Anika entre libros

Eloy M. Cebrián (La historia interminable. Michael Ende)

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Eloy M. Cebrián

(Escritor y Profesor)

La historia interminable Michael Ende
Supongo que en la infancia de todos existen lugares míticos. El mío se llama el Cuarto de las Brujas. Así llamábamos mi hermano y yo al viejo trastero de la casa de mis abuelos. «No entréis allí, que hay brujas», nos decían para asustarnos.

Estaba al fondo de la casa (de la casa profunda, como diría Cortázar), en una zona remota y periférica que parecía lindar con la irrealidad. Para alcanzarlo había que cruzar el vestíbulo y el salón, y un alto pasillo con media docena de puertas que conducían a las alcobas. Luego, la luminosa cocina y un lavadero. Llegar allí era como regresar a casa tras un largo viaje.

Allí jugábamos mi hermano y yo en las lentas tardes de la infancia. Si entorno los ojos, puedo verme explorando las estanterías donde se guardaban los viejos muestrarios de mi abuelo: calcetines Molfort's según la moda de varias décadas, colonias Dana guardadas en preciosos estuches de color burdeos, con la imagen (para mí perturbadora) de una pareja fundida en un abrazo, carteles de Profidén adornados con sonrisas antiguas, como las de los artistas de cine. También un baúl lleno de ropa vieja que mi hermano y yo usábamos para disfrazarnos. Y una ventana ante la que siempre flotaba un enjambre de motas de polvo que el sol hacía brillar como joyas diminutas.

Otras veces prefería estar solo y leer ante la ventana. Recuerdo que hubo un libro en especial. Se titulaba La historia interminable y su autor era el alemán Michael Ende. En la novela, un niño llamado Bastián Baltasar Bux se esconde en el desván de su colegio para leer las aventuras de Atreyu, el heroico muchacho de la tribu de los Pieles Verdes a quien la Emperatriz Infantil encomienda la salvación de su reino. Y mientras esto ocurre, otro niño llamado Eloy lee cómo Bastián devora las aventuras de Atreyu en el reino sin fronteras de Fantasia. Igual que Bastián, Eloy se ha escondido para que nadie lo distraiga de la lectura. Se ha refugiado en el Cuarto de las Brujas y está sentado a lo indio sobre un viejo colchón, con el libro de tapas color cobre sobre el regazo. Eloy ha olvidado que existe un mundo afuera. Tampoco recuerda que existe algo llamado tiempo. La hora de la merienda pasó hace mucho, pero Eloy no siente hambre ni experimenta ninguna otra necesidad. Sólo le importa esa Historia Interminable contenida en el libro de tapas color cobre. Intuye que él mismo forma parte de esa Historia y que el reino de Fantasía es también su patria. Mientras lee, Eloy tiene la sensación de que su propia vida es una historia contenida en un libro, un libro de tapas color cobre que tal vez alguien está leyendo en ese mismo momento.

El Cuarto de las Brujas no era más que el trastero en una vieja casa que ya no existe, pero también era un depósito de esa sustancia que sólo conocemos en las etapas más tempranas de la vida, la materia radiante y tenue de la que está hecha la felicidad. Es más, a veces pienso que esta extraña vida de adulto no puede ser real, tan sólo el mal sueño de un niño que, vencido por la fatiga, se quedó dormido mientras leía en el Cuarto de las Brujas.
Firma: Eloy M. Cebrián
 
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