Anika entre libros

Entrevista a Tim Harford por "El economista camuflado"

"un economista camuflado está mirando lo que hay a su alrededor y se cuestiona el porqué de todo ello, cuáles son las razones económicas que motivan lo que sucede"

Firma y fotos: Manel Haro / Julio 2007

 

Tim Harford es tutor en el área de economía de la Universidad de Oxford, escribe para el Financial Times y es redactor de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, donde ha escrito los informes más mencionados de esta institución. Anteriormente escribió The Market for Aid junto con Michael Klein, todavía no traducido al español.

Su última obra es "El economista camuflado": la economía de las pequeñas cosas, publicado por Temas de Hoy. En tan solo unos pocos meses ya ha alcanzado la sexta edición en España y el libro se ha alzado en las listas de los más vendidos en varios países del mundo. Ha sido traducido a 21 idiomas y ha sido alabado por escritores y publicaciones de fama internacional.

Hemos estado tomando un café con él en Barcelona y charlando sobre su libro.

 

 

ENTREVISTA

 

Tim, ¿la intención del libro es acercar a los lectores el mundo de la economía?

Sí, hay básicamente dos razones, la primera es que los fenómenos que nos rodean, atascos, cafés, supermercados…, se pueden explicar por razones económicas. Para entender nuestra vida conviene entender la economía. En segundo lugar, a mí me gusta pensar, cuando entro a un café o a un timharford1supermercado, el porqué de esas razones económicas y quería compartir ese gusto con los lectores.

 

Para los que todavía no han leído el libro, ¿qué entendemos como "economista camuflado"?

Un economista camuflado es una persona que lleva una vida normal, entra a cafeterías, va a supermercados, sufre atascos… La diferencia es que esa persona está observando esa vida cotidiana como el economista que lleva dentro, está mirando lo que hay a su alrededor y se cuestiona el porqué de todo ello, cuáles son las razones económicas que motivan lo que sucede.

 

El libro trata muchos temas, uno de ellos es las estrategias de las empresas para obtener más beneficios. ¿Podemos decir que, de entre los muchos motivos que hay, el principal de que un producto sea caro, es que el cliente está dispuesto a pagarlo?

Sí, en países como España o Inglaterra tenemos mucha suerte, somos muy ricos si comparamos nuestra situación con la de los africanos o incluso con la de nuestros propios abuelos. Así que cuando vamos a comprar algo, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, porque somos vulnerables a que los vendedores nos convenzan de que debemos pagar un determinado precio. Las cosas son muy caras si nosotros dejamos que sean caras.

 

Dices que durante un tiempo Amazon ponía precios variables a un mismo artículo según el tipo de cliente y lo que estaba dispuesto a pagar utilizando un sistema de seguimiento con las cookies del ordenador. ¿Actualmente hay empresas que utilicen técnicas semejantes?

Sí, por supuesto (ríe). Todo depende de la percepción del consumidor y de la etiqueta que los vendedores quieran poner. Pongamos un ejemplo, tenemos dos cafés, uno es normal y cuesta 1 euro y el otro es de comercio justo y cuesta 1,10 euros. Si el vendedor de café normal te dice que es café normal, no pasa nada, pero si el vendedor de café normal, te dice que es café de explotación y te cobra menos porque explota a sus empleados, a ti no te parecerá bien.

El error de Amazon es que fueron muy torpes en la manera en que presentaron esto, no supieron maquillarlo bien, ponerle la etiqueta correcta. Es lo mismo que cuando vas a comprar una cámara digital y te cobran una cantidad determinada por una normal y otra muy superior por una profesional. Te dicen que la profesional es mejor, qué tiene más ventajas y es cierto. Pero el problema es que el software es el mismo, pero van desactivando cosas para que esa misma cámara sea amateur y no profesional. Eso es terrible.

 

Lo mismo ocurre con las impresoras según cuentas en el libro. Hay algunas marcas que tienen dos modelos diferentes: uno es mejor, imprime más rápido y otro modelo va más lento, pero en realidad es el mismo software, con la diferencia de que la más económica lleva instalado un chip que hace que vaya más lenta.

Sí, exactamente. Hay algunos ejemplos más en el libro.

  

Una multinacional como McDonalds ¿en función de qué pone fija sus precios? ¿Quizá depende de la ciudad en la que se encuentre?

Sí, depende mucho del contexto en el que estén los consumidores. Por ejemplo, en Moscú, cuando se abrió un McDonalds era caro porque era un lujo, era una novedad, nunca había habido algo parecido allí. En Nepal ocurría lo mismo, era caro porque era un lujo, un signo de sofisticación. En cambio en América es donde comen los pobres, depende mucho de la percepción que tengan los consumidores y el contexto en el que estén.

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Foto de un Starbucks Coffee de Barcelona (en el libro habla mucho de esta cafetería)

 

Ahora se me ocurre que hay empresas de venta por Internet a las que puede acceder todo el mundo, como algunas aerolíneas, que venden billetes de avión a 0 euros. ¿Cuál es su estrategia?

Algunas empresas hacen esto como reclamo, ponen un precio barato, pero luego acaba siendo más caro porque cobran gastos de gestión, tasas, suplemento por tarjeta de crédito, suplemento por escoger asiento…

De todos modos hay varias razones que explican estos precios bajos. Por un lado, la compañía, mientras venda una porción del pasaje al precio normal, realmente no le supone nada vender pasajes más baratos. Si ya tienes el avión medio lleno, poner unos asientos económicos, no es muy costoso para la compañía.

Por otro lado, hay experimentos que se han hecho con ebay, donde se pone un precio bajo, pero el precio final acaba siendo más alto, es decir, el consumidor se apresura a comprar en el caso de la aerolínea o a pujar en el caso de ebay porque ve que el precio es barato. Estás más dispuesto si ves una oferta, aunque luego el precio suba.

 

Hobbes decía que la naturaleza humana era profundamente egoísta y expone que la inseguridad les lleva a la anticipación y al dominio sobre los demás. En el libro aparece varias veces la palabra "egoísmo". ¿Podemos decir que es uno de los aspectos claves del actual sistema económico?

Sí, me recuerda el personaje de Michael Douglas en Wall Street cuando dice que la avaricia es buena, a mí eso no me gusta. Reconozco que la gente es egoísta y avariciosa, es una pena, pero eso no necesariamente significa que el mundo sea malo. Creo que este sistema económico canaliza ese egoísmo de manera positiva; es decir, el egoísmo que bajo otras circunstancias o regímenes puede convertirse en violencia, en robo… en este sistema económico se manifiesta en la necesidad de producir más y mejor, de comerciar, intercambiar mercancía… O sea que este sistema económico utiliza el egoísmo de manera productiva. En Wall Street se ven a los corredores de bolsa muy agresivos, gritando… da un poco de miedo, pero es mucho mejor esto antes que esa misma gente utilice la agresividad con las armas.

 

Entonces aquella famosa frase de "la explotación del hombre por el hombre" sería un radicalismo…

Sí (ríe), Adam Smith decía que el carnicero no nos da la carne porque nos quiera, sino porque le interesa por su propio beneficio, para ganar dinero. Creo que eso es lo fundamental de la economía.

  

¿Los gobiernos de los países desarrollados intervienen demasiado o más bien poco en el mercado empresarial del país?

En los países desarrollados tenemos un buen balance; es decir, hay un aspecto amplio de intervencionismo. Por ejemplo, Estados Unidos tiene un gobierno poco timharford2intervencionista, pero hay otros que son más intervencionistas, como España. En Suecia la regulación es baja, es muy fácil comerciar y tener iniciativas, aunque hay muchos impuestos. Creo, de todos modos, que la cuestión no es tanto de intervencionismo en cuanto a más gobierno o menos gobierno, sino buen gobierno o mal gobierno. Por ejemplo, los gobiernos africanos son malos, pero en Europa son buenos. Ahí está la clave, en cuán positiva es esa intervención.

 

Antes has mencionado a Adam Smith y a propósito de esta última pregunta, me viene a la cabeza la teoría de la mano invisible…

Sí, yo creo que la teoría funciona todavía, los mercados funcionan muy bien, aunque tienen problemas, claro: la desigualdad, el impacto ambiental, la mala información, si no se está bien informado, no se puede decidir bien, la existencia de monopolios…

Pero en general creo que el mercado funciona bien, es positivo. Lo que es importante es cómo abordar específicamente cada uno de estos problemas.

 

Por ejemplo, en cuanto a lo del impacto ambiental parece que estamos ante una situación de pánico.

Por un lado me parece algo exagerado la que se está montando, pero por otro uno se da cuenta de que un mandatario está en un gobierno cuatro u ocho años y en cambio, el calentamiento global produce cambios en el clima en períodos muy largos de tiempo, así que quizá sea necesario crear un pánico para que se hagan políticas a largo plazo para combatir este asunto.

 

En el libro también hablas del impacto ambiental en los transportes y propones que los coches más contaminantes, paguen más impuestos. Precisamente en España se acaba de aprobar esta ley. ¿Crees que es una buena solución o es un simple parche al problema?

Me parece bien, pero hay que tener mucho cuidado con la cuantía de estos impuestos porque hay mucha política y manipulación en la manera en que se fijan estos impuestos. Por ejemplo, en el Reino Unido a los coches grandes quieren imponerles un impuesto que es el triple de lo que paga un coche normal y en realidad estos coches no contaminan tanto, no el triple que otro coche. Por esa razón hay que ir con cuidado con la forma como se fijan estos impuestos, el consumidor debe estar atento.

Fíjate que por cada tonelada de monóxido de carbono que emite una central eléctrica, tiene que pagar cinco euros. En cambio, por cada tonelada que emite uno de estos coches, tiene que pagar 25.000 euros. Claro, el consumidor no los paga porque no emite una tonelada, emite un kilo, tiene que pagar 25 euros, mientras que la central pagaría por un kilo solamente 0,005 euros. A mí esa disparidad me parece injusta, que un coche deba pagar esa cantidad y una central eléctrica menos.

 

Cuando tratas el tema de los países pobres, te refieres básicamente a la corrupción de los gobiernos y de las instituciones públicas del mismo país. ¿Pero no hay factores externos que también ayuden al crecimiento de la pobreza? Por ejemplo, los altos intereses de los préstamos…

El problema no son los altos intereses, por ejemplo los préstamos del Banco Mundial no tienen intereses en los primeros 25 años. Un préstamo personal que tuviera esta ventaja sería una maravilla, nadie pondría objeciones a eso. Hay problemas económicos más severos de fondo en la economía de los países africanos. Nosotros vivimos en países europeos donde el mercado funciona de una forma increíblemente bien y creemos que eso es lo normal, pero en realidad no lo es. Es algo extraordinario.

Se hizo un experimento para explicar la corrupción en países africanos, es decir, eso se puede arreglar porque es algo coyuntural o es que está en la cultura de los habitantes de Camerún. Se hizo un estudio con los diplomáticos en Nueva York y sus multas de tráfico y se descubrió que los diplomáticos sudaneses, por ejemplo, acumulaban 2.000 multas, que no tenían que pagar, claro. En cambio, los diplomáticos escandinavos solo tenían 12 y sí las pagaban. Se cambió la ley en Nueva York y se impuso una multa que sí se debía pagar y la retirada del coche y en ese momento las multas de los funcionarios sudaneses descendieron drásticamente. Así que sí, los cambios en las leyes pueden mejorar la cultura de corrupción en un país.

 

¿Temes que alguna de las frases del libro pueda sacarse de contexto, como por ejemplo en cuanto al tema de las empresas explotadoras en el tercer mundo?

Siempre es posible cuando uno escribe un libro que haya alguna frase que pueda resultar ofensiva. Seguramente si no las hubiera, sería un libro aburrido. El mensaje del libro sobre estas grandes fábricas es que cada país las tiene. Lo preocupante es que el miedo a este tipo de horrendos lugares se convierta en un prejuicio contra economías extranjeras. Yo no cuestiono los motivos que puedan tener una ONG de derechos humanos ni un grupo de estudiantes que protestan porque en China hay este tipo de fábricas donde se explota a los trabajadores. A mí lo que me preocupa es cuando un grupo de trabajadores de una fábrica occidental ataca o protesta contra el gobierno chino porque se plantea si no hay ahí un intento de competencia desleal.

Yo he estado en esas fábricas, las he visitado. La gente me puede acusar de equivocarme en cuanto a cuál es la solución o cómo abordar este problema, pero nadie podrá acusarme de no haberme preocupado, porque sí he reflexionado, sí me he preocupado y sí he escrito sobre el tema.

 

Pues muchas gracias, Tim, por este repaso a la economía.

De nada (ríe)

 

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Tim Harford y Manel Haro tras la entrevista

 

 

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