cómo no ser una drama mamá

Opinión:

Madre  no hay más que una… y a juzgar por la cantidad de seguidores del blog comonoserunadramamama.com que comparten los mismos consejos de drama mamá, va a resultar que, efectivamente, solo hay una, que todos compartimos una madre universal que transmite su sabiduría a diestro o siniestro. O quizá sea que ser madre te cambia el cuerpo, la vida… y hasta la forma de pensar y que, de la misma manera que hay mujeres que pasan de tener el pelo rizado a tenerlo liso, como si se lo plancharan cada mañana, después del parto, todas pasamos a repetir las mismas consignas que aprendimos de niñas tras dar a luz. Y así, se transmiten de generación en generación, de barrio en barrio, de ciudad en ciudad, de siglo en siglo… hasta que ocurre esto: que madres diferentes dicen las mismas cosas en contextos parecidos, como si existiera una única voz maternal capaz de salir airosa de todas las situaciones.

Algunos de los 101 consejos recogidos en el libro son originales de la madre de la autora, como ella bien destaca en el texto. Pero otro son tan comunes que es imposible no pensar que todos tenemos una drama mamá en nuestras vidas. O, lo que es peor, que todas llevamos una drama mamá dentro, dispuesta a dar la cara en cuanto la cabeza del bebé asoma entre nuestros muslos. Quizá incluso antes. Es imposible no pensar en tu madre, en tu abuela y en tu infancia mientras lees el libro. Casi tan imposible como no hacer autoanálisis para comprobar tu propio grado de “dramamamez”.

Más allá del tópico, del lugar común, de la experiencia compartida, del humor  y de la carcajada (bueno, de las carcajadas, porque son muchas las que he soltado leyendo el libro), “Cómo no ser una drama mamá” también analiza, medio en broma, medio en serio, lo que los padres legan a los hijos... para bien y para mal; las consecuencias de nuestra educación en nuestra vida futura; las enseñanzas que se quedan dentro de nosotros, en nuestro consciente pero también en nuestro inconsciente, y que salen a flote cuando menos las esperamos, a veces hasta sin darnos cuenta; la herencia no genética sino comportamental que acarreamos a nuestras espaldas y que nos hace ser como somos.

También son serias las aportaciones de los expertos, extraídas de algunas enciclopedias sobre la infancia y de los comentarios sobre algunos de los consejos que dan Javier Urra y Rocío Ramos-Paul, la supernanny española. Y aunque la autora intente ponerles el humor que merecen… sus opiniones quedan ahí, apuntalando desde la especialización, la práctica y el conocimiento la sabiduría de andar por casa de la que toda madre que se precie hace gala.

Amaya Ascunce resume 101 consejos, algunos que es mejor evitar pero otros que hay que guardar, como ella misma advierte a sus futuros hijos. Aunque estoy segura de que por mucho que diga de este agua no beberé, al final acabará cayendo, aunque solo sea por los años y años de pedagogía repetitiva y porque tú repite, que algo queda, y ya se verá cuando sea necesario.

Frases para todas las ocasiones, algunas con un punto absurdo, otras con más razón que un santo y otras que, en el fondo, lo único que hacen es poner sobre el tapete el salto generacional inevitable entre padres e hijos, las diferentes maneras de ver el mundo causadas por la edad, la experiencia, la educación recibida, el contexto social e histórico…

Todos los capítulos siguen la misma estructura: frase, contexto en el que la utiliza la drama mamá, consecuencias del consejo, excepciones para las que la autora sabe que lo utilizará con sus futuros hijos, versiones del consejo (extraídas de los comentarios que la entrada suscitó en su momento en el blog) y, en ocasiones, la opinión del experto. A pesar de la repetición estructural, la secuencia de frases no cansa. Todo lo contrario: ya sabes cómo se va a desarrollar la siguiente anécdota y esperas con ansia los momentos en los que sabes que va a llegar la carcajada.

Amaya Ascunce reconstruye su infancia con gracia, ironía, visión crítica, madurez, cariño y, sobre todo, con un inmenso y contagioso sentido del humor en una obra francamente divertida. Y es que, detrás de tanto drama y tanta carcajada, al final lo que se ve... es mucho amor. Amor de ida vuelta, amor de sus padres hacia ella y hacia su hermana y de ellas hacia sus padres. Y eso siempre es bueno de leer y mejor de sentir.
 
Lidia Casado