con los perdedores del mejor de los mundos

Opinión:

Günther Wallraff nos ofrece en este nuevo trabajo una recopilación de investigaciones que no dejarán indiferentes a los lectores. Es el suyo un trabajo que combina la espectacularidad del procedimiento utilizado a la hora de recabar informaciones con lo devastador de los resultados obtenidos. Alejado del mero acopio de datos, en un tono ameno y con frecuencia irónico, Wallraff decide, tal como ya hiciera en su célebre Cabeza de turco, explotar el concepto de empatía y ponerse en la piel de algunos de los protagonistas de sus reportajes. El periodista se desprende de su situación privilegiada como blanco y alemán, haciéndose pasar por negro, indigente sin techo o trabajador abismado en una franja de edad peligrosa, y retransmitiendo en primera persona el calvario que supone para los miembros de esos colectivos cada día de sus vidas en la supuestamente civilizada Alemania. Resulta muy interesante cómo en Negro sobre blanco se pone de relieve que determinados sectores de este país arrastran aún vestigios de su pasado racista, si bien, como señala Wallraff, la propia noción de racismo ha variado con el tiempo, convirtiéndose en un concepto más sutil y difícil de rastrear, por lo que tiene de políticamente incorrecto. En Bajo ceroWallraff padecerá en sus propias carnes el rigor del invierno en las calles alemanas. De este reportaje cabe destacar el cambio experimentado en el perfil del indigente que se ve abocado a vivir de la caridad, en albergues o la propia vía pública. El homeless no es solamente un individuo arrastrado a la pobreza extrema por problemas con el alcohol o drogas desde que una serie de reformas laborales draconianas (el Hartz I, II...), ha dejado sin empleo ni posibilidad de encontrar otro puesto debido a su edad a un grupo de población trabajadora, incapaz de hacer frente a hipotecas y otros gastos. En el tercero y en el cuarto de sus experimentos empáticos, titulados Llamar y timar, todo es empezary Panecillos para LIDL, respectivamente, Wallraff opta por asumir la identidad de un trabajador de mediana edad que debe conformarse con un salario ínfimo a cambio del padecimiento de unas condiciones laborales lamentables que incluyen horarios abusivos y maltrato psicológico. El autor muestra en estos dos reportajes cómo la actividad diaria que desempeña un empleado de un call center traspasa ampliamente los límites de la legalidad y se convierte en estafa, y cómo los trabajadores de una panificadora proveedora de los supermercados LIDL deben afrontar continuamente riesgos físicos derivados de las deficientes instalaciones de la empresa. Wallraff cierra así la primera parte de su libro confesando el alivio que experimenta cada vez que se desprende del disfraz y recupera su identidad, poniéndose a salvo de una sociedad hostil. Por otro lado señala que aquellos que de verdad pertenecen a los grupos vulnerables no pueden librarse de sí mismos al cabo de una semana y continúan sufriendo un trato de segunda a causa del color de piel, su pobreza o un perfil indeseable para un contratador.

La segunda parte del libro continúa indagando los abusos laborales que se cometen en Alemania, pese a su fama de país estricto en protección del empleo. Wallraff ya no se implica como protagonista principal y asume un papel de investigador externo de las sucesivas denuncias que recibe de trabajadores en situaciones límite. En Una cocina muy poco refinadala escuela de alta restauración de un famoso cocinero alemán se revela como un infierno para los jóvenes aprendices que, aparentemente, se benefician de cursar en ella sus estudios, pero que en realidad trabajan en condiciones cercanas a la esclavitud; en Un café perfectono duda en arremeter contra la omnipoderosa multinacional Sturbucks, denunciando que bajo su barniz de empresa moderna, multicultural y abierta subyace una estructura casi feudal en la organización de las diferentes categorías laborales y un régimen de espionaje y penalización continuado al que son sometidos los empleados del último escalón, los baristas, por parte de inspectores camuflados. El tercero de estos reportajes se titula Un tren que descarrilay explica la privatización del servicio de ferrocarriles que ha enriquecido a una serie de inversores particulares y ha provocado el acoso y despido injustificado de aquellos trabajadores que se han mostrado críticos con el proceso. Por último, en Por las malas,Wallraff se centra en la figura de determinados abogados que ofrecen sus servicios a empresarios para que puedan librarse de trabajadores molestos al mínimo coste posible, aportando información, incluso, de los seminarios que ofrecen estos especialistas en mobbing para instruir a jefes poco escrupulosos en las técnicas de maltrato laboral y despido improcedente. A modo de posfacio, el autor recopila algunas conclusiones respecto a la situación de ese número elevado de personas invisibles que soportan una vida inhumana en el mejor de los mundos, principal motivo que le lleva a hacer un periodismo de denuncia, y señala esas medidas justificadas desde la administración y el ámbito jurídico (salarios que no permiten subsistir a los trabajadores, subcontratas, prácticas no remuneradas, desaparición de los seguros médicos y las jubilaciones, etc.) que convierten la realidad en algo sospechosamente parecido a la aterradora sociedad de castas que retrataba Huxley en su novela Un mundo feliz.

Patricia Esteban Erlés