Aguafuertes

Opinión:

Entrar en contacto con la visión que un extranjero obtiene de tu tierra siempre es un ejercicio interesante, porque puede descubrirte aspectos que los habitantes de un lugar no llegamos a ver, por aquello de que los árboles no permiten ver el bosque. Si además lo hace un escritor de la calidad de este argentino, la cuestión se vuelve todavía más interesante. Roberto Arlt (Buenos Aires, 1900-1942), para quien no lo conozca, es un autor tremendamente enérgico, ácido cuando se tercia, en cualquier caso dotado de una voz personal muy poderosa, destinado a ser odiado o amado dependiendo de la naturaleza del lector. No resulta exagerado afirmar que "El juguete rabioso", su obra más popular, es uno de los libros más interesantes de la Argentina de principio del XX. Lo que encontramos es en esta colección bajo el título de "Aguafuertes" revela a un Arlt más reposado y clásico, ceñido a su labor de columnista del periódico bonaerense El Mundo en las publicaciones que realizara entre febrero de 1935 y julio de 1936. La selección realizada por Hermida editores entre las más de doscientas columnas producidas por el argentino me resulta tremendamente acertada, pues supone que cada una de ellas tenga un valor evidente para el lector. En el conjunto original se pudieron leer narraciones de sus viajes a Uruguay o Brasil, pero Toni Montesinos ha elegido para la ocasión una selección de aguafuertes peninsulares, complementada con la vecina Marruecos.

He leído con especial interés, como es lógico, los aguafuertes dedicados a mi Andalucía natal, y resulta sobrecogedor -por calidad e intensidad literaria- este testimonio de un viajero culto y buen observador de principio del siglo XX acerca de la miseria y las costumbres ancestrales que pervivían en la región. Las dedicadas a Marruecos son de un exotismo realmente interesante, porque además están escritas como mero viajero y no tienen ningún olor a colonialismo. Todas las columnas que se desarrollan en suelo africano tienen interés de una manera u otra, pero la dedicada a los narradores orales o cuentacuentos marroquíes podría formar parte de una antología de la columna de viajes. Los aguafuertes madrileños me han llevado de manera inmediata a aquellas escenas de la vida de la capital de mi idolatrado Gómez de la Serna.

Escritas con una prosa poética, personal y dotada de un gusto impresionista muy agradable al lector de fino paladar, estas estampas de viajero resultan siempre atractivas por la selección de detalles (tremendamente personal, más cercana a la literatura que al periodismo) y la capacidad del autor para crear imágenes desde la palabra.

Rafael Ruiz Pleguezuelos