Bienvenidos a Occidente

Opinión:

Mohsin Hamid, que ya nos sorprendió gratamente con su anteriores libros, "El fundamentalista reticente" y "Cómo hacerse asquerosamente rico en el Asia emergente", nos ofrece una magnífica novela que a su vez es una lúcida mirada sobre nuestro presente. La historia de amor de Nadia y Said nos introduce en la esencia del conflicto de nuestra sociedad contemporánea, construida en gran medida sobre mitos, posverdades y noticias falsas para beneficio de intereses creados, en el que el terror sirve de excusa para una realidad tan fragmentaria como injusta. Un terror, en forma de guerra o de miedo en sociedades avanzadas, que se nutre de ideas inspiradas en algo tan antiguo como el racismo, las luchas de religión, la discriminación de género, el poder inmoderado o las convenciones sociales.

Una brillante y despiadada crónica de nuestro tiempo, tanto en países bañados en sangre por la guerra, como en la violencia latente en las calles y barrios más próximos a nuestras vidas cotidianas en forma de desigualdad y racismo, servidos en una literatura brillante, precisa, hipnótica, incluso original con el insinuante recurso a una tecnología que cada vez tiene mayor protagonismo en nuestra vidas, con esas extrañas puertas que permiten el acceso clandestino a otros mundos que habitan en este. En un planeta con millones de migrantes y refugiados que también aspiran al amor, a la familia, a una vida digna, que se sirve de una extraordinaria capacidad narrativa de este autor, dotado de una indudable personalidad literaria propia, para entenderlo mejor gracias a un libro hoy imprescindible.

Hamid nos habla de naciones que necesitan de las fronteras para sentirse necesarias y no devenir en entidades ilusorias; de las regiones que se separan de sus naciones, mientras las ciudades se separan del interior y al mismo tiempo las personas se separan a pesar de reunirse. De esas naciones que son como una persona con múltiples personalidades, en la que unos pugnan por la unión y otros por la desintegración, pero cuya piel se disolvía "mientras nadaban en una sopa llena de otras personas cuyas pieles se disolvían también". Esa nación poblada de drones policía y de redes invisibles de vigilancia que se nutrían de los teléfonos móviles, en una voracidad frenética de grabar, captar, conocer, registrar todo.

Este autor nos explica que en este mundo cada vez es más dificultoso cerrar puertas, levantar muros, vencer al enemigo, comunicarse en realidades compartidas al margen de las diferencias idiomáticas, excluir al diferente, sobre todo, la valentía necesaria para no atacar cuando se tiene miedo, en un mundo que no es más que la derivada de oleadas de migrantes a lo largo de miles de años, "todos somos migrantes del tiempo". Una realidad confusa en la que incluso ese tiempo se convierte en un bien susceptible de ser sometido a impuestos individuales para ilusoriamente amortiguar las diferencias sociales, en una suerte de Estado precario que busca arreglos para reducir los riesgos y evitar tener que proponer y aplicar solucionar a los problemas, cuestionando sus fundamentos y convencionales legitimidades. Este es un gran libro que merece ser leído, tanto por los amantes de la buena literatura como por aquellos preocupados por la deriva de un mundo cada vez mejor comunicado, pero en el que paradójicamente se quiere levantar más fronteras y alambradas, en el que aún malviven refugiados, donde los migrantes se lanzan a aventuras que a menudo les cuesta la vida, en sociedades en las que se sigue discriminando y habita una obscena desigualdad, y donde todos somos cada vez más monitorizados por una tecnología que en vez de hacernos más felices nos convierte en más dependientes. Una obra absolutamente recomendable.

Jorge Riet