Anika entre libros

Entrevista a Matilde Asensi por su obra

"Yo siempre aprovecho cualquier momento para hacerme oír a través de mis personajes"

Firma: Anika Lillo / Fotos: Miguel Perdiguero Gil / Fotografía cabecera: Anika Lillo / Octubre 2007

 

Quienes ya de sobra me conocen, saben que soy lectora sin prejuicios, y que lo mismo leo clásicos, que best sellers, que filosofía, que ensayos, literatura juvenil o infantil, narrativa de cualquier parte del planeta, teatro y, últimamente, hasta poesía (que jamás me gustó)... Me parece la mejor forma de poder conocer a más autores, y también de utilizar la lectura para mi bien: a veces me empalago con algo y nada mejor que coger un libro de esos que gustan a un elevadísimo por ciento de la población, libros que se venden como churros porque entretienen, para desempacharme. Si encima me divierto leyendo, tanto mejor. Por eso siempre he sido defensora de Matilde Asensi, por eso y porque escribe bien, y porque es mujer, y porque es española ¡y qué narices! porque hace bien su trabajo.

Durante mucho tiempo, casi desde el principio de la existencia de "Anika Entre Libros", existió un lema en el inicio del índice de entrevistas: "Matilde Asensi no existe". Esto era porque veía dificilísimo llegar hasta ella, y después de haber hablado con Matilde, sólo puedo decir que he disfrutado, me he reído, me ha encantado como persona y que me alegro enormemente que siga haciendo lo que mejor hace: escribir. Sus detractores estarán alucinando con mis palabras, pero esto es porque son lectores con prejuicios, algo insano -os lo advierto- para la salud mental: recordad, amigos, que un best seller es un libro muy leído, y no por serlo, significa que no tenga calidad. Un best seller no es telebasura: es un libro muuuuuuuy vendido, como La Biblia o El Quijote.

Matilde Asensi se apartó del periodismo para escribir con más comodidad; sentada y sin prisas, creó "El Salón de Ámbar", un librito fácil y rápido de leer que matildeasensi3no aburre porque existe un enigma y algo de acción. A continuación se propuso superarse, y lo hizo a lo bestia, sí señor, a lo bestia, más de 300 páginas con el Camino de Santiado de ambiente y el tesoro de los Templarios como fondo. Eso fue en "Iacobus". Y no contenta con ello, en vista además de su éxito, volvió a encerrarse en su casa para preparar "El último catón", uno de los libros con más éxito de la autora, donde todavía colea la leyenda de si existen, o no, los staurofílakes o Parádeisos (algo que se desvelará en esta entrevista). Pistas para descifrar de la mano de la "Divina Comedia" de Dante, aventuras y acción en casi quinientas páginas. Un auténtico bombazo. Cuando ya parecía que no podía inventar nada nos hace a muchos lectores volvernos locos buscando en internet todo lo que podíamos sobre Tiwanacu, y esto gracias a su libro "El origen perdido", y en medio de uno y otro, crea "Peregrinatio", quizás el libro que ha pasado más desapercibido de todos los que ha escrito.

En esta ocasión vamos a hablar con Matilde sobre los misterios de sus libros y sus personajes, pero más especialmente sobre el último que ha escrito, "Todo bajo el cielo" (Planeta, 2007). Y para quien entienda el guiño o se haya leído toda esta introducción... Matilde... sí existe.

 

 

ENTREVISTA

 

Matilde, en tu libro "Todo bajo el cielo" continúas con la aventura, la acción y las pistas, pero yo he visto aquí algunos cambios, no sólo de escenario, que la hacen distinta a las demás. ¿Cuáles dirías tú que son las propias señas de identidad de "Todo bajo el cielo"?

Todas las historias tienen varias capas. Cada lectura y relectura te descubre una capa nueva que no habías visto antes. Creo que las señas de identidad de "Todo bajo el cielo" están en una de esas capas que quedan ocultas en una primera lectura, cuando vas buscando sólo el argumento y el desenlace.

En realidad, "Todo bajo el cielo" es una búsqueda por mi parte de otra manera de ver el mundo, de plantearme las cosas, los problemas, las dudas... Necesitaba aprender una lección importante y creo que lo conseguí: de todas las cosas malas de la vida se puede extraer algo bueno y de las buenas, algo malo. Desde que lo descubrí, intento ajustar mi vida a esta línea de comportamiento que le di a mi protagonista, Elvira, durante su viaje por China.

 

Siempre que empiezas un libro ¿lo importante es escoger el tema o la leyenda basada en descubrimientos más o menos modernos que nos hagan pensar a los lectores que aquello que describes con tanta precisión podría haber sido así?

Lamento ser un poco más simple o básica a la hora de escoger los temas de mis libros: escribo sobre lo que me deslumbra a mí, sobre lo que me atrapa, me apasiona o me rompe los esquemas. No tengo ningún planteamiento inicial de hacer creer nada al lector. Cuando algo capta mi atención hasta el punto de hacerme olvidar el resto de mi vida y obligarme a buscar toda la información que exista sobre eso para saber más, sé que tengo un nuevo libro entre manos. La historia llega conforme voy aprendiendo más y más. Los personajes nacen de lo que la historia va a necesitar y la trama de aventuras, a partir de los "huecos", los vacíos históricos que voy encontrando, en los que me siento como pez en el agua para crear mis propios misterios o soluciones. Es todo mucho más sencillo de lo que parece.

 

Imagino tu esfuerzo de conseguir documentación lo más rigurosa posible y ambientar con precisión los personajes en su ambiente. Cuéntanos un poco de tus libros cuáles te llevaron más tiempo, qué anécdotas te encontraste por el camino o qué te sorprendió más?

En realidad, como te acabo de comentar, la documentación es lo que me encanta. Soy yo quién más disfruta mientras voy aprendiendo todo lo que puedo sobre las cosas que me interesan.

Por ejemplo, en "Iacobus", el descubrimiento que me dejó sin aliento fue que los templarios habían sido dueños de media Europa durante toda la Edad Media aunque en los libros de historia del colegio o la universidad ni siquiera se los mencionaba. También el Camino de Santiago, que, allá por 1997, 98 y 99 estaba completamente olvidado.

En "El último catón", sin embargo, fue la desaparición de la Vera Cruz durante las cruzadas. Jamás se me hubiera ocurrido pensar que hubiera habido una supuesta "verdadera cruz de Cristo" en ningún momento y menos aún que ésta hubiera desaparecido misteriosamente.

En "Todo bajo el cielo", el punto de arranque fue mi interés por el Taoísmo como fórmula para tener un poco de paz interior y la práctica del Taichi para no oxidarme demasiado durante las largas horas de trabajo frente al ordenador a lo largo de tantos meses. No sé, cada libro es diferente, nace de manera diferente y presenta sus propios retos y dificultades. Pero me parece que eso es, precisamente, lo que me atrapa y no me deja escapar de una historia.

 

Por cierto, sabes que tu sino es despejar dudas respecto a las Leyendas... a tus lectores nos has llevado a investigar por internet (en mi caso, sobre todo, con "El origen perdido") y una de las preguntas más recurrentes es si existen los Staurofílakes que aparecían en "El último catón" e incluso hay quien preguntó por el Paraíso encontrado...

Lo sé, lo sé... Cientos de lectores me han escrito preguntándome lo mismo. La respuesta es no. Los staurofílakes no existen. Yo los inventé. Necesitaba una matildeasensi1hermandad mistérica que hubiera durando muchos siglos y la creé uniendo dos palabras griegas que busqué en el diccionario: cruz (stauros) y guardián (filax).

En cuanto a Parádeisos, el paraíso que recreo al final del libro para los staurofílakes, lo inventé también basándome en los trabajos sobre los cinco sentidos de Leonardo Da Vinci. Leonardo, como el gran genio que fue, trabajó mucho sus sentidos para compensar la falta de la tecnología que necesitaba para sus experimentos (la vista para seguir el vuelo de las aves, por ejemplo).

Pensé que, si Leonardo Da Vinci podía hacer cosas así con unos simples ejercicios inventados por él y practicados a lo largo de los años, los staurofílakes, como comunidad más o menos aislada en una caverna del pleistoceno, podían haber desarrollado también esas capacidades que, en principio (y si dispones del tiempo, la paciencia y la voluntad necesaria, claro), están a disposición de todos.

 

¿Es por esto que has decidido poner notas a pie de página en "Todo bajo el cielo" que determinen si lo que estás contando es real o no, si el personaje existió o es inventado, etc...?

Aquí debo admitir algo: me encanta jugar con el lector, despistarle, mosquearle, atraparle... Parte del juego consiste en mezclar realidad y ficción pero hacerlo del tal manera que sea imposible meter el bisturí para separar una cosa de otra. Debo convertir en verosímiles cosas que son ficticias y mezclarlas con cosas reales, históricas, ciertas y comprobables para que la aventura resulte más emocionante e inteligente.

Las notas a pie de página, en realidad, no tienen mucho que ver con esto. Hay veces que debes aclarar algo para que la lectura pueda seguir adelante con fluidez sin que el lector deje el libro para ir a buscar información sobre lo que sea y comprobar si es verdad o no. Si es verdad, yo se lo digo en el momento necesario para que sigua leyendo y permanezca bajo el influjo de la historia que le estoy contando. A veces, se trata simplemente de una aclaración necesaria.

Por ejemplo, en mi próximo libro, "Tierra Firme", muchas de las notas a pie de página que he puesto son aclaraciones sobre medidas de longitud o de líquidos para que, sin romper el encanto del texto escrito como si fuera un original del siglo XVI, la hipnosis de la lectura no se interrumpa por un detalle de medidas en brazas o azumbres.

 

Ana ("El Salón de Ámbar"), Ottavia/Basíleia ("El último catón") o Elvira ("Todo bajo el cielo")... tres mujeres que no son iguales pero tienen cierto parecido ¿se parecen más entre ellas de lo que tú puedas parecerte a alguna de ellas, o crees que son completamente distintas y que no hay nada de ti en estas mujeres?

O un extremo o el otro, ¿no es así? Pues no, es algo mucho más fácil: las tres se parecen porque las tres han nacido de mí. ¿Cuánto se pueden parecer tres hermanas? Algo... o mucho... o nada. Depende. Lo mismo ocurre con ellas.

Son mujeres que deben tener algún parecido entre ellas porque, además de haberlas creado yo, comparten unas condiciones similares: se van a enfrentar a una situación extraña, ajena a su mundo y su vida, van a tener que resolver una determinada serie de problemas, enigmas o misterios, van a conocer lugares y gentes nuevos y aprender cosas inesperadas.

Además, volvemos a lo mismo: ¿se me parecen o no? Bueno, pues, son hijas mías, ¿no es cierto? ¿Se parecen las hijas a las madres?, quizá sí, quizá no. Por supuesto, expresan opiniones mías, miedos, certezas y convicciones, pero también lo hacen otros personajes de mis libros y nadie parece percatarse de ello.

Curiosamente, el personaje femenino con el que más me identifico y del que podría admitir sin reservas que soy yo mucho más que Ana, Ottavia o Elvira, es aquél por el que nadie me pregunta. ¿Podrías adivinar cuál es...? (aquí me sale la vena del juego, no lo puedo evitar).

 

Aún no me atrevo pero ya llegará el día que te pille.... (risas). Ya que "Todo bajo el cielo" es tu último libro publicado, hablemos de Elvira y sus compañeros de viaje. matildeasensi4¿Qué haces para que casi siempre exista un hombre del que enamorarse en tus libros? Si en el caso de "El último catón" las chicas nos enamorábamos de Farag, en éste, creo yo, el favorito sería Maestro Rojo... ¡Yo le quitaría esa costumbre de no tocar a las mujeres!

¡La vida es así!, como decía la canción. Si pretendo ser verosímil en mis tramas e historias, lo lógico es que el amor aparezca también, aunque sea un poco.

Yo escribo género de aventuras, mis libros quieren llevarte a lugares misteriosos y enfrentarte a los mismos enigmas a los que yo me he enfrentado durante mis lecturas. Si la historia me pide unos personajes determinados, los creo; si me pide que nazca algo entre ellos, lo hago, y si no me lo pide, no lo hago. Y, como soy libre de crear los personajes que quiera porque para eso les doy yo la vida, pues procuro que sean compañeros de viaje agradables o divertidos, pues he de vivir con ellos durante muchos años, dos o tres como mínimo.

Es verdad, que, luego, mucha gente se enamora de unos o de otros (en tu caso Farag o el Maestro Rojo, pero hay muchos lectores enamorados de Ottavia, por ejemplo, que me lo cuentan).

 

Por cierto, quiero felicitarte por la inclusión de Fernanda/Fernandina en esta novela. Creo que con esta sobrina has puesto una traba más a la situación de tu protagonista principal y ha resultado de lo más divertido... ¿Pero cómo se come que sea tan recatada, tan de buenas costumbres, y que, en cambio, a la mínima se escapa desobedeciendo las órdenes de su tía? ¿Rebeldía? ¡Si cuando llegó parecía que fuera a casarse con Dios!

Pero, vamos a ver: ¿es que no se trata de una adolescente? ¡Tiene dieciséis años cuando empieza la historia! Y, encima, su tía, que vive en París y que huyó de una España represiva y cerrada, le da libertad y respeto.

Creo que el personaje de Fernanda (lo siento, no puedo llamarla Fernandina) es perfectamente coherente con su edad y circunstancias. Claro que, ¿qué voy a decir yo, que la he creado? Pues bien, con eso y con todo, estoy convencida de que el cambio de Fernanda es lógico y que nos hubiera pasado lo mismo a cualquiera de nosotras a esa edad y en similar situación, con el cambio de país, de cultura, de normas y con las hormonas de los dieciséis y los diecisiete años. ¿O es que a principios del siglo XX las hormonas no actuaban?

 

¿Dirías que es como Elvira y Fernanda como ves a las mujeres de la España de aquellos años hartas de religión, buenos modales y poca libertad de pensamiento, voz y voto?

Bueno, creo que lo digo muy claro en todos mis libros. Siempre defiendo el papel de la mujer y procuro rescatar personajes femeninos reales de la época para destacar que, si las hubieran dejado vivir, hubieran podido hacer lo mismo que los hombres. En el caso de Elvira, la hago marcharse de España, ni más ni menos. Cuando comprendí cómo era nuestro país en aquellos años para las mujeres, tuve claro que mi personaje sería incapaz de reaccionar como tendría que hacerlo más tarde si se quedaba en España. La llevé al París de los locos años 20', los años de Josephine Baker, la bailarina exótica, de Tamara de Lempicka y María Blanchard (que también tuvo que irse de España para poder dedicarse a la pintura), los años de las faldas cortas, los bailes enloquecidos, las orquestas de jazz americanas... Nada que ver con lo que estaba pasando aquí.

 

...Siempre defiendo el papel de la mujer y procuro rescatar personajes femeninos reales de la época para destacar que, si las hubieran dejado vivir, hubieran podido hacer lo mismo que los hombres...

 

Lao Jiang, el anticuario, mantiene unas discusiones con Elvira que son de lo más divertidas. La propia Elvira se pone de los nervios y tú transmites en estas secuencias mucho humor a la par que reivindicas el lugar que a la mujer le corresponde ¿es ahí donde aprovechas para hacerte oir o simplemente está en la trama sin más motivo?

Yo siempre aprovecho cualquier momento para hacerme oír a través de mis personajes. Ya te he dicho que estoy en todos ellos aunque nadie lo adivine. No me gustan las entrevistas, ya lo sabes. No me gusta aparecer en los medios de comunicación (quizá porque yo también fui periodista durante muchos años y no disfruto de estar ahora "al otro lado" del micrófono). Pero tengo la mejor matildeasensi2herramienta del mundo para comunicarme con los demás y reivindicar mis ideas: mis libros. Creo que cualquier periodista que lea esto me entenderá perfectamente.

 

En "Todo bajo el cielo" la historia empieza con una búsqueda sencilla, pero luego haces unas series matemáticas relacionadas con el pensamiento y la filosofía oriental que todavía no entiendo si tú misma eras capaz de entender lo que descifrabas... ¿También se te dan bien las matemáticas, el cálculo y la lógica, además de las letras?

¡Pero si era muy sencillo! Ni te imaginas la de horas que dediqué a simplificar al máximo esas complicadas teorías chinas de los Cinco Elementos y demás. En fin, veo que no lo hice muy bien. En cualquier caso, respondiendo a tu pregunta, no, no se me dan nada bien las matemáticas ni el cálculo, aunque sí la lógica, creo.

Yo estudié letras puras, latín y griego, y todavía no he sido capaz de resolver un sudoku aunque tuve que comprender a fondo la "maquinaria" de los Cuadrados Mágicos chinos.

Sé que resulta difícil de creer pero te aseguro que ni siquiera pillo los chistes. Mis amigos se burlan de mí porque dicen que necesito "el manual del chiste" para reírme. Con esto quiero explicarte que no soy rápida ni aguda y que no sirvo para el cálculo en absoluto.

 

Matilde, la tumba del Primer Emperador de China es la misma donde se descubrieron las estatuas de guerreros del ejército de terracota, ¿no?

La misma. Aunque la tumba, o mausoleo, aún no ha sido abierta. Mientras escribía el libro temblaba pensando en que a las autoridades chinas se les ocurriese abrirlo antes de que yo terminara "Todo bajo el cielo" pero, ahora, estoy deseando que lo hagan.

 

Aquí es donde las supuestas "leyendas" cobran vida... ¿Sabes que tú misma eres casi una leyenda ya, no? Desmiéntelo todo, ¡aprovecha la oportunidad de decirles que no eres "rara", y que te encanta el chocolate!

¿Qué yo soy casi una leyenda? ¡Pero qué dices! Hablarás en broma porque, si no es así, voy a asustarme un poco.

Creo que soy la persona más normal del mundo: en efecto, siento debilidad por el chocolate, el negro, el de setenta y cinco por cien de cacao sin azúcar, y, además, voy a la compra, pongo lavadoras y pliego la ropa para guardarla en los armarios.

No me gusta ir de tiendas, así que siempre llevo ropa de temporadas anteriores y me cuesta un mundo vestirme con los abalorios propios de los premios literarios y de todos esos raros festejos que van inexplicablemente unidos al oficio de escritor.

Me gusta pasear por la playa, por la orilla, sobre todo al atardecer (y, como soy de Alicante, puedo hacerlo), llevar a mis sobrinos (esos Pascual y Andrés que aparecen en varias dedicatorias de mis libros) a los karts o a tomar un helado o, incluso, jugar a la PlayStation con ellos.

Ya te digo que no comprendo los chistes y que no sé hacer sudokus.

Me molesta que me hagan la pelota y me gusta confiar en que mi familia y mis amigos siempre me dirán la verdad y me harán ver mis errores y mis fallos para que pueda corregirlos (y no hablo sólo de los libros).

Creo que, básicamente, estoy orgullosa de ser buena persona y que esto y la felicidad que pueda conseguir en esta vida es lo único que me voy a llevar al otro barrio cuando me llegue la hora (aunque, en realidad, soy atea y no creo que haya nada después de la muerte, asunto bastante duro de digerir).

Así que, ni soy vanidosa ni se me ha subido nada a la cabeza. Pretendo disfrutar con lo que hago y dejar unos buenos libros detrás de mí. Punto.

 

matildeasensi-opiniones

  

Encontrar el Salón de Ámbar en la novela que tiene el mismo título, seguir el camino de Santiago mediante pistas para encontrar el tesoro de los templarios, traducir las pistas de la obra de Dante para dar con un paraíso, descubrir el idioma universal en las tierras bolivianas... y por último conocer la filosofía taoísta entre otras cosas para llegar hasta la tumba del Primer Emperador de China... ¿Cuándo nos haces una de vikingos?

¿Te conformarías con una de piratas...? He recibido la llamada del Caribe, del Caribe español del siglo XVI, con todas sus miserias y bellezas.

 

Mmmmm.... vale, pero la próxima de vikingos (risas). Por último, Matilde, dices que no lees las críticas, pero... ¿lees los comentarios de tus lectores? Te aseguro que a nosotros nos encantaría que lo hicieras.

¡Vaya si los leo! Mi dirección de correo electrónico de la página WEB que me hizo la editorial Planeta está siempre saturada de mailes de lectores. Evidentemente, no puedo responderlos todos porque ni escribiría libros ni viviría. Añoro el tiempo en que sí podía hacerlo (y, de hecho, conseguí buenos amigos en aquella época). Ahora la editorial responde por mí, pero yo los veo todos antes.

Siempre he dicho que la opinión de los lectores es lo único que me sirve de verdad y quiero seguir siendo fiel a esa idea. Por eso los leo, aunque no pueda responderlos. De hecho, tú sabes que hace muchos años que visito tu página WEB... silenciosamente, eso sí.

 

Créeme, Matilde, que me quedo con las ganas de preguntarte muchas más cosas, pero no quiero abusar de tu generosidad porque me siento muy halagada, así que sólo me queda agradecerte la entrevista, tus libros, y la influencia de la lectura de este último en mi vida personal. Mil gracias y un enorme beso.

No tienes que darme las gracias por nada. En todo caso, yo tendría que dártelas a ti por querer esta entrevista para tu página WEB. Me pones en contacto con la gente que ama los libros (aunque algunos no amen los míos, cosa muy normal por otra parte) y eso es un orgullo y un placer, la verdad. Gracias de corazón otra vez y hasta siempre.

  

ver + Matilde Asensi

 

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