Manolito

Opinión:

Cuando decidí leer "Manolito", no sabía lo que iba a encontrar. Pero que la obra haya sido ganadora del V Concurso de Narrativa para Autores Noveles Manuel Díaz Vargas, ya era un aliciente para darle una oportunidad.

Emilio Alonso nos trae dos historias cotidianas, podríamos decir que hasta reales, que el destino ha unido de una manera muy curiosa.

Podríamos decir que la narración se alterna entre dos voces. Por un lado tenemos al propio autor, que nos narra parte de su vida. Los hábitos que adquiere cuando se queda en el paro, cómo se siente, el miedo a enfrentarse a una nueva etapa, el bloqueo frente a la página en blanco y su frustración.

Posiblemente con el autor simpaticemos bastante, ya que en más de una situación similar nos hayamos sentido igual. Esa necesidad de hablar, de desahogarnos, que parece que le da más importancia a nuestros problemas. O quizá seamos nosotros quienes, en ocasiones, le demos más importancia de la necesaria. Pero está claro que al pronunciarlos, al hablar de ellos, los problemas parecen más reales y más importantes, sobre todo cuando inmiscuimos a otra persona en ellos.

Lo que no nos damos cuenta, y aquí Manolito nos lo hace ver cuando habla con nuestro escritor, es que seguramente haya personas con problemas mucho peores que los nuestros y que no se regodeen en ellos, que intenten que no les afecte tanto y siempre estén con una sonrisa en la boca.

Un ejemplo de ello es Manolito, nuestro otro narrador. Manolito tiene enanismo, pero ello no le ha impedido cumplir su sueño: ser torero. Es más, ve una tontería que se denomine a las personas como él, con nomenclaturas más políticamente correctas, como pueden ser personas de talla baja, o personas con acondroplasia. Él siempre ha dicho que es enano, y como tal, quería ser torero, quería ser el primer torero matador enano del mundo.

Manolito, a través de la narración de su vida, y todo lo que ha sufrido y lo que ha tenido que pelear, nos demuestra que los obstáculos nos los ponemos en muchas ocasiones nosotros mismos.

Manolito entiende que por su estatura no podrá ser torero, ¿cómo iba a clavar las banderillas, subido a una escalera? Pero sí que persigue su sueño convirtiéndose en bombero torero, además uno de los más famosos, y en dónde, justo antes de retirarse, sí que consigue ser un torero matador.

Manolito da la inspiración necesaria para que nuestro escritor, muchos años después, persiga su sueño, escribiendo y presentando sus relatos en diversos concursos.

Como curiosidad, muchos de los detalles que se encuentran en la novela acerca de los toros y del mundo del toreo cómico, como son los famosos "bombero torero". Yo siempre había oído esa expresión, pero no sabía de qué venía y me ha resultado interesante leer sobre ello. Las representaciones que hacía, la escenografía, y sobre todo que tanta gente estuviese en ese mundillo, y que atrajese a tanto público para ver los espectáculos.

"Manolito" no trata sólo sobre el toreo. Es mucho más, una lección de vida, de valor, de supervivencia, de no rendirse, y de pelear por nuestros sueños.

A mí, personalmente, no me gustan los toros, pero ello no me ha impedido disfrutar de la novela y del trasfondo de enseñanzas que nos dejan los personajes.

Vane Gómez