Anika entre libros

Entrevista a Santiago Roncagliolo por su obra

"A veces me parece que soy un actor en cualquier sitio menos en casa. Pero tengo un teléfono para desconocidos: la literatura. De una manera indirecta, la uso para confesarme ante miles de desconocidos"

Firma: Patricia Tena / Fotos: autor / Febrero 2008

 

Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) es un experto en narrar acerca de los secretos, las soledades y la muerte.

Su último trabajo publicado ha sido La cuarta espada (Ed. Debate, 2007), un reportaje de investigación sobre el líder del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.

Pero antes vinieron la novela de aventuras El príncipe de los Caimanes (publicada por Seix Barral en 2006 pero que escribió en 2002), o el libro de cuentos Crecer es un oficio triste (El Cobre, 2003), donde el lector será cómplice del paso de la infancia a la adolescencia de un muchacho- o muchos-.

En 2005 escribió Pudor (Santillana), su primera incursión literaria de éxito y que recientemente se ha adaptado al cine de la mano de los hermanos Ulloa bajo el mismo título.

Aún así, su gran año fue 2006, cuando ganó el Premio Alfaguara de Novela por su thriller Abril Rojo (Santillana) y pasó a convertirse en el escritor más joven en recibir el galardón.

En 2007 publicó Jet Lag (Santillana), donde el autor plasmó las ideas que publicaba en su blog personal pero ahora con formato de libro.

Actualmente colabora en algunos medios de comunicación como El País. De su polifacética trayectoria hablamos con él.

 

 

ENTREVISTA

 

Santiago, últimamente da la sensación de que has publicado muchísimo. ¡Algunos ya te comparan con Stephen King o con su símil catalán, Jordi Sierra i Fabra!. Imagino que en parte tienes que agradecérselo al Premio Alfaguara que ganaste en 2006 por Abril Rojo. ¿Cómo le cambian a uno las oportunidades tras recibir un galardón de este tipo?

Me encantaría publicar tanto como Stephen King. Pero sólo he publicado una novela nueva en los últimos cuatro años, y no publicaré otra en este. Lo que ocurre es que me interesan muchos géneros: reportaje, libros para niños, artículos. En realidad, su publicación no tiene relación directa con el premio. La mayoría de esos libros han aparecido en editoriales diferentes.

 

De hecho, el año 2006 fue importante y decidiste llevar un registro de las cosas que valía la pena recordar. ¿Así nació tu blog, que luego se convertiría en el libro, Jet Lag? ¿Qué ha significado para ti tener un blog donde compartir tus pensamientos?.

Mi vida ahora es más aburrida. No me pasan cosas que contar todos los días. Jet Lag recoge un año vivido en máxima intensidad, y es el único de mis libros que de vez en cuando abro de nuevo y pienso: "¿realmente hice esto? ¿realmente estuve en una lucha de enmascarados en Guadalajara o compré muñecos vudú en República Dominicana?"

Ahora escribo un par de crónicas al mes en la edición catalán de El País. Y eso me está permitiendo conocer Cataluña, algo que no hacía mientras viajaba. Pero el género es el mismo. Me gusta la crónica. Me gusta narrar las pequeñas cosas que suelen pasarnos desapercibidas de nuestro entorno.

 

Hablemos de la novela que te abrió definitivamente las puertas en el mundo editorial: Abril Rojo. Personalmente una de las cosas que más me ha gustado es la caracterización del personaje Félix Chacaltana, al que defines como "un hombre que nunca hizo nada bueno, pero tampoco nada malo". ¿Cómo fue la gestación de ese ambiguo personaje?

Esa es una frase de David Bowie, de la canción Ashes to ashes. Desde que la escuché, pensé: "así es mi personaje". Pero creo que Chacaltana se parece en eso a todas las personas. No solemos hacer cosas buenas. Hacemos lo que necesitamos para sobrevivir en un entorno, y consideramos que quienes no las hacen son malas.

Acabo de leer una entrevista en que Martin Amis se declara moralmente superior a un talibán. Me quedé pensando: seguramente eso es verdad en Londres. Ahí, un talibán debería ser arrestado. Pero me pregunto qué haría Amis (o yo) en Waziristán, tirado entre las montañas entre soldados americanos y terroristas de Al Qaeda. Ahí nuestras ideas burguesas sobre el deber moral serían tan ridículas como un traje de Armani.

 

También me ha llamado mucho la atención la relación amorosa que se produce entre el protagonista y Edith. A ambos les caracteriza la doble vida, aquello que esconden y que, finalmente, acaban pagando con un final sorprendente. ¿Estaban capacitados para amar o les invadían los fantasmas? ¿Estos personajes podrían haber tenido un final feliz?

Me gustaría que la novela tuviese un final más feliz del que tiene, pero las cosas se desviaron. La última escena de ellos dos, la más violenta, no estaba prevista. Surgió por la tensión interior de la historia. Dado el escenario y el pasado de Chacaltana, creo que él sólo puede destruir lo que ama.

 

Leí que la idea se te ocurrió después de ver la película Desde el Infierno sobre Jack El Destripador y que interpreta Johnny Depp. ¿Qué fue lo que tanto te impresionó de ése film?

Su capacidad para encarnar una época en una historia de asesino en serie. Llevaba tiempo pensando cómo narrar las cosas que había visto durante mis años trabajando en derechos humanos en Perú. Al ver la película pensé: eso es. Quiero hablar de un lugar donde todos se convierten en asesinos en serie. La metáfora más natural es esta.

 

Es un libro en el que la muerte está muy presente y hay un futuro desesperanzador para todos los personajes, incluso para el protagonista. Aún así la línea entre el bien y el mal es muy fina, casi invisible. Recuerdo, por ejemplo, cuando un terrorista explica que hay gente condenada por repartir propaganda de Sendero Luminoso, ¡que son analfabetos!…¿Son casos aislados o es algo más generalizado de lo que creemos? ¿Crees que hay alguna forma de separar esa fina línea?

Ese caso es real, de hecho. Pero ocurre también en casos cotidianos. Por ejemplo: un motociclista atropella en una calle peatonal a un peatón borracho en día de lluvia. ¿Accidente o crimen? Hay muchos factores que tomar en cuenta ¿Se resbaló? ¿El peatón se arrojó sobre la moto o viceversa?. A menudo, no es posible probar fehacientemente nada. Pero el juez tiene que reducir todos esos factores a una decisión: inocente o culpable. La responsabilidad o el bien son ficciones que necesitamos para convivir.

 

En Abril Rojo introduces al grupo terrorista Sendero Luminoso, que ahora es protagonista en tu última novela, La cuarta espada. ¿Cómo resultó la experiencia de indagar en uno de los episodios más tristes de tu país?

Dura y fascinante a la vez. Porque en el fondo, creo que indagaba sobre la condición humana: ¿qué hace que alguien decida matar decenas de miles de personas? ¿qué tipo de personas se involucran en esa empresa? ¿qué busca alguien que abraza la violencia más allá del aspecto político? ¿y cómo logra sus objetivos? La gente se formula esas preguntas tanto en Perú como en País Vasco, Chechenia, Nueva York o Bagdad. Son globales y universales.

 

Tengo entendido que no te permitieron hablar con Abimael Guzmán, el protagonista de la historia. En caso de haberlo conseguido, ¿habría salido un libro totalmente diferente al actual? ¿en qué hubiera cambiado?

Tendría un capítulo más. Y aún podría tenerlo. Pero no veo el libro como una exclusiva periodística: "¡La primera entrevista con Guzmán!". Aunque no la rechazaría, claro, para mí el libro funciona como una novela. Es una gran historia, sobre un hombre que vivió para destruir al sistema y fue destruido por él. Y me interesa que esa historia se pueda leer incluso donde nadie sabe quién es Guzmán o cuando nadie lo sepa ya.

 

¿Qué dirías a aquellos que no están conformes con el enfoque que le has dado al libro? ¿Sientes que has cumplido tu objetivo?

Estoy conforme, pero también entiendo a los críticos. El enfoque es muy arriesgado: no es un ensayo académico, no es un reportaje de investigación. Es una crónica. Creo que el interés del libro radica precisamente en que echa una nueva mirada sobre estas cosas. Otros creen que esa mirada no corresponde a un tema como éste. Al final, los lectores tienen que sacar sus propias conclusiones.

 

De hecho, ahora vives en España, donde el terrorismo es también un problema de actualidad. ¿Qué opinión te merece el arma que usan PP e Iglesia para pedir votos en contra del PSOE por lo que ellos consideran negociar con ETA?

Que es el mayor favor que la Iglesia ha podido hacerle al PSOE. Si te fijas, el PP evita hablar de esto, y se siente realmente incómodo con el tema de los obispos. En cambio, el PSOE no deja de repetirlo, porque sabe que le beneficia.

Creo que esa entrada en campaña no fue pedida en la calle Génova, sino en el Vaticano. Benedicto quiere una Iglesia más reducida en fieles pero más activa en la vida política, especialmente en los países de la Europa latina. El terrorismo fue sólo una excusa.

 

¿Consideras cerrado, al menos momentáneamente, el capítulo dedicado al grupo terrorista o por el contrario se te ha quedado algo en el tintero?

Cerrado. Absolutamente. La terapia ha terminado. Mi próximo libro será una comedia.

 

Hablemos de la novela Pudor, y permíteme confesarte que es mi preferida... ¿Qué cosas le hacen sentir pudor a Santiago Roncagliolo?

Gracias. En este momento, lo que me da más pudor soy yo mismo. Evito leer las entrevistas que concedo o verme en la tele. Y me he vuelto también más aburrido. Hago poca vida social. Después de pasar un par de años sobreexpuesto -para lo normal en un escritor-, valoro mucho más mi intimidad.

 

En la novela es más importante lo que se calla que lo que se dice. ¿Por qué crees que se produce esa sensación de incomunicación con la gente a la que supuestamente más quieren?

La familia clásica marca una especie de distribución oficial del deseo según la cual, más o menos, el papá sólo se acuesta con la mamá, a los chicos les gustan las chicas, los niños y los viejos son asexuales. En esta novela, como en la vida diaria, los personajes sienten un desfase entre los deseos que sienten y los que deberían sentir. La paradoja es que el propio amor los silencia. Decir la verdad plantea demasiados riesgos.

 

Incluso les resulta más fácil inventar situaciones o explicar algo tan íntimo como una enfermedad a un desconocido por teléfono. Son momentos que impactan e interrumpen la lectura para reflexionar… ¿Quiénes son tus confesores?

Mi esposa, básicamente. A veces me parece que soy un actor en cualquier sitio menos en casa. Pero tengo un teléfono para desconocidos: la literatura. De una manera indirecta, la uso para confesarme ante miles de desconocidos.

 

¿Qué querías simbolizar con la figura del gato?

El gato me permitía darle un barniz de humor a la novela, que por lo demás es muy triste.

 

Mientras leía la novela me venían a la mente las películas de Rodrigo García: Cosas que diría con sólo mirarla y Nueve vidas. No sé si las conoces y si encuentras alguna relación.

Me gustan mucho las películas de García. Son sobre detalles íntimos, como esta historia. Hay toda una tradición americana de este tipo de historias, tanto en la literatura (Cheever, A.M. Homes) como en el cine (Magnolia, Tormenta de Hielo).

 

Aunque, de hecho, la novela tiene su propia adaptación cinematográfica. ¿Te sentiste satisfecho con el trabajo de los hermanos Ulloa?

Me gustó mucho la adaptación. Por cierto, es mucho más triste que la novela, entre otras cosas, porque quitaron al gato. Pero fue muy emocionante ver a mis personajes cobrar vida, hablar, moverse. Supongo que el doctor Frankenstein sintió algo así.

 

Sin duda la muerte es un tema constante en tus novelas. En Pudor el pequeño de la familia ve fantasmas, en Abril Rojo la muerte es una protagonista más y El príncipe de los Caimanes se inicia con un largo capítulo dedicado a la muerte. ¿Se podría asegurar que es un tema que te obsesiona?

Nos obsesiona a todos. La única certeza que tenemos de la vida es que se acabará. Y a la vez, lo único que nunca podremos averiguar es qué ocurre después. Vivimos tratando de olvidarlo. Nos afiliamos a religiones o gastamos dinero en liposucciones y yogur light para mantenernos alejados de la muerte. Y nos fascinan las historias que hablan de ella.

 

En esa novela, Miguel se compara constantemente con anacondas o pirañas, ¿qué animal se ajusta más a tu personalidad y por qué?

¡Has leído esa novela! Debes ser la única. Pero el animal que más me gusta no es selvático: es el gato. Los gatos son los animales más elegantes del reino animal. Y los más manipuladores.

 

Si la muerte es protagonista en tus historias, sin duda, la soledad también lo es. ¿La soledad más dura es la que se produce cuando se está rodeado de gente?

Es la única posible. Siempre sufrimos cierto grado de soledad, porque cuando profundizamos en las relaciones personales, descubrimos que los demás no ven la vida como nosotros, y con frecuencia, ni siquiera tienen tiempo de hacerlo. A menudo fingimos entendernos mejor de lo que lo hacemos para no admitir que estamos solos.

 

Me encantó el título que pusiste a tu libro de cuentos. ¿Crecer fue un oficio triste para ti? ¿Qué fue lo más duro?

Lo mismo que para todos, supongo. El descubrimiento del amor y su contrario, y de la soledad. Mientras somos niños, vivimos en un castillito de protección familiar. Crecer es asistir al derrumbe de sus muros, y quedar expuesto.

 

El libro podríamos decir que es un decálogo de la pérdida de inocencia. (A mí los relatos que más me gustaron fueron Una influencia criminal y El matrimonio secreto). En la contraportada decías que habías cogido prestadas algunas historias de tus amigos para plasmarlas. ¿Qué historias decides rescatar -y compartir- de tu propia experiencia para escribir?

Siempre parto de historias personales. Eso le da vida a lo que escribo, y a la vez tiene una función terapéutica, supongo. Pero las historias nunca terminan como empezaron. Voy deformándolas, transfigurándolas con mentiras, hasta que se convierten en otra cosa.

 

Santiago, sin duda eres un escritor polifacético: has trabajado como guionista televisivo, negro literario, traductor, has escrito literatura infantil, novelas, cuentos, un reportaje periodístico… ¿con qué más nos sorprenderás? ¿qué proyecto llevas entre manos?

Una novela. Hace mucho que no escribo una.

 

Muchas gracias y hasta pronto. Espero poder charlar en otra ocasión contigo.

Chau, saludos.

 

ver + Santiago Roncagliolo

 

¿Te ha gustado? Compártelo:

Comentarios de los lectores:

Publicidad
Anika entre libros
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura
Ministerio de cultura

Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información X Cerrar