Diez días de julio

Opinión:

He leído varias novelas de Esteban Navarro. Como es lógico, algunas me han gustado más que otras. Pero sí podría decir que a medida que escribe el autor se supera, y "Diez días de julio" es una obra trepidante, adictiva, vertiginosa... ¡imposible dejar de leer hasta el final!

Como ya he apuntado otras veces, el hecho de que Navarro sea policía de profesión le permite redondear sus escritos. Vemos el funcionamiento interno de una comisaría, el uso de programas informáticos, los chanchullos que se suponen existen... y que descubrimos que sí, que no son leyendas urbanas sino la propia realidad; como por ejemplo que determinados agentes han de cubrir un número de detenciones, o que se puede llegar a jugar sucio con un detenido para poder inculparlo.

Pero lo que importa es "Diez días de julio"... Aquí nos encontramos con una narración en primera persona, escrita por un inspector recién salido de la Academia que, de pronto, se halla ante un hecho insólito al que sucederán otros imposibles y le llevarán a desconfiar de sus compañeros, del comisario... e incluso dudará de su salud mental a medida que todo se complica y parece existir una trama para inculparlo a él de la muerte de una detenida. Y es que la última fallece en el interior de la celda, media hora después de la detención, cuando en la comisaría solo está el protagonista como responsable y al cargo de unos servicios mínimos, los imprescindibles para atender una tarde-noche del mes de julio las incidencias de una pequeña población en la que la mitad de sus parroquianos está de vacaciones, incluidos el resto de inspectores y el comisario. 

La novela es un cúmulo de suspense, y aumenta a cada capítulo. Si la muerte violenta de una mujer en el interior de un calabozo hace presajiar que el asesino puede ser alguien de la comisaría, no es menos extraño que el médico de guardia que acude para certificar su defunción resulte ser un desconocido al que nadie ha visto antes, ni parece lógico que el furgón tarde más de seis horas en transportar el cuerpo al cercano tanatorio y, que una vez allí, se descubra que esa joven de singular belleza es en realidad un travesti y que alguien ha limpiado el cadáver y eliminado cualquier rastro que permita investigar la muerte.

El inspector Simón Leira, siente que el trabajo le supera, que en su investigación "alguien" va poniendo palos en las ruedas y que el caso puede ser mucho más sórdido de lo que a simple vista parece. Pero hay más crímenes, y sospechas fundadas de que el comisario tiene un pasado poco claro, de que otros inspectores o agentes pueden estar implicados en la extraña muerte del travisti y/o en las que siguen... Siendo un recién llegado a una población pequeña, interior, en la que muchos se conocen desde hace años y saben de qué pie cojean determinadas personas, los diez días de margen que tiene el inspector para resolver el caso se convierten en una carrera a contra reloj.

Pero si la historia nos atrapa en su primera mitad por un suspense trepidante, poco a poco se añaden nuevas situaciones que apuntan a un acoso psicológico, que roza el terror en determinados momentos ante la indefensión que siente el protagonista al comprobar que el criminal va un paso por delante y que parece estar jugando con él.  Y, como no podría ser de otro modo, a medida que nos acercamos al final vamos intuyendo, y al fin confirmando, que la resolución es totalmente impactante; quizá algo rebuscada (eso sí) pero lo suficientemente creíble para poner el punto y final a una historia trepidante.

Y no voy a explicar más...

Animo a los amantes del género negro a que pasen unas horas de infarto y dispuestos a no dejar de leer, porque no podrán hacerlo... Y aquellos lectores que no se interesan especialmente por este tipo de novelas, que prueben, que igual se enganchan.

Pilar López Bernués