Anika entre libros

Anatomía del miedo

Ficha realizada por: Pilar López Bernués
Anatomía del miedo

Título: Anatomía del miedo
Título Original: (Anatomy of Fear, 2007)
Error loading MacroEngine script (file: ObtenerAutoresResenya.cshtml) Editorial: B de Bolsillo
Colección: B Negra


Copyright:

© Jonathan Santlofer, 2007

© Ediciones B, S. A, 2015

Traducción: Norma Ricciardi Gamba
Ilustraciones: B/N
Edición: 1ª Edición: Marzo 2015
ISBN: 9788490700440
Tapa: Blanda, bolsillo
Etiquetas: racismo asesinos en serie detectives género negro libros ilustrados literatura estadounidense Nueva York novela retratos videncia religiones santería homofobia fanatismo religioso
Nº de páginas: 383

Argumento:

La detective Terri Russo, se enfrenta a unos desconcertantes crímenes cometidos en la ciudad de New York, todos ellos con una peculiar firma: el asesino deja junto a los cadáveres un dibujo post mortem.

Ante la urgencia de detener a un posible asesino en serie, Terri Russo contacta con un experto en retratos robot. Se trata del puertorriqueño Nate Rodríguez, policía que, por motivos personales, aparcó la acción para centrarse en un bloc y un lápiz. Su habilidad para captar detalles mínimos, extraer de los testigos información que, en ocasiones, ignoran conocer y trasladar al papel un retrato muy elaborado, le ha valido una reputación brillante. Y, por supuesto, su experiencia será clave para estudiar los dibujos post mortem que va dejando un asesino, cosa que ayudará a elaborar su perfil.

En la novela se incluyen ilustraciones de bocetos y retratos, tanto los que deja el criminal como los que elabora Nate Rodríguez. 

 

Opinión:

 

Esta es una novela atípica, en su conjunto, con una mezcolanza de datos y situaciones, algunas dispares.

Lo más interesante, en mi opinión, es que contiene esos bocetos y dibujos que Jonathan Santlofer, como artista que es, no solo ha incluido sino que desgrana (trazos, sombras, líneas...). El lector participa así de la confección de un retrato robot partiendo de detalles mínimos, en ocasiones extraídos del inconsciente de los testigos o flashes fugaces. También, analizando las obras del criminal, vemos cómo se elabora un perfil y se le va poniendo rostro. Esos capítulos me han parecido interesantísimos; igualmente aquellos en los que se estudia el lenguaje corporal junto al protagonista.

La trama principal, no obstante, se centra en la santería y la videncia a través de la abuela de Nate Rodríguez, a la que su nieto adora y que ejerce sobre él una gran influencia. Aquí, sí diría que las extensas descripciones de ritos, altares, figuras, "dioses", compuestos mágicos... las he visto excesivas, y también que el autor se haya valido de todo ello y de visiones para dar con el criminal, salvar a su protagonista del acecho que ejerce sobre él el asesino y hasta librarlo de la sospecha del FBI, que llega a pensar que Nate puede ser el delincuente que buscan.

El perfil del asesino no me ha convencido. Se le muestra como un fanático de una religión cristiana extremista y neonazi, que cree actuar en nombre de Dios. Hasta ahí, nada que objetar. Pero su obsesión con el protagonista y hasta el secuestro de la abuela del mismo, no se explican lo suficiente. Me han parecido un parche para crear cierto suspense, aunque sin lograrlo.

Nate Rodríguez, la detective Terri Russo y, en conjunto, el resto de personajes los veo flojos. Cuesta creer, por ejemplo, que el dibujante, que es policía, llegue a contaminar la escena de un crimen dejando sus propias huellas sobre la sangre y logrando así que el FBI sospeche de él. O que ese hombre, que se declara escéptico, participe en rituales santeros y crea ciegamente todo lo que su abuela le dice.

Las malas relaciones entre federales y policías, y el interés de unos y otros por colgarse medallas, salen a colación; pero de una manera infantil, que me ha parecido que roza el ridículo en ambos casos o, por lo menos, cuesta creer en determinados momentos. Uno de ellos es que la investigadora Russo sigue a su protegido, poniendo en riesgo su carrera, y lo hace cuando él dice conocer al criminal a través de una visión inducida por el rito que le practicó una vidente. Y que el FBI comience a sospechar de Nate Rodríguez no se argumenta lo suficiente, me ha parecido un pobre intento de aumentar el interés y dar fuerza a una historia deshilvanada. Policías y federales, en su conjunto, aparecen más como pardillos que como profesionales.

Esa mezcolanza de santería, religión fundamentalista y ciencia forense que compone la trama, no me ha captado; probablemente porque se ha llevado a extremos. También se juega con el pasado de Nate Rodríguez, intentando crear un misterio que, no obstante, despierta poco interés.

En definitiva, esto que he escrito es únicamente mi opinión. Lo que sí es cierto es que la originalidad de incluir bocetos e irlos elaborando, el lenguaje corporal que conoce el protagonista y le permite afinar en sus creaciones y cómo el lector asiste a la confección y estudio de un retrato robot o dibujo, merecen mención aparte. Esa aportación es muy interesante, muy detallada y enriquecedora. Salva una trama que, sin esos toques, habría resultado muy floja.

Pilar López Bernués

 

 

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