Cuando caí del cielo

Opinión:

La historia que nos cuenta Juliane Koepcke en "Cuando caí del cielo" no es solo la de su accidente, que en comparación con el resto de lo que se narra apenas ocupa espacio. Lo que nos explica Juliane es mucho más: desde sus antecedentes familiares, como la inspiradora odisea de su padre para irse a trabajar a Latinoamérica tras la II Guerra Mundial o los años que pasó con sus padres, ambos biólogos, en la selva amazónica, lo que la preparó para la experiencia hasta, por supuesto, todo lo que ocurrió después del accidente. Pero, sobre todo, esta historia real es un canto de amor al medio ambiente y a la selva, habiéndose convertido en la defensora de Panguana, la estación biológica de la selva peruana que fundaron sus padres.

El libro está muy bien estructurado y se nota que la autora tiene ciertos conocimientos literarios. Alterna partes de su presente, en que se ve obligada a coger aviones para viajar desde Alemania hasta Panguana cada cierto tiempo, cosa que hace a pesar del trauma. Su lucha por conservar Panguana en el presente es, precisamente, lo que la ha llevado a escribir su historia y nos narra la situación actual y todas las trabas burocráticas que intenta solventar. Aparte, nos habla de su pasado, donde es especialmente duro no solo el accidente, sino lo que pasó después: el acoso de los medios, que no respetaron para nada su intimidad y dijeron cosas horribles; el resentimiento de su padre porque cogieron el avión que no debían porque Juliane quiso quedarse unos días más para celebrar su graduación; cómo se convirtió, sin quererlo, en una celebridad que atrajo la atención de numerosos curiosos y, sobre todo, cómo a pesar de ello superó todos los obstáculos, se convirtió en bióloga y no dejó que nada evitara que volviera a reunirse con la selva que amaba.

Sin duda me ha resultado una narración muy interesante y creo que merece la pena leer esta increíble historia real; aunque hay algunas partes más lentas, en general se lee de forma muy fluida y ha sido capaz de engancharme.

Déborah F. Muñoz