bestiario de greguerias

Opinión:

Es curioso cómo a veces nos dejamos influenciar por las personas. Antes incluso de quitar el plástico a “Bestiario de greguerías”, cierta persona me comentó que David Vela había fastidiado el libro. ¡Nada más lejos de la realidad! Por culpa de aquel comentario tardé mucho en quitarle el plástico al libro y lo que encontré al hacerlo finalmente me fascinó.

He de decir que en cuanto a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, las escogidas –dedicadas a los animales, no sé si todas o algunas- no me parecen tan ocurrentes (alguna que otra se salva, es cierto) como otras muchas greguerías suyas que he leído en otros sitios… cómo son las cosas… y en cambio el valor ilustrativo de David Vela me ha gustado muchísimo.

La fuerza de este libro la tiene, para mí y sin duda, David Vela.

Sus imágenes son acertadísimas, han sabido captar la esencia de las greguerías, podemos encontrar algunas que nos hagan sonreir, otras que nos estremezcan, las hay que refuerzan la greguería o que las ilumina, las hay incluso tan impactantes que producen pavor, pero también las hay tiernas, simpáticas, originales, tristes, bellas, escabrosas… y por supuesto puede resultar hasta fácil quedarte con las mejores, pero es que son, en su mayoría, muy muy buenas.

Quien me dijo que David Vela había fastidiado las greguerías en este libro, se olvidó de que lo que ha hecho es dar vida a ciertas greguerías no tan divinas como otras que tiene por ahí el autor. Los fans de Gómez de la Serna, quizá, han sido excesivamente puristas. La elección de las mismas, no obstante, han sido del propio David Vela, pero deduzco que habrá tomado en cuenta su visibilidad mental imaginaria para más tarde plasmarlas en pincel y gouache.

Desde gatos, perros, vacas (esta es de mis greguerías favoritas del libro), loros, monos, gusanos, mariposas, gaviotas, búhos, moscas, pingüinos, caracoles… hasta más de 40 ilustraciones, el libro posee mucha fuerza visual y un sentido homenaje a Ramón Gómez de la Serna bajo la visión ilustrativa, singular y –repito- acertada de Vela.

Yo, sin duda, recomiendo el libro.

La primera vez que vi una ilustración de David Vela fue en la portada de “El mes de la Gioconda” de Roberto Lumbreras, y aun siendo muy aprensiva con los “bichos”, su mantis religiosa ante la borrosa Mona Lisa de fondo me deslumbró. Para mí, de momento, David Vela queda entre los buenos ilustradores, con su particular dibujo y forma de expresión, con un evidente sentido del humor cuando quiere, puesto que es capaz de transmitir –como antes mencioné- otros estados de ánimo.

Me arrepiento de haber escuchado ciertas voces y no haber descubierto antes este libro.