boneshaker

Opinión:

¿Y si en lugar de eso hubiera ocurrido esto…? Es la pregunta que el ser humano se ha hecho en infinidad de ocasiones y es que el imaginar qué sería de nosotros si en un momento dado las circunstancias hubiesen sido muy distintas es campo abonado para interminables tertulias. Cherie Priest debió preguntarse eso mismo con la Guerra Civil y la Fiebre del Oro. ¿Qué hubiera ocurrido si ambos hechos se dieran a la vez y la guerra durara más años de los reales? Por suerte para los aficionados la respuesta fue “Boneshaker”, un perfecto y apetecible futuro alternativo.

Esta primera entrega de El Siglo Mecánico, una ucronía intencionadamente anacrónica por motivos argumentales, se debate entre la Ciencia Ficción y la ficción especulativa al igual que ocurriera con la discutible y discutida “La chica mecánica” de Bacigalupi, llegando a conjugar ambos de una manera tan brillante que es difícil situarla enteramente en un extremo u otro. Las pinceladas de steampunk que salpican sus páginas causan su efecto en todos los aficionados al género y le otorgan esa sensación futurista tan típica de la Sci-Fi pero, por otro lado, sus personajes, su ambientación y las relaciones creadas entre los muros de la ciudad son una reinterpretación de la temática del Western en una época alternativa, muy cercano al universo de “Wild Wild West” pero con un toque añejo que no se nos hace para nada extraño; en definitiva, una amalgama de géneros y subgéneros que nos arrastra en una aventura trepidante y, en ocasiones, sorprendente y agradablemente caótica.

Con la guerra entre Norte y Sur como telón de fondo Cherie Priest construye una historia de personajes en un escenario desolador en el que, curiosamente, no todo es tan amargo como nos imaginamos pese a que los peligros están en los cielos, bajo tierra y sobre ella. Si bien la ambientación es sórdida, llena de suciedad, inmundicia y desesperación, sus protagonistas se mueven en unos márgenes de acción sumamente honorables y no se quejan de su suerte ya que, a fin de cuentas, todos ellos han decidido ese tipo de vida y no otro. Son conscientes de que pueden cruzar al otro lado si quieren pero, al igual que el resto del país está librando una batalla, ellos hacen lo propio con La Plaga, ese gas tóxico al que intentan vencer o, en su defecto, usar a su favor. Ese este comportamiento el que consigue que el centro de Seattle no sea una ciudad sin ley pero sí una que se rige por las suyas propias, ajenas al mundo exterior, y en el que el sálvese quien pueda no tiene cabida. Por supuesto esta actitud no es aplicable para el antagonista, Minnericht, que se convierte en la personificación de la locura de la guerra y la ambición desmedida; ambición que le lleva a utilizar a los zombies o como los llaman los lugareños, los podridos, como ejercito personal, una mano de obra abundante, barata y fácilmente reemplazable. Estas criaturas son una pieza más en el enorme tablero de Minnericht y de la propia autora, así que no llevan el peso de la acción aunque sus apariciones tienen gran impacto y consiguen dotar las escenas de bastante tensión y ritmo. Ritmo es lo que no le falta a esta historia, a excepción de un par de capítulos que podríamos tachar de prescindibles por su lentitud y su escaso aporte, la agilidad con la que se suceden los acontecimientos no nos dejan abandonar la lectura, un pulso narrativo que va in crescendo acompañando cada ataque, cada carrera, cada huída, y que se vuelve extremadamente vertiginoso en la parte final de la trama haciendo que devoremos cada página como los podridos a los humanos.

Priest recrea unos Estados Unidos plausibles, de acuerdo y en total consonancia con una nación acostumbrada a desterrar, encerrar en ghettos y marginar todo aquello que no le conviene, en cierto modo es una crítica a la megalomanía de un continente que siempre se ha servido de los más débiles para conseguir sus propósitos, eso sí que es desolador.

Con “Boneshaker” no sólo se ha abierto el suelo de Seattle y una brecha en el futuro de Estados Unidos, se abre también un mundo de posibilidades para una Ciencia Ficción fresca y renovada que esperemos que se extienda al igual que La Plaga. En redes así es un placer caer preso.

Patricia Rubiera