¡Oh, esto parece el paraíso!

Opinión:

Maravilla reconocer cómo una novela tan breve como "¡Oh, esto parece el paraíso!" pueda contener tantos temas, y además tratados con tanta profundidad. También ofrece una idea de la maestría de Cheever pensar que la obra tiene una vigencia absoluta por forma y contenido, como si hubiera sido escrita ayer. Y la firmó en su vejez, en el ya lejano 1982. Se trataba de su quinta y última novela, y quizá por ser un tipo de despedida se trate de una novela serena, luminosa a la manera en que una obra de este autor puede serlo. De cualquier forma un producto rotundamente interesante, una recopilación de historias tristes pero de una tristeza tratada con una gran belleza y gusto.

"¡Oh, esto parece el paraíso!" es en primer término una novela de soledad y amor en la edad avanzada, ya que nos llega a interesar mucho la historia de ¿amor? de nuestro protagonista (si es que en una novela de Cheever hay alguien que se merezca llamar así, pues al final cada pequeño detalle cobra la misma importancia que la trama general) con una misteriosa agente inmobiliaria, una de esas historias que desde el principio parecen destinadas a salir mal, pero que Cheever sabrá resolver de una manera tremendamente sorprendente para el lector.

La novela que ahora edita Debolsillo es también, y quizá sea el elemento de más valor de la obra pasado el tiempo, una denuncia de la cadena de crímenes ecológicos que se cometen en aras del desarrollo industrial y urbano. Lemuel Sears, que así se llama nuestro héroe, se lanza a la defensa de un lago llamado Beasley, sobre el que los especuladores están realizando vertidos para poder utilizar la tierra que ocupa. El lago no importa a nadie, se imaginarán, y ahí aprovecha Cheever para mostrar al lector toda una simbología de lo natural como belleza inmaculada, en la visión del agua cristalina como esa pureza que tanto nos falta en la sociedad que vivimos. Sears tendrá que enfrentarse a la mafia local para salvar el lago, en una trama de interés ecológico que tiene una tremenda vigencia e interés, pues sabe integrar ecología y poesía con mano maestra.

Hay más historias en "¡Oh, esto parece el paraíso!", entre las que destaco la subtrama del bebé perdido en la autopista, una muestra más del genio de Cheever para tomar un motivo sorprendente y crear de él pura literatura.

La novela comienza diciendo que "Esta es una historia para leer en la cama, en una vieja casa, en una noche de lluvia." Estoy de acuerdo con Cheever y además no se me ocurre una forma mejor de recomendársela.

Rafael Ruiz Pleguezuelos