sentimiento amargo… pero creo que Bruno merecía algo mejor y a mí al menos me ha decepcionado (indignado) semejante final.

 

Anika Lillo 

Contado con el mismo estilo de "Cuando Hitler robó el conejo rosa" de Judith Kerr, John Boyne no inventa nada que no se haya narrado, y sólo ha contado con la publicidad diseñada para crear expectación, algo que ha sido muy efectivo en cuanto a ventas. Pero en cuanto a mí, ha sido muy negativo.

El libro es tan previsible que esa expectación ha conseguido que la historia me deje fría. De haber sabido con anterioridad lo ocurrido, quizás lo habría leído dándole más importancia al fondo que a la historia que debía sorprenderme. Nada de lo sucedido me ha asombrado ni emocionado lo suficiente porque ya "lo sabía" sin que me lo contaran. La previsibilidad en un libro de estas características es mala, así que el autor sólo puede contar, en realidad, con el fondo, y si no es ahí donde ponemos nuestra atención, el libro se queda en menos de lo que en realidad es. Al menos en cierto tipo de lector, entre los que me encuentro, en los que la observación es un punto fuerte y la previsibilidad puede ser el detonante para que te defraude una gran historia.

Es un tipo de libro que me gusta, como fueron "Reencuentro" o "Paradero desconocido", libros cortos cuya historia poco importaba conocerla porque la sorpresa final sí era imprevisible en cierto modo porque los cambios se dan como migajas de pan, poquito a poco... Spoilers (no ocurre lo mismo en "El niño con el pijama a rayas", pues en cuanto Bruno habla de pasar al otro lado las neuronas ya te indican cómo va a acabar la historia, y si eres avispado, es sencillo descubrir cómo acabará el niño) Fin spoilers y además estaba el fondo, sencillo como éste, pero intenso.

Sinceramente creo que el marketing ha valido para las ventas, pero le ha hecho un flaco favor al libro. De no haber creado esa magnitud publicitaria, yo me habría metido más en la piel de los niños, y estoy segura de que habría llorado con ellos.

En otro orden de cosas, me ha parecido curioso que Hitler sea "El Furias" (El Führer) y Auschwitz sea Auchviz. Desconozco la intención con la que lo ha hecho John Boyne, quizás queriéndonos hacer ver que la historia está narrada casi bajo la perspectiva del pequeño Bruno, que jamás pronuncia bien el nombre de la ciudad (aunque me convence menos cuando se nombra a "El Furias" porque así lo llaman todos), o buscando ese juego de palabras que quizá ha pensado que es el ideal para esta historia. A saber...

Creo que muchos lectores deberían conocer ya de qué va "El niño con el pijama de rayas", como conocen de antemano de qué va "Diario" de Ana Frank, porque así vivirían con otra emoción la vida de Bruno y Shmuel, sería más intenso sabiendo de su corta edad, y se meterían en sus pieles. Les darían más importancia al momento en que Bruno miente para salvarse a si mismo o cuando es perdonado, no les dejaría fríos como a mí, o cuando Pavel cuenta quién es en realidad, o quién era. Es una verdadera pena. Ojalá no se ponga de moda este tipo de publicidad, a los niños les puede ir bien encontrarse de pronto con estas "sorpresas" porque aún no conocen suficientemente bien la Historia, pero a los adultos no nos influye igual.

Sé que de haber prestado más atención a los personajes, y menos a la sorpresa que parecía contener la historia, hubiese llorando intensa y emotivamente con el final. Echo de menos esa posibilidad que me he perdido.

Anika Lillo (Mayo, 2008)

 

Sibila 

Me leí este libro con una recomendación de hacerlo y sin saber de qué iba, que es de la forma en como aconsejan hacerlo...

Con una estilo de narrativa en primera persona y una prosa sencilla, amena y apta para un amplio grupo de lectores, el autor consigue ponerte en el papel de Bruno desde que comienza hasta que acaba la lectura y eso hace que el libro te enganche. Mi opinión es que el libro encantará a todo el mundo hasta que llegue al penúltimo capítulo, momento en el cual, un grupo de los lectores quedará triste e indignado por el final y otro grupo se quedará con una sensación triste pero reflexionando acerca de lo que acaba de pasar... Dentro de este último grupo me incluyo yo.

Aunque sea triste, y aunque deseáramos que hubiese sido otro el final, el libro en conjunto me ha encantado, porque consigue su objetivo: que no olvidemos. Vivimos en un mundo tan superficial que nos creamos un escudo para no ver lo malo que hay más allá. Para mí si el libro hubiera acabado de la forma que nos hubiera gustado, no haría reflexionar tanto como hace. Por eso, recomiendo el libro a personas que no les guste quedarse en la superficie sino profundizar en los sentimientos y en las historias, y creo que deberían abstenerse aquellos que quieran vivir refugiados en la utopía de que vivimos en un mundo perfecto (precisamente a eso, se refieren las dos últimas frases del libro).

Siento no poder ser más explícita, pero no se debe decir más acerca de la trama para no estropearla.

 

Gacela 

Una buena amiga me había dicho que este libro me iba a gustar mucho, y también había oído hablar de él en el foro de Ciberanika (Anika Entre Libros), así que me hice con él.

Lo primero que voy a resaltar es que la historia engancha bastante, desde el primer momento tienes cierta empatía con Bruno, el protagonista, y quieres saber qué le sucede, descubrir con él ese nuevo hogar al que se traslada con su familia, saber más del trabajo de su padre... y eso, unido a que el lenguaje utilizado es muy sencillo y directo, hace que el libro pueda acabarse enseguida (yo me lo leí en apenas tres ratos de un fin de semana).

Me ha chocado un poco leer el rechazo de Joseph hacia el final del libro. Yo creo que otro final hubiera resultado demasiado edulcorado para una historia que, por fuerza, debe de ser dura. Puede ser un final que deje triste, que deje una sensación amarga, que remueva por dentro, pero es sólo un reflejo (y ya dulcificado, creo) de la crudeza real de lo que el autor nos está contando. Lo que pasa es que como siempre lo hace con ese tono entre tierno y dulce, siempre a través de los ojos ingenuos de Bruno... cuando de golpe pasamos de su ingenuidad a la realidad fría, es un salto que a muchos lectores les costará dar -o preferirán que no se les hubiera puesto frente a esa situación-. Pero yo no creo que el autor se pase de la raya en ningún momento.

Un libro recomendable, especialmente para un público juvenil (aunque los adultos también podamos disfrutar de su lectura... y sobre todo reflexionar tras ella) -no para un público infantil, creo yo, porque quizás pueda impactarles demasiado-.

 

Joseph B Macgregor 

Bueno, Gacela, si lees mi opinión verás que digo que el final me parece coherente con el resto de la novela, es decir: tampoco estoy de acuerdo con que la novela tenga un final feliz porque no "pega" ni con cola; pero quizá mi rechazo viene más con el Spoilers  "modo" como al niño le pasa como le pasa... Me parece demasiada ingenuidad ya la del niño... no sé... Para que el padre se de cuenta de lo que ha hecho... pues tiene que pasar eso... no sé, me parece una solución un poco "bestia"... pero, vamos, que es una cuestión de gustos. Fin spoilers

Y bueno, entiendo perfectamente cuál el sentido de la novela (esto va por el otro comentario, el de Sibila) y la profundidad de la misma... pero, ya te digo, desde mi punto de vista se podría haber hecho de otro modo, menos brutal. Al fin y al cabo, el crío no es más que un ser inocente... Tampoco creo que vivamos en el mejor de los mundos posibles, la verdad.

 

Nacho Pérez 

¿Hasta qué punto el autor irlandés John Boyne ha escrito una novela infantil-juvenil? Ahí está lo importante a la hora de afrontar la lectura de este libro, creo yo. Porque en esa frontera entre el mundo de los adultos y los niños parece moverse como el funámbulo deslizándose por la cuerda. La inocencia del chaval Bruno se contrapone con el conocimiento que tiene en todo momento el lector ante los hechos demenciales que ocurrieron hace ya sesenta años en Europa. Somos espectadores cómplices ante la ingenuidad del protagonista, y el tono infantil del relato parece compensar un argumento en principio manido, ya visto antes. Lo que ocurre es que a partir de un momento todo comienza a funcionar en la historia, y el perfume de literatura juvenil empieza a embriagarnos para conducirnos a una especie de representación teatral (bien podría plasmarse en un escenario) donde todo casa: personajes, diálogos, imágenes.

Asistimos perplejos a la entrada en juego del mismísimo dictador, "el Furias", que pasa por el relato diciendo a penas unas frases, pero que para mí está perfectamente retratado, frío e impersonal como una máscara de horror. Luego la hermana adolescente, el oficial nazi odioso con su pelo de gomina, los padres distantes, arquetípicos… y el niño judío del otro lado de la valla, con su traje como un pijama, pintado con las rayas del genocidio.

Todo culmina en un final que no cabe desvelar, pero que no deja indiferente, y que, en mi modesta opinión, eleva la obra, de pretensiones sencillas, a un documento irrepetible, casi genial.

El horror, como sostuvo Conrad en su Corazón de Tinieblas, permanece en el tiempo como una voluta de humo que ningún viento puede disipar. ¡Siempre el horror!

 

Cecilia Gomez del Pino   

Hace un par de semanas que terminé de leer el libro. Ha sido de los pocos libros (si no el único) que ha conseguido que me adentre tanto en la historia que hasta he soñado con un campo de refugiados en el que estaba reclusa.

Es un libro muy duro, muy sincero, visto a través de los ojos de un niño tan sencillo que debería de haber hablado en la realidad con "el Furias".

Aunque me gustan más las historias de alegrías, es muy bonito ver la amistad entre dos que son tan opuestos, el cariño, la amabilidad, el perdón, la sinceridad, la ayuda...

En definitiva, es un libro muy ameno de leer, y que recomendaría a jóvenes a partir de 14 años más o menos, para que de verdad lleguen a comprender lo que supuso esa Guerra que cambió el mundo en el que vivimos ahora.

 

Teresa   

Lo primero he de decir que no me parece que esté catalogado como infantil, en mi opinión el tema es demasiado fuerte para una literatura infantil y más el final que tiene, incluso como lectura juvenil me parece un poco atrevido, pero es mi opinión de profesora.

Personalmente, me ha gustado bastante, tiene una lectura rapidísima y la trama te hace querer saber más y más... El chasco viene al final, cuando la amistad de dos niños inocentes, separados por dos realidades tan distintas, es castigada de la brutal manera que es. Aún así, lo veo muy recomendable.

Eso sí, no entiendo para nada el secretismo que hay en torno al argumento, el resumen del libro no quiere desvelar nada, quien me prestó el libro no quiso decir de qué iba...

 

Nota de Anika:

Totalmente de acuerdo contigo.

 

Teofila Necrófila   

Leí el libro esta semana y aseguro que en mi vida lloré tanto con un final (y eso que he leído mucho en mi vida). Es cierto que quizá pueda parecer demasiado excesivo, pero está claro que no es un "cuento de hadas" con un "y fueron felices y comieron perdices...".

Lo que eché de menos es no haber ido "virgen" a la lectura del mismo, ya que a estas alturas es imposible saber de lo que va (fijaos si al autor le interesaba que se guardase el secreto que ni si quiera en la contraportada del libro dice nada del argumento, sino sólo "es la historia de un niño que se llama Bruno...". Pero claro, el boca a boca, la película y todo lo demás, han hecho imposible este secreto por mucho tiempo.

Al principio empiezas a tener prejuicios y piensas que "otra vez lo mismo, ya está bien con este tema...", pero pensándolo bien, este tema nunca debe caer con el olvido y es muy útil que se saque a relucir de vez en cuando, ya sea por una película o por una novela.

Una de las películas que más me marcaron en mi vida fue "La lista de Schindler". Tenía 19 años y aunque había visto mucho de esta guerra, fue con este film cuando me enteré de lo que supuso el genocidio nazi. La peli tiene mucha crueldad, es cierto y hay momentos en los que me apetecía saltar de la butaca, pero ¿qué queremos, todo cuentos rosas? Además, sino lo aguantas, sal del cine ¿no? Y mirad si tuvo utilidad toda la repercusión de la película (con oscars incluidos) que el seminario de Historia de mi instituto organizó una sesión matinal en unos cines de la ciudad. Yo estudiaba C.O.U. y había elegido Historia (algo raro y minoritario) y lamenté que los demás COUs fueran de Ciencias... Ahora me alegro que de vez en cuando salte este tema por algo, ya que las nuevas generaciones podrán enterarse como me enteré yo.

Centrándonos en el libro, éste está escrito con un lenguaje sencillo, apto para todos los públicos (eso sí, a un niño no hay que dárselo a leer). Quizá haya situaciones demasiados inverosímiles (un niño en aquella época en Alemania sabía qué era un judio y qué era un nazi, y, por supuesto, en un año le hubieran descubierto hablando con su amigo...), pero tantas historias geniales están llenas de "fallos" que se perdonan.

El final te lo hueles a mitad del libro, pero yo tenía esperanzas de equivocarme... Cuando se resuelve todo, recuerdo leer esas páginas como si alguien me las estuviera dictando desde el cielo (por cada palabra una lágrima; por cada frase el horror...). Y eso que no dice en ningún momento lo que es, pero te das cuenta (y lo que más me gustó fue eso: que nunca nombrara nada, ya que sobran las palabras...). (Noviembre, 2008)

 

Manel Haro 

Me ha parecido una novela enternecedora. Me sorprende que todavía se puedan inventar historias sobre el tema de los campos de concentración y el nazismo. Me sorprende, sobre todo, porque cada vez quedan menos autores que hayan vivido en sus carnes el holocausto pero, a pesar de ello, las historias siguen surgiendo de mano de escritores jóvenes. Me alegra saber que seguiremos conmoviéndonos con historias como la de "El niño con el pijama de rayas".

La historia está narrada con una sencillez extraordinaria, poniendo el foco de atención en la inocencia del pequeño Bruno, lo que hace que Auschwitz sea Auchviz y que el Führer sea el Furias. La relación entre los dos críos es preciosa, llena de ternura y el desenlace me parece una excelente manera de dar una lección de amistad y complicidad. Además, por supuesto, que el final invita a la reflexión.

Creo que escribir una historia con protagonistas infantiles es difícil, porque es complejo establecer una psicología de los personajes sin que el autor meta demasiada mano. Además, los diálogos son coherentes con la historia, otro aspecto difícil de conseguir. En general, me ha parecido una historia preciosa, necesaria y que valdrá la pena releer de vez en cuando.

Manel Haro (Diciembre, 2008)

 

Esta reseña tenía 13 comentarios en la anterior web

 

 

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