Arde Madrid

Opinión:

Tanto si ya ha disfrutado de la serie como si no lo ha hecho aún, este cómic les permitirá adentrarse en esa fotografía en blanco y negro de la España franquista, pacata, provinciana, arrebatada por el protagonismo incómodo de las estrellas de Hollywood que convirtieron Madrid en una fiesta permanente rebosante de excesos imperdonables a los ojos de aquel lamentable régimen.

Flamenco, alcohol sin límite ni respeto por las horas del reloj, las juergas atiborradas de drogas, el sexo sin límites, artistas deslizados por las rendijas de una permisividad prohibida a los españoles y al mismo tiempo consentida a quienes nos visitaban bajo el aroma de un glamour cinematográfico, que contaminaba a aquellos españolitos condenados a la vida asfixiante de una dictadura beata y cateta, que rozaban por su abnegado trabajo aquella burbuja de libertinaje desenfrenado, sorprendidos por una realidad paralela que les evidenciaba el radical absurdo de un régimen político y social vergonzante, por ridículo, en unos tiempos en los que el mundo más avanzado se empeñaba en otra dirección.

Aquella España de Ava Gardner, de Perón, de la represión, de los primeros y tímidos atisbos de apertura económica e internacional de un régimen aislado, del tráfico de niños concebidos en el pecado, de la sorpresa y fascinación por el dinero generosamente gastado a raudales en fiestas y excesos como si no hubiera un mañana, del oportunista al acecho de un cambio de suerte que le cambie la fortuna, de los anhelos íntimos de un bienestar que lejanamente se parezca a eso que rozan con su trabajo al servicio de esos extraterrestres con forma humana que descendieron sobre aquel Madrid que aún soportaba la grisura de aquellos malditos tiempos.

Un libro ilustrado brillante, eficaz, bien planteado y ejecutado, porque es casi cinematográfico, incluso al retratar a los propios protagonistas de la serie, para confirmar que este comic es el comic de esa historia.

Con el mérito indudable de sintetizar esa gran historia creada por Paco León y Anna R. Costa, permitiéndonos entrar, por primera vez o de nuevo, en aquel mundo tan perversamente fascinante. Un libro que es un placer para los sentidos, sobre todo para la memoria y conciencia de donde realmente venimos como país. No dejen de disfrutarlo.

Jorge Riet