Anika entre libros

Entrevista a Yeyo Balbás por "Pax Romana"

"Para mí, la fase de documentación es una fuente constante de ideas para desarrollar el argumento y construir los personajes. También resulta esencial para una ambientación exótica, detallista y atractiva, alejada de tópicos"

Firma: M. J. Sánchez / Fotos cedidas por el autor / Octubre 2011

 

Yeyo Balbás nació en Torrelavega (Cantabria) en 1972 y ha trabajado durante quince años en distintos campos de la divulgación histórica, como ilustrador y realizando documentales y cortometrajes. Tras formar parte del consejo de redacción de Memoria, actualmente colabora en la revista de historia militar Desperta Ferro. Pax Romana es su primera novela.

 

ENTREVISTA

 

¿Cómo surgió en ti la vocación de escritor?

Comencé a dibujar cómics con tan sólo diez años, que fotocopiaba y vendía a mis compañeros de clase. Más tarde, pasé a publicarlos en fanzines, después me dediqué a realizar cortometrajes, documentales y vídeos industriales, y de ahí pasé a escribir guiones de largos y relatos literarios. Llevo escribiendo ficción desde hace mucho tiempo, abordando infinidad de géneros, algo que he compaginado con artículos en revistas como Memoria o Desperta Ferro, y otras labores de divulgación histórica. Una novela de estas característica tan sólo supone la confluencia lógica de ambos intereses.

 

Una novela más sobre Roma… ¿qué es lo que tu novela aporta de nuevo al escenario de las novelas "de romanos"?

Siempre tendemos a escribir sobre aquello que conocemos mejor y no sólo es una cuestión de gustos personales, sino también de poder hablar con solvencia sobre algo. Roma siempre me ha fascinado, y ha influido mucho en mi dedicación a la recreación histórica, una afición que aquí en España es poco conocida aún, pero que en otros países se tiene yeyo1en consideración entre los historiadores. Creo que si hay algo original o diferente en esta novela es precisamente ese punto de vista.

 

¿Qué es lo que aporta la recreación histórica a la literatura?

Uno de los grandes problemas al escribir una novela ambientada en la Antigüedad o en la Edad Media es que los personajes se desenvuelven en un entorno muy distinto y emplean una tecnología radicalmente diferente a la actual. Además, esa tecnología está en muchos casos rodeada de infinidad de mitos, como que las espadas medievales eran extremadamente pesadas o que un combate se decidía tan sólo mediante la fuerza bruta.

Eso no quiere decir que las novelas históricas en general carezcan de rigor, pero sí es cierto que el desconocimiento sobre la tecnología y vida cotidiana suele redundar en una cierta vaguedad en las descripciones que deja a la acción en una especie de limbo indefinido. Y eso afecta a la calidad literaria. Por poner un ejemplo, las batallas se describen a vista de pájaro, o se pasa de puntillas (cuando, por lógica, deberían ser un punto álgido de la narración), o se explotan tópicos creados por el cine, lo cual le resta originalidad y viveza.

 

¿Consideras, entonces, que es necesario ser recreacionista para escribir sobre el pasado?

No, en absoluto. Sin embargo, creo que la recreación histórica aporta una experiencia muy útil para suplir todas esas "carencias" en cuanto a conocimientos de la vida en otras épocas que nos impone la sociedad actual, en la que todo está automatizado. Obviamente, con esto no pretendo decir que gracias a participar en la recreación de una batalla es posible saber cómo se sentía un legionario romano en Alesia. Sin embargo, creo que sí puede permitir comprender muchos aspectos de un enfrentamiento armado y hace posible realizar descripciones "desde dentro", al igual que en otros aspectos de la vida, como la comida o la mentalidad de la época en términos generales. Es algo que creo que puede percibir incluso un lector sin unos especiales conocimientos en historia.

  

Si tuvieras que definir la novela, ¿cómo lo harías?; ¿es una novela militar, política, o de aventuras?

La acción gira en torno a la vida cotidiana de unos legionarios romanos y las vicisitudes de todo tipo en las que se ven envueltos, luego en buena parte es una novela militar y de aventuras. Pero, por otro lado, también hay un trasfondo de intriga política, pues hay una segunda trama que se desarrolla lejos de Cantabria, en Roma. Más que la adscripción a un subgénero u otro lo que me preocupaba era no aburrir. De hecho, lo primero que he preguntado a los amigos y conocidos que la han leído es si han disfrutado.

  

¿Y lo han pasado bien?

En principio, los comentarios han sido muy positivos, aunque aquí son los lectores los que tienen verdaderamente la palabra.

 

Volviendo al texto, es obvio al ojear la novela, y mucho más al embarcarse en su lectura, que la documentación rigurosa es unos de sus platos fuertes. ¿Qué valor crees que tiene la documentación en el desarrollo de una novela histórica?

Mucha gente considera a la documentación un factor limitante para su creatividad, pero a mí me sirve de catalizador. Al leer una monografía de Keith Bradley sobre la esclavitud en Roma, descubres una serie de situaciones que podían darse y eso sirve de detonante para crear escenas que básicamente responden a preguntas del tipo "¿Qué pasaría si…?" Para mí, la fase de documentación es una fuente constante de ideas para desarrollar el argumento y construir los personajes. También resulta esencial para una ambientación exótica, detallista y atractiva, yeyo2alejada de tópicos.

El problema es que muchas veces a la documentación se la identifica con digresiones eruditas metidas con calzador. Información superflua, que no tiene nada que ver con la trama, y que por tanto distrae la atención del lector; o con una terminología rebuscada, que hace más farragosa la lectura. La cuestión, en definitiva, no es meter o no una determinada información, sino cómo se hace y, sobre todo, por qué. Hay que preguntarse constantemente qué función cumple, y si es realmente necesaria. Si no se es capaz de encontrar una respuesta satisfactoria a esas preguntas, debería suprimirse.

 

Algunos sostenemos que viajar a los lugares en los que se desenvuelve la acción de una novela para apoyar la ambientación es indispensable, frente a otros escritores que consideran que Google puede suplir la experiencia inmediata; ¿qué opinas tú de este tema?

Lógicamente no siempre se puede hacer, y, entonces, no queda más remedio que recurrir a otros medios, aunque, francamente, yo prefiero consultar bibliografía antes que confiar en Internet donde a veces puedes llevarte amargas sorpresas.

En mi caso, por poner un ejemplo, antes de tratar de describir Roma, recorrí la ciudad durante una semana. Al visitar los museos Capitolinos, atravesé una bóveda del tabularium y llegué a una galería que permitía contemplar el foro, lo cual me sirvió de inspiración para una de las escenas. Si no hubiera estado allí, jamás habría sospechado que desde allí se pudiera contemplar una vista tan maravillosa, ni habría podido reflejar el impacto emocional que supone. Creo que visitar estos lugares, aparte del placer obvio de la mera visita, ayuda a reflejar las sensaciones que podría transmitir cada emplazamiento en el pasado. La finalidad de las descripciones de lugares va mucho más allá de ubicar físicamente a los personajes: muchas veces está supeditada a reflejar su estado anímico, o trasladar unas determinadas emociones al lector.

Por otra parte, los libros de historia no logran responder a preguntas del tipo "¿cómo olía la Suburra?" Y, lógicamente, ese barrio ha cambiado mucho en dos mil años. Por ello, viajar a países que aún conservan un nivel tecnológico similar también me ha resultado útil. La medina de Fez fue muy evocadora para recrear los bajos fondos de Roma; recorriendo sus estrechos callejones abarrotados de gente, descubrí que se ajustaban muy bien a las descripciones de los escritores latinos.

 

Uno de los platos fuertes de la historia, sin duda, lo constituye el gran realismo con el que está narrada la vida militar y, en especial, la experiencia de combate. ¿Cómo has abordado este tema?

Llevo veinte años leyendo libros de historia militar, un tema que me ha interesado desde siempre. Además, en mi caso, puedo sumarle mi experiencia como practicante de artes marciales. Esto es en el aspecto técnico una gran ayuda, pero más aún, te hace aprender que más allá de técnicas o habilidad, cada persona imprime su propia mentalidad y actitud a la forma de combatir. Las acciones de un personaje pueden reflejar seguridad, o una tendencia a precipitarse. Al igual que un diálogo, el desarrollo de un combate es la consecuencia de la interacción de dos actitudes (además de factores físicos, por supuesto). Y en lo emocional, ocurre lo mismo, aunque magnificado. Al entrenar, los problemas personales que hayas podido tener con un compañero son algo que, al contrario que en una conversación, no se puede ocultar.

He tratado de reflejar todo ello en la novela, de forma que las escenas de acción ofrezcan siempre una ojeada a la vida interior de los personajes. Una simple descripción de tajos y estocadas resulta tediosa; en cine, supone usar la violencia del mismo modo que la pornografía utiliza el sexo: como mera recreación visual. En literatura, no tiene ningún sentido.

 

Como autor novel, ¿cómo definirías tu experiencia?

A lo largo de los tres años que me ha llevado redactar Pax romana, el proyecto fue ganando entidad y, en cierto modo, cobró vida propia. A pesar de que escribir siempre es sinónimo de reescribir, eso me obligó a que ese proceso fuera mucho más laborioso de lo que debiera. Por tanto, la principal lección que he aprendido ha sido no intentar plasmar todas mis ideas antes de haber definido por completo la estructura del relato, las escenas, los personajes y la temática a tratar. Es algo que me habían recomendado muchas veces algunos amigos que ya habían publicado, y no te das cuenta de su importancia hasta que no pasas por el trago de tener que rehacer las cosas una y otra vez.

 

¿Cuál es tu próximo proyecto?

Actualmente, estoy trabajando en un documental titulado Polvo, sudor y hierro, centrado en la batalla de Las Navas de Tolosa, cuyo octavo centenario se celebrará el año que viene. He escrito el guión y formo parte del equipo de producción; este mismo mes hemos filmado un teaser y actualmente nos encontramos buscando financiación. Paralelamente, estoy inmerso en el trabajo de documentación para la continuación de Pax romana, cuyo argumento ya ha sido definido.

 

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