Anika entre libros

Entrevista a Tomás Álvarez por "El canto del alcaraván"

"En realidad lo que deseo contar, para que lo lectores la conozcan, es la historia de un fracaso, de una injusticia."

Firma: Erasmo R. / Fotos: autor / Agosto 2006

 

Decía el insigne cervantista andaluz Francisco Rodríguez Marín que Gustavo Adolfo Bécquer era el poeta del dolor y del amor. Salvando las diferencias, no creo andar muy descaminado si califico la última novela de Tomás Álvarez - "El canto del alcaraván"- como una obra surgida del dolor que produce el amor. Amor a lo que él considera su patria, que no sólo es su tierra leonesa, sino también a su infancia. De este y otros asuntos hemos hablado con este autor y periodista.

 

 

ENTREVISTA

 

Tomás ¿tú también, antes que entrar a comentar el libro, has caído en esa moda que lleva a los periodistas a escribir novelas o es otra historia, otra causa?

Tiene cierta lógica. El periodista, en el fondo, es un relator de hechos; algunos los vive él directamente y otros le son contados por terceros pero, en definitiva, los da a conocer a los demás a través de la noticia, del comentario o de la crónica.

Sin embargo, muchas veces, sobre todo cuando se trata de noticias, el espacio para expresar todo lo que se quiere contar se queda muy corto, no es suficiente y, por lo tanto, no es viable decir todo como nos gustaría para que llegase al lector de la forma más completa. Es posible que esta sea una explicación, por lo menos en mi caso lo es, del por qué muchos periodistas también nos dedicamos al campo más abierto de la literatura.

 

¿Y de esa necesidad de contar con más espacio nació tu última novela, El canto del alcaraván?

Algo así. En realidad lo que deseo contar, para que lo lectores la conozcan, es la historia de un fracaso, de una injusticia. El libro es el resultado del seguimiento que he hecho de una sociedad que poco a poco ha dejado casi de existir, de cómo lo he ido viviendo. La historia de unos pueblos que lo han dado casi todo y que a cambio no han recibido casi nada.

 

Es decir eres un observador que se decide a contar lo que ha visto...

Eso es. Claro que habría que advertir al lector que es mi visión personal de una realidad y que no pretendo nada más que escribir una novela, no hacer un ensayo.

Como sabes soy de León, una provincia que, al igual que otras de la misma comunidad a la que pertenece, fue suministrando mano de obra a las zonas que se iban a industrializar, sin que ello revirtiera para Castilla y León en la más mínima ventaja.

Y es curioso, permíteme el inciso, que incluso ese suministro de mano de obra se hizo de forma localizada. La mayoría de la inmigración castellano leonesa fue a parar al País Vasco y el norte en general, la aragonesa a Cataluña, lo mismo que la murciana y buena parte de la andaluza, que también, junto a la extremeña se fue ubicando también en Madrid.

 

Pero, en Valladolid se instaló la fábrica de Renault...

Es cierto, pero fíjate en el detalle de que se instaló en las cercanías de la capital de la provincia, con lo que contribuyó aún mas que esa sociedad rural, que es a la que yo me refiero, sufriera todavía más el desgaste que ha supuesto el proceso de industrialización.

 

Y las consecuencias han sido desastrosas para esos pueblos...

Creo que ahora la mayoría no os lo podéis ni imaginar. Eso es lo que yo trato de contar en mi novela. No se trata sólo del posible fracaso personal de emigrante que muchas veces se ha sentido desarraigado, incluso en el caso de que al llegar a su pueblo, con coche y decir que tenía casa propia en la capital, fuese considerado un triunfador.

Es el fracaso de un pueblo que paulatinamente se ha ido quedando sin jóvenes, sin niños, y por tanto sin futuro, absolutamente condenados a muerte, con una población envejecida y lo que es peor sin poder hacer nada por evitarlo.

Te daré un dato que puede ayudar a comprender un poco mejor la situación de la que te hablo. Actualmente en Castilla y León hay un millón de jubilados y sólo un millón de personas por debajo de los 15 años. Creo que es suficientemente significativo.

Con el paso del tiempo se han ido cerrando las escuelas, algunas de las cuales están ya en ruinas, no hay sanidad, no hay más diversión, cuando la hay, que el casino (bar) donde lo único que se puede hacer es jugar a las cartas o ver la televisión que ha contribuido a entontecer más que a formar. Ten en cuanta que durante muchos años, y aún hay, sólo se puede ver un canal.

 

Es cierto que a veces todos estamos un poco desarraigados y nos sentimos. ¿Es este, siguiendo esa pauta, un libro autobiográfico?

No, no tiene nada de autobiográfico, al menos en el sentido que se da a ese concepto. Es cierto que los hechos que ocurren, aunque novelados, se corresponden con una realidad que yo sí he vivido pero como observador, como tercera persona, tal y como ya te comenté.

Aunque se podría decir que, en la medida que soy parte de esa realidad, también tiene algo de autobiográfico, pero sólo en ese sentido.

 

¿Quiénes son los responsables de esta situación tan triste?

Fundamentalmente es el propio Estado, que no ha sabido evitar la decadencia, no ha generado posibilidades, las líneas conductoras para la supervivencia de esos pueblos y lo ha abandonado a su suerte.

Por eso, creo que eso que han llamado el estado del bienestar, por lo menos en lo que especta a estas personas es una auténtica filfa.

Los que se han quedado son unos náufragos, pero los que han salido, en la mayor parte de las ocasiones también. ¿Dónde está el bienestar?

 

¿Crees que tu libro es una obra dura?

Creo que sí, que es dura, como lo ha sido la vida de estos pueblos. Sé que lo estás leyendo y no te voy a contar el final, pero desde luego creo que por lo que hace a estas pequeñas sociedades rurales no hay esperanza.

 

Es posible que si quede algo, que no todo sea tan trágico...

Haz un recorrido por los pueblos de la zona de León que describo y ya me contarás después qué opinas.

 

Así lo haré, aunque no tengo duda de que tu observación se corresponde con la realidad. Cambio de tercio, ¿qué proyectos literarios tienes?

Pues mira, confieso que en este momento no tengo nada que pueda salir de forma inmediata. Esto requiere tiempo, que es algo que me falta y prefiero ir más despacio y hacer las cosas bien.

 

¿Tu labor periodística te quita mucho tiempo?

Bastante, bastante. Acabo de empezar como quien dice con la dirección de Economía de la Agencia EFE, y eso me lleva mucho tiempo. Es complicado, pese a que yo empecé en esa área de trabajo hace muchos años. Esa es precisamente la diferencia.

Entonces, cuando todavía vivía Franco, en España casi no tenía competencia la información económica pero ahora la competencia es muy dura y hay que estar siempre "al loro".

 

¿Empezaste en EFE?

Así es. Ya te digo que todavía gobernaba Franco y entonces como la política era un tema con muchas dificultades para los informadores, había mucho más campo de acción en la economía, eso sí, dentro del orden establecido. Así que me dieron la responsabilidad de montar la sección de Economía en EFE y la verdad es que las cosas salieron bastante bien.

 

Después has estado en varios sitios más, entre ellos Valencia durante el 23-F...

Exacto. Estuve en Buenos Aires y en otros medios informativos, tanto de prensa escrita, como en Televisión. Y, en efecto, viví en golpe de Estado en Valencia y, desde luego, te puedo asegurar que no fue un momento agradable de mi vida. Ahora visto con la perspectiva del tiempo se ha quedado en un mal recuerdo pero, en ese momento, las cosas parecía que se iban a torcer de forma definitiva. Fue un mal trago. No sólo como periodista, sino en primer lugar como ciudadano que quería ser libre.

 

Volvamos a la literatura. Tú has escrito dos novelas, dos libros de viajes y algunas obras más. ¿Te sientes satisfecho o les cambiarías algo?

A todos los libros después de escritos les cambiaría algo. Así que imagínate qué haría con los que escribí en primer lugar. Sí les cambiaría cosas ciertamente, lo que no quiere decir que, en términos generales, no esté satisfecho. Lo que no haría es cambiar algo siguiendo una moda.

 

¿Creo que eres además aficionado a la pintura?

Crees bien. Precisamente ahora le dedico más tiempo a esa otra afición que a la de escribir. Es una cuestión de tiempo, porque al final siempre hay que elegir y la pintura me supone actividad muy atractiva.

 

Pues Tomás, muchas gracias por tu atención y que El canto del alcaraván no sea un mal augurio en esta ocasión.

Gracias a vosotros y espero que tengas razón. 

 

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