El calvario de un apóstata

Opinión:

Ésta es una novela básicamente narrativa, escrita en primera persona por el protagonista de forma parecida a como se explica un cuento, es decir, con mínimos diálogos porque el contenido de los mismos se incorpora al texto y se muestra solo su contenido. Tampoco se describen los personajes ni conocemos sus nombres o vidas, solo lo que interesa en el contexto de la historia

Aunque el joven apóstata es el que escribe y el protagonista de la aventura, el peso de la misma recae sobre un maestro jubilado, amigo del primero y dispuesto a llevar la voz cantante porque a su vez intentó apostatar, en una época en que resultaba poco menos que imposible, y ya padeció en carne propia el largo recorrido que le esperaba al muchacho. Ese detalle le permite al personaje principal actuar en segundo plano y marcarse cierta distancia ante los enfrentamientos verbales, subidos de tono e incisivos, que se dan entre el docente y el vicario del Obispado que ha de tramitar la petición de apostasía. Y es esa distancia la que percibe el lector, que asiste como espectador a esa y otras escenas que van marcando los trámites a seguir para renunciar a la fe católica y pedir no formar parte de la Iglesia, pero también percibe el abuso de poder de quienes tienen "la sartén por el mango".

Es muy interesante, y hasta en ocasiones divertido, observar el enzarzamiento verbal entre ese vicario de "alta curia" y el compañero del protagonista, que permanece mudo y hasta asustado por las posibles consecuencias de una dialéctica subida de tono, con la que no acaba de estar conforme y teme incida negativamente en sus trámites. Pero su amigo fue hijo de padres "rojos" en el momento de la Guerra Civil, su familia pagó con sangre y miseria pertenecer al bando republicano..., y a sus años no se corta un ápice en el momento de reclamar para el joven lo que considera un derecho y un ejercicio de su libertad.

En esa entrevista en la Sede del Obispado, y en otros encuentros posteriores, se pone de manifiesto la visión contrapuesta que los dialogantes tienen del mismo hecho histórico, de lo que es la religión católica tras muchas manipulaciones e incontables hipocresías, según uno, y el cúmulo de bondades que reclama el otro... Y como el docente que lleva la voz cantante no se reprime un palmo, compara la estructura eclesiástica con un ejército. Temas como la pobreza, el dinero, el lujo, el poder o la doble moral, van componiendo el nudo de una lucha verbal en la que ambos dialogantes creen tener razón, no dan su brazo a torcer y es, en mi opinión, la parte más álgida de la novela.

Pero los enfrentamientos tienen consecuencias cuando una de las partes ostenta más poder que la otra, se siente protegida, cree ser dueña de una verdad absoluta y cuenta con un "ejército" de subalternos dispuestos a obedecer sin rechistar, como algún cura pueblerino o feligresas de misa diaria, cosa que se da en el pequeño y perdido pueblo en el que ejerce de maestro el narrador.

"El calvario de un apóstata" me ha parecido una obra muy interesante y bastante clarificadora. Los hechos se exponen y se explican desde una cierta distancia, esa que se toma el protagonista para dejar la gestión en manos de un amigo mucho más curtido y visceral. Pero el peso de la dialéctica traspasa el papel cuando enfrenta dos conceptos antagónicos y puntos de vista contrarios ante lo que es la Iglesia, cómo se fundó, cómo actuó en épocas pasadas y hasta qué punto se asienta en intereses propios; o no, dependiendo del orador.

Isidoro García Sánchez ha sabido exponer el tema y desgranarlo ampliamente respetando, eso sí, a los creyentes, y separando a los que actúan de buena fe de la Curia.

Con mucho acierto, el autor explica por boca de su protagonista que nadie le pidió permiso en el momento de ser bautizado, y se aceptó el criterio de sus padres para ficharlo puesto que él era niño; pero en cambio se cuestiona que pueda decidir por sí mismo cuando ya tiene uso de razón, y se le exija que explique con puntos y comas los motivos que le llevan a querer salir de una Iglesia a la que no pidió pertenecer.

La lectura resulta lenta porque, como he escrito, la obra es totalmente narrativa. El lenguaje es básicamente cercano pero se incluyen también algunos términos que no son de uso poco coloquial, acordes con la profesión del protagonista, eso sí.

Hay que leer despacio y determinados párrafos resultan algo densos. No faltan detalles de humor, no obstante, y hay anécdotas y detalles que hacen la lectura amena. Y, en definitiva, más allá de la novela, queda claro el calvario que hay que seguir si uno desea renunciar a una fe impuesta... Infinitos trámites y mucho papeleo, gestiones que no avanzan, palos en las ruedas, algún que otro juego sucio y repetidos intentos para que la "oveja" vuelva al redil... ¡Realmente clarificador!

Pilar López Bernués