El círculo de los Mahé

Opinión:

En el colegio nos enseñaron lo que era un círculo, un conjunto, un círculo concéntrico… La geometría era algo que se dibujaba en un papel o que se podía descubrir en las formas de la naturaleza o en las inventadas por el hombre. Pero poco a poco uno descubre que los círculos pueden ir mucho más allá de la geometría, mucho más del espacio físico que ocupan para señalar un elemento vital, relacional, y personal. Y dependiendo del círculo, uno puede sentirse libre o atrapado.

Esta pequeña novela de Georges Simenon está llena de círculos. Desde la visión de ese narrador omnisciente que intenta mantener la distancia para mostrarnos, como quien mira por una ventana, los episodios de la vida del doctor François Mahé y las escenas cotidianas de los pueblos de provincias, nos adentramos en el universo de las prisiones invisibles. El círculo cercano de la esposa y los hijos, a los que el doctor arrastra a Porquerolles, creyendo que está imponiendo su voluntad, cuando en el fondo sabe que solo es un espejismo, pues su esposa fue impuesta hace mucho por su madre, ese otro círculo que lo rodea y lo oprime. La figura de la madre, casi inexistente pero presente, controlando cada paso que da su hijo desde la infancia, borrando todos los caminos posibles para obligarle a seguir el que ella ha trazado, el que sus padres han trazado, el que los Mahé han trazado. Mediante el simbolismo del círculo de los Mahé, Simenon muestra la compleja red en la que uno se puede ver atrapado cuando la presión familiar, las expectativas y las imposiciones nos dejan sin aire.

Guardando las distancias, el doctor Mahé no es el único personaje de ficción que se ve envuelto en los círculos aprisionadores de la familia. A finales de los años 1980 se publicó "Como agua para chocolate", una novela de Laura Esquivel que se llevó al cine en 1992. En ella se narraba la historia de Tita, una joven que se enamora pero que no puede casarse con su amado, pues debe cuidar de su madre y no tiene derecho a unirse a ningún hombre. En el caso del doctor Mahé, nadie le preguntó qué quería hacer con su vida o con quién quería casarse. Simplemente lo llevaron de la mano a ese futuro prefabricado por su familia. Y por eso se siente observado, juzgado y vigilado por "El círculo de los Mahé". Y por eso quiere romper el círculo. Pero a veces un círculo lleva a otro círculo, uno más sutil y amplio pero que, sin embargo, puede llevarnos a un lugar muy distinto del que buscábamos.

El doctor Mahé y sus círculos demuestran, de nuevo, lo que muchos ya sabemos: que Georges Simenon es un maestro de la narrativa que domina varios géneros, desde la novela negra hasta la psicológica o la costumbrista, y que hace siempre hincapié en las profundidades de los personajes. En este caso, nos regala un individuo que vive encorsetado, fijo en una rutina y en un comportamiento que, lentamente, y por casualidades de la vida, descubre que no está viviendo la vida que quiere. ¿Por qué? ¿Cuál es el detonante que lo empuja a desmontar su círculo? Eso es mejor descubrirlo entre páginas, pues de esa manera podemos seguir el proceso mental y emocional que este maestro belga desgrana.

Escrita con una prosa sutil y un ritmo pausado, "El círculo de los Mahé" es una novela corta que reflexiona sobre la capacidad humana de agachar la cabeza para cumplir lo que se espera de uno, y a su vez de la capacidad que uno encuentra en su interior para romper con ese camino marcado, con ese círculo opresor que no nos deja respirar. Que fuera del círculo haya tierra firme o arenas movedizas es algo que no podemos controlar. Pero al menos, por un instante, estaremos convencidos de estar viviendo algo nuestro.  

Inés Macpherson