Anika entre libros

Entrevista a Sergio Parra por "Frío"

"Nunca esperé ningún premio para "Frío". En general, los premios suelen recibirlos obras de estructura muy clásica y temática muy trillada"

Firma: Manel Haro / Fotos: autor / Junio 2005

 

Sergio Parra nació en Barcelona en 1978 aunque actualmente reside en Calafell (Tarragona). Ha escrito varios relatos que han recibido varios premios. Entre sus novelas están "What hath God wrought" (Finalista del Premio UPC 1999), "La granja de Dios" (Premio Pc-Actual 2001), "Las gafas de Platón" y la que nos ocupa en esta entrevista: "Frío" (publicada por Septem Ediciones).

En la red tiene una web propia: www.sergioparra.com  con enlaces a su obra.

 

 

ENTREVISTA

 

La novela trata sobre una relación en la que el hombre parece insensible y la mujer está angustiada por ello. Ella tiene que buscar medios casi desesperados para obtener el cariño de su marido. ¿Resulta un icono o metáfora de algún aspecto de la sociedad actual? ¿De las relaciones de pareja de hoy día?

En efecto, la frustración creciente de la protagonista representa una patología muy común en la actualidad que, sin embargo, todavía no se ha identificado lo suficiente como tal: la confusión entre amor y miedo a estar solo, dos sentimientos que suelen confundirse pero que no podrían ser más antagónicos. Pues el primero es un amor hacia el prójimo y el segundo, amor a uno mismo.

Debido a un buen puñado de razones de reciente implantación, como pueden ser la soledad del individuo en la masa de una gran ciudad, y a otras más arraigadas, como el concepto demodé e idílico del romanticismo, se ha tendido a pervertir el amor, convirtiéndolo en dependencia. Uno ya no quiere. Quiere que lo quieran, sin detenerse a pensar que ese sentimiento sólo tiene sentido (y valor) si surge sin que nosotros lo forcemos en el otro. Ya Ortega y Gasset nos advertía de nuestra ignorancia en lo relativo a los sentimientos, pues popularmente se ha considerado incongruente el conocimiento racional de algo tan volátil e irracional como son las pasiones humanas: su análisis crítico desvirtuaría al sentimiento, lo condicionaría, lo convertiría en otra cosa, se ha pensado siempre. Porque el sentimiento debe correr libre y poco importa si es sano o insano, sólo si es díscolo es sentimiento.

Por ello, Ana, termina recurriendo a los ardides más reprochables para forzar en su marido un amor que jamás existió.

De este modo, la novela tiene dos lecturas: una romántica, en el sentido más clásico del término, y otra, más simbólica, que criticaría la primera, cuestionando el significado de la palabra amor. Ambas, quede dicho, no son incompatibles. Por esa razón siempre definí "Frío" con un oxímoron: una historia de amor apasionadamente fría y cuadriculada.

 

El personaje de Fred (el marido) parece en algunos momentos como si fuera una parte más del mobiliario. Se comporta como si fuera un vegetal, que no puede aportar nada ni hacer nada (por ejemplo, no es capaz siquiera de hablar en las comidas…). Sin embargo en otros momentos, sí parece cobrar personalidad y hasta sentimientos (al menos algo se percibe): trata con el apelativo "cariño" a su hija, dice él mismo que "necesita" decirle a su esposa que en un empleo anterior de profesor lo despidieron por ser demasiado cuadriculado y se llama a sí mismo "monstruo"… Además, a pesar de no tener sentimientos, sí se ha casado y ha tenido una hija. ¿No has subestimado el poder de los sentimientos? Es decir, ¿una persona sin sentimientos podría hacer todo esto?

En un principio, el personaje de Fred no pretendía ser verosímil. La falta de sentimientos y su exagerada abulia no eran más que recursos literarios para explicar lo que me interesaba. Fred es el hielo, Ana es el fuego. Y, en todo caso, la visión que tenemos de Fred es siempre la visión que nos ofrece la protagonista, pues la narración es en primera persona. De esta manera, este subjetivismo podría excusar el que un hombre que parece estar muerto haya llevado a cabo tales hazañas: quizás no esté tan muerto y sólo sea la narradora quien exagera.

Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando, al terminar la redacción de la novela, tuve la ocasión de leer acerca de desórdenes mentales cuyos efectos eran casi idénticos a los padecidos por Fred. Y, precisamente, estos desórdenes se caracterizan por continuas intermitencias en los sentimientos, como si alguien los accionase o los desactivase de forma aleatoria. Fred existe. Así como hombres que confunden a su mujer con su sombrero, hombres que no perciben el movimiento de las cosas, como si el mundo fuera una fotografía, u hombres que pierden la moralidad, la vergüenza y los modales de la noche a la mañana. Como de costumbre, y pese al tópico, la realidad supera a la ficción, y más tratándose de ese gran desconocido que es el cerebro.

 

Ana (la protagonista) es enfermera y son obvias las alusiones a su profesión. ¿Ha habido un proceso de documentación?

Sin duda lo ha habido, y exhaustivo. Antes de abordar "Frío" no tenía mucha idea de enfermería ni del funcionamiento de un hospital. Los hospitales siempre me han deprimido e intento evitarlos tanto como me sea posible. Hay gente que teme volar, pues a mí me inquieta la atmósfera pretendidamente salubre y aséptica de los hospitales.

Como reto personal, me propuse escribir una historia muy femenina sin caer en los tópicos ni en las estridencias ñoñas de la mayoría de autores masculinos que lo intentan. No sé hasta qué punto lo he conseguido, pero me hizo mucha gracia cuando el jurado del premio Ategua me confesó que, al abrir la plica, esperaban encontrarse con una participante femenina. Y no sólo les sorprendió descubrir a un hombre tras aquel manuscrito sino a un chico tan joven. Exactamente lo mismo sucedió cuando recibí la llamada de Septem Ediciones para comunicarme su intención de publicar la obra. Y, hasta ahora, la mayoría de críticas que he leído acerca de "Frío" hacen hincapié en la credibilidad de la protagonista y en el verismo de sus cabriolas emocionales.

Para construir a Ana, pues, le busqué una profesión interesante, poco conocida y mayoritariamente femenina. La de enfermería me convenció enseguida, contando que, por aquel entonces, conocía gente que trabajaba en un hospital. Por lo tanto, tuve la suerte de bucear en hojas de ingresos, manuales, protocolos, archivos, instrumentos, costumbres y demás parafernalia del mundo sanitario. Todo lo que menciono es real, incluso el ominoso artefacto que abre la novela, el Drum. Sostuve uno de ellos en mis propias manos y lo accioné para ver cómo funcionaba, y realmente es tan terrible como lo describo (más bien omití los detalles más truculentos). Parecía un artefacto alienígena. Y afianzó mi pavor a los hospitales.

 

El título es conciso y directo: "Frío". ¿Por qué este título y no otro? ¿Querías avanzar algo con el título?

Al título le di muchas vueltas. Soy muy maniático con los títulos. Los que son demasiado crípticos y rebuscados no me aportan ninguna información sobre la historia. Los excesivamente obvios y descriptivos, no atraen mi atención. En breve, por ejemplo, se estrenará una película llamada Soñando, soñando… triunfé patinando (Ice Princesa), un ejemplo paradigmático de esta segunda clase de títulos.

Al principio me decanté por lo críptico y el título fue Emet (palabra judía que significa "verdad"). En 1200, los cabalistas alemanes hablaban de dos místicos que habían creado de la arcilla una figura de un hombre, sobre cuya frente figuraba la mencionada palabra. El hombre de barro, una suerte de Golem, les habló y dijo: <<Dios sólo creó a Adán. Y cuando quiso que Adán muriese, borró la alef, la primera letra de EMET. Entonces no quedó más que MET, muerte. Es lo que tenéis que hacer conmigo: no creéis otro hombre, o el mundo sucumbirá a la idolatría. Pero ese título, quizá, era demasiado rebuscado, y tampoco me gustan sergioparralos títulos que sólo cobran sentido cuando se leen las últimas líneas del último capítulo. (Soñando, soñando… triunfé patinando desvela, directamente, el desenlace, lo cual ya roza la obscenidad).

Más tarde opté por El círculo incompleto, por la analogía que se establece entre la misteriosa obsesión de Fred por los círculos y su naturaleza, que además se relaciona con el círculo polar ártico de su país de origen, Islandia, y con la serpiente de Midgaard, un monstruo prodigioso de la mitología nórdica que rodeaba el mundo en forma de círculo mordiéndose su propia cola. Sin embargo, este título podría confundirse con el de un thriller al uso de cofradías secretas o aventuras de evasión.

Al final, casi como un flash, surgió "Frío". La frialdad de Fred, la frialdad de los sentimientos, la frialdad de Islandia, la frialdad en contraposición al apasionamiento de Ana, el amor frío como superación del amor romántico patológico. Una novela llamada "Frío" en cuya portada aparece un corazón, otro oxímoron que concordaba con la ambivalencia que intentaba transmitir el argumento.

 

Sergio, ¿estamos ante una novela corta o más bien un relato largo? ¿Hay alguna diferencia para ti? Recordemos que la obra tiene unas 126 páginas aproximadamente.

Creo que, en general, nos preocupamos demasiado de las etiquetas que debe llevar una obra literaria: géneros, estilos, denominación de origen, cánones, galardones, influencias, público al que va dirigido, críticas. La verdad es que tengo una concepción un tanto anárquica sobre todo eso, y, si acaso, considero que sólo debería importar a los estudiosos, a los hermeneutas, a los exegetas y, quizá, a los esnobs. Yo prefiero adentrarme en una historia de la forma más pura posible, descubrirla por mí mismo. De hecho, muchas veces me doy cuenta de que es innecesario que figure un título en la portada, o el nombre de un autor.

Así que dejo al lector que él mismo juzgue si "Frío" se trata de una novela corta o un relato largo. O un ensayo novelado, quién sabe.

 

¿Tiendes a preparar mucho un libro antes de llevar a cabo su escritura? ¿Te ha llevado mucho tiempo preparar el esquema de la novela antes de escribirla o te has dejado llevar por la escritura?

Suelo ser muy puntilloso con la documentación. Disfruto mucho con ella. Es más, documentarme me funciona también para dar con nuevas ideas que jamás se me habrían ocurrido con la simple reflexión. Luego, a la hora de trazar el argumento, perfilar los personajes o ponderar los acontecimientos importantes suelo dejarme llevar por la espontaneidad. Cuando empiezo a escribir la historia fluye naturalmente por mi cabeza y pocas veces necesito, a grandes rasgos, corregir nada.

"Frío" no fue una excepción. Leí una docena de ensayos acerca de los sentimientos, desde clásicos, como Ortega y Gasset, hasta los últimos avances científicos en el tema. Luego, obviamente, no utilizo ni un diez por ciento de lo que he aprendido, pero aún así lo considero imprescindible para organizarme mentalmente para, al final, abordar la redacción con naturalidad, dejándome llevar por la trama como si yo mismo la estuviera viviendo. En parte, es como interpretar un papel.

 

En el libro he notado que predominan más los sentimientos que la propia trama. De las 126 páginas, las 90 primeras tratan el estado emocional de Ana y es entonces cuando empieza a verse el problema que nos va a llevar al desenlace. Es decir, que realmente la trama se plantea más bien al final y se resuelve rápido. ¿Por qué esta estructura?

La estructura sería poco apropiada si "Frío" fuera una novela de misterio. Pero no lo es. O no lo es del todo. Lo que más me interesaba era impregnar la narración de cotidianeidad. Que por encima de las tribulaciones de un matrimonio en crisis, el lector sintiera cierta empatía hacia las emociones de la protagonista. Esas 90 primeras páginas sirven para dejar claro que Ana es una persona normal, que su vida, aunque adulterada por su fantasía y su imaginación desbordantes, podría ser la vida de cualquier mujer de hoy en día. Y entonces, ya acostumbrado el lector a la cadencia pacífica de la narración, me pareció interesante darle la vuelta a todo y convertir la parte final en un misterio inesperado.

Quizá esta estructura tenga algo que ver por mi interés hacia las historias sin etiquetas. Si veo una película de aventuras, me predispongo a ver persecuciones, lugares exóticos y un final feliz. Si veo una película romántica, lo mismo. Lo verdaderamente divertido es comprobar cómo un autor ha jugado contigo, vendiéndote un arquetipo de historia que luego se convierte en otro, y luego en otro, hasta que ya no sabes a qué atenerte.

 

La novela ha recibido el Premio Ategua Castro del Río. ¿Esperabas que "Frío" recibiera algún premio? ¿Te ha servido para darte confianza y continuar escribiendo?

Nunca esperé ningún premio para "Frío". En general, los premios suelen recibirlos obras de estructura muy clásica y temática muy trillada. Así que cuando me llamaron de Castro del Río, un pueblo de Córdoba, mi sorpresa muy aún mayor: ¿Dónde diablos estaba Castro del Río? ¿Por qué les había gustado una historia tan iconoclasta?

Asistí a la entrega de premios en un pueblo de los de toda la vida, con su coral y todo, alejado de las grandes urbes. Y al jurado le había entusiasmado la historia. Esto me acabó de convencer de que los premios son cabriolas del azar y es muy difícil calcular a quién convencerás con un manuscrito. Por ello, más que un premio, lo que verdaderamente me da ánimos para continuar escribiendo es cuando alguien a quien no conozco de nada me confiesa todo lo que ha sentido leyéndome, qué es lo que ha interpretado, etcétera. Esa sensación es indescriptible, y vale mucho más que haber recibido una docena de premios, que en gran parte son cuestión de suerte.

 

Supongo que con lo difícil que resulta publicar libros para los autores jóvenes, el hecho de recibir un premio es un gran logro. ¿Cierto?

Difícil, no. Es dificilísimo. En muchas ocasiones te planteas tirar la toalla. Sí, continuar escribiendo pero no perder más tiempo intentando que alguien te haga caso. Pero entonces, cuando menos te lo esperas, te llaman por teléfono y te dan una alegría. Por esa razón, casi por salud mental, me intento tomar todo esto de los premios y las publicaciones como jugar a la lotería. Si toca, toca. Pero si no, no me preocupa demasiado.

 

¿La edición del libro forma parte del premio o es independiente al mismo?

El premio Ategua sólo consistía en una retribución económica y una placa que guardo con mucho cariño, si acaso se contempló la publicación en un futuro, en un volumen único junto a los ganadores de las demás convocatorias. Tiempo más tarde, "Frío" quedó finalista del Premio Letras que convoca Septem Ediciones. Y fueron ellos los que se mostraron interesados en publicarla en su colección de literatura.

 

Sergio, permíteme recordar que para los que te quieran seguir, tienes una web propia donde explicas tu trayectoria y hay enlaces a tus escritos: (www.sergioparra.com) Ahí hay publicados varios trabajos tuyos. Una de las posibilidades de Internet es poder hacer llegar tus escritos a mucha gente.

Pues lo es, sí. La web recibe una media de 10 visitas diarias, que no está nada mal para ser una web personal de un escritor novel. Últimamente he ampliado sus posibilidades y, además de poder leer narraciones completas inéditas y avances de algunas publicadas (como "Frío"), he añadido enlaces a mis bitácoras y me he embarcado en el experimento de hacer un podcast de una de mis novelas. Podéis leer la definición de podcast en http://es.wikipedia.org/wiki/Podcast. A grandes rasgos sería como un blog o bitácora pero en audio. En EEUU ya existen muchas novelas podcast, pero aquí aún nadie se ha animado a hacerlo. Espero que la cosa cambie pronto.

 

Sergio, gracias por habernos dedicado tu tiempo. Suerte en tus próximos proyectos y hasta la próxima.

Gracias a vosotros por la encomiable labor de difusión de autores noveles que estáis realizando desde vuestra página web.

 

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