Anika entre libros

Pedro Juan Gutiérrez (Desayuno en Tiffany (Desayuno con diamantes) Truman Capote)

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Pedro Juan Gutiérrez

(Escritor)

Desayuno en Tiffany (Desayuno con diamantes) Truman Capote
Uno de los libros que más recuerdo siempre es "Desayuno en Tiffany", de Truman Capote. Lo leí cuando yo tenía apenas 16 años, en la biblioteca de Matanzas, mi ciudad natal.

Yo había leído mucho a esas alturas, pero sobre todo cómics. Había visto mucho cine. Norteamericano básicamente. Ese cine de los años 50 que marcó al siglo XX.

También había leído muchos libros. A lo loco. Sin orden ni método, como suceden siempre las cosas en Cuba. De un modo absurdo, surrealista, imprevisto. En mi país todo es como un juego. En estos días estoy en una pequeña ciudad de Sajonia: Chemnitz. Y percibo con más exactitud aún que el mundo puede ser sumamente ordenado, como en esta ciudad luterana.

Así que yo leía de un modo desconcertante. Y muchos libros al mismo tiempo: Engels, Sartre, Kafka, Verne, Dickens, Stephan Zweig, Zane Gray, Pearl S. Buck, Hemingway, Sherwood Anderson, Balzac, Boris Vian, y un largo etcétera, que incluye algunos poetas cubanos de los mejores hasta Hermann Hesse y Thomas Mann. Creo que era un lector demasiado precoz.

En fin, leía todo lo que caía en mis manos porque estaban además libros "prácticos" como los de Dale Carnegie, o manuales de pesca, etc.

Y en medio de ese maremágnum cae en mis manos por pura casualidad la noveleta de Truman Capote.

¡Me deslumbró!

Recuerdo perfectamente que me la prestaron en la biblioteca. La tuve varios días en casa y creo que la leí por lo menos dos veces. Quizás tres. Yo tenía 16 años. Quizás 17. Y pensé con toda nitidez; si algún día soy escritor, quiero escribir de este modo. Esto no parece literatura. Parece más bien un chisme. El tipo recordando a esa muchacha y sus locuras. Está escrito con suficiente "naturalidad" y candidez para convencer al lector.

Me llevó casi 30 anos aprender a escribir de ese modo. Escondiendo la estructura. El lector no puede percibir el trabajo del escritor. El lector tiene que estar convencido de que yo escribo sin pensar y que después no reviso nada sino que entrego al editor todo lo que escribo, como un torrente en primavera.

A los 44 años, en septiembre 1994, escribí el primer cuento de "Trilogía sucia de La Habana". Y me gustó mucho. Me dije: ¡Al fin, esto sí funciona! Y seguí escribiendo en silencio, en secreto, borracho casi siempre, por las noches ya tarde, durante tres años, hasta terminar el libro en 1997.

Detrás quedaron escondidos en un closet miles de poemas, cientos de cuentos y hasta una novela y la mitad de otra. Ahora sé que el aprendizaje fue duro y largo. Pero mereció la pena.
Firma: Pedro Juan Gutiérrez 
 
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