El compromiso del creador. Ética de la estética

Opinión:

Hablar claro y bien sobre un tema que parece propio de las altas esferas intelectuales, y hacerlo entendible a un público más numeroso y variopinto, es un desafío que Félix Ovejero cumple con creces. Se le entiende. Utiliza un lenguaje, no del todo coloquial, pero sí sencillo y fácil de asimilar, para que todo fluya de una manera natural. Sí, es divertido leerlo, sobre todo para encontrarle símiles a temas peliagudos para que los comprenda todo el mundo, aunque a veces tenga que volverse un poco más serio.

Utilizar una razonable cantidad de citas, índice onomástico y una extensa bibliografía hacen de este libro no sólo una abundante fuente de información, sino también una base de datos invaluable, tanto en cuanto, el artista y el público -emisor y receptor, qué duda cabe-, se convierten y se convencen a sí mismos, de que su mensaje es claro y preciso: arte, belleza, trabajo y originalidad, por un lado, y por el otro: mercados, política, fraude versus calidad.

Porque en estos tiempos que corren, el arte se ve envuelto en múltiples disputas: ¿qué es arte?, ¿qué calidad busca el público?, ¿la independencia del artista es posible?, ¿qué es este truño?...

El público opina, los mercados venden, los artistas están comprometidos no solo con su trabajo, sino que además deben justificar su arte ante los demás. Que no son pasto de políticos ni maniobras estatales, que no se dejan llevar por otros, que su arte es eso: nacido de su trabajo, de sus emociones, de sus experiencias.

Aquí es donde Ovejero nos lleva de la mano a través de las opiniones de variados intelectuales, desde esa Francia revolucionaria hasta nuestros días, nos incluye en debates de grandes literatos y pensadores como Camus, Sartre, Baudelaire o el mismo Duchamp y se apoya en las ideas de Posner -¡a quién acabamos de descubrir gratamente!- con sus teorías sobre el mercado, el público y el arte. También los intelectuales hispano-hablantes tienen su propia opinión: Borges, Vargas Llosa, Unamuno, entre otros. Muchos autores pueblan sus páginas, haciéndonos partícipes de sus ideas y sus reclamos.

Es que todo está relacionado: lógica, ética, estética, biología, emociones. ¿Somos un poblado de seres previsibles? Es posible. Nos llevan por donde quieren a veces, somos ovejas de las modas, los favoritismos y la política. A veces. Otras, dejamos nuestra huella plantada con firmeza: esto gusta y no es un truño. Arte lo llaman.

Pero Duchamp, décadas atrás, dio pie a que un orinal fuese considerado arte, presentándolo en una exposión en Nueva York en 1917.  Ovejero se inspira en este hecho para escribir este libro. El arte cambia, asume su rol en la sociedad, es la imagen de ella, solo hay que mirar hacia atrás y ver qué se consideraba arte y cuál era el punto de inflexión de ese momento. Arte. ¿Qué es arte? Es más, ¿qué es verdadero arte? Este compromiso del creador se torna un tema extenso y bien documentado en la obra de Ovejero, un gran fondo del que se puede sacar una visión de la sociedad actual.

Su lectura es amena, está sembrada de anécdotas y de datos interesantes, incluso temas como el plagio, el robo intelectual, la calidad de la obra, la ética, la moral del artista se describen de una manera muy sencilla y llena de giros divertidos. Todo se une para darnos una idea de este mundo que parece romperse a ratos, un mundo que cambia, que  se transforma. Esperemos que a mejor.

Carol Inabé Barba