cómo caza un dromedario

Opinión:

¿Se puede interpretar lo ininterpretable? Si tu respuesta es no seguramente eres uno de los culpables de que el mundo vaya como va, porque todo es interpretable, es más, sería obligatorio hacerlo con todo lo que nos rodea para darle un sentido particular a nuestra existencia y diferenciarla de la del resto. Desde luego Víctor Nubla no se ha quedado corto a la hora de realizar tamaño ejercicio y nos muestra una realidad que es la suya y la de nadie más.

“Cómo caza un dromedario” es un conjunto de textos, relatos, poesía, anécdotas varias que mezcla varios géneros encuadrándose en el más estricto surrealismo, la única manera de que realidad y ficción se fusionen sin caer en artificios de fantasía o Ciencia Ficción. Y no cabe la menor duda de que la obra de Nubla es Surrealismo en estado puro, de ese que te hace leer con detenimiento y te evoca imágenes imposibles, cercano en ocasiones a las Greguerías de Gómez de la Serna, o a reflexiones parecidas a las que Alberti se hacía en “Sobre los Ángeles”, y otras al “Poeta en Nueva York” de Lorca en especial cuando habla de su querido Barrio de Gracia. Es quizás este apartado de la compilación el que más llama la atención por su colorido, por sus pinceladas pintorescas, por ser, después de todo, ese microcosmos que el autor ha decidido que sea el centro del Universo.

No nos engañamos, al principio no fue el Verbo, fue el perro y vio Nubla que era bueno y le otorgó voz y voto, no ha sido culpa suya que la humanidad entendiera la evolución, la tecnología y los avances en sentido equivocado, el perro es el mero espectador de nuestras acciones que sabiamente aguarda su momento mientras disfruta del pan y circo al igual que los humanos con la diferencia de que él es consciente de ello, le gusta, lo acepta y no le da más vueltas. Para vueltas las que da la rueda, culpable primera y última de que gran parte de la humanidad se vaya al carajo, desde su invención todo ha sido una cuesta abajo sin frenos en la que no nos damos cuenta del sentido real de las cosas, las disfrazamos de muchas maneras y sólo uno lo encierra todo: el movimiento porque todo es mutable y nos negamos a cambiarlo a nuestro antojo, así nos va. Este conjunto de historias, de ensayos, o de piezas, es una auténtica filosofía de la evolución aunque ésta no sea tal y como la entendemos.

Por tanto es el momento de que dejemos de mirar y empecemos a observar, que entendemos “Cómo caza un dromedario” y sigamos su ejemplo, después de todo el tiempo es relativo y tenemos todo el del mundo para borrar nuestras huellas y comenzar de nuevo.

Patricia Rubiera