Anika entre libros

Entrevista a Manel Loureiro por "Apocalipsis Z", "Los días oscuros" y "La ira de los justos"

"Está en juego su propia supervivencia, los recursos son escasos, y la gente necesita un símbolo, un líder. Necesitas una justificación moral para cargarte al vecino"

Firma y fotos: Pilar Alonso Márquez / Foto cabecera: Anika Lillo / Junio 2011

 

Manel Loureiro, abogado de profesión, comenzó allá por el 2006 a escribir un blog en forma de diario en el que un hombre, también abogado, asistía al derrumbe de la sociedad debido a un virus que convertía a sus víctimas en zombis ("Apocalipsis Z").

El blog recibió tantas visitas que la historia no tardó en volcarse en papel de mano de la editorial Dolmen. Dos títulos más ("Apocalipsis Z. Los días oscuros" y "Apocalipsis Z. La ira de los justos"), editados por Random House Mondadori, cerrarían una trilogía que ha cosechado grandes éxitos.

Con él hablamos largo y tendido sobre su obra.

 

ENTREVISTA

 

Tu novela comenzó siendo un relato en un blog. Háblanos de cómo nació esta historia.

Esta historia surgió por dos motivos. Uno fue por higiene mental mía y el otro porque tenía ganas de contar esta historia. Me encanta leer y llegó un momento en el que me apetecía contar algo. Estaba atrapado en la literatura jurídica, que es muy árida, y necesitaba una válvula de escape. Por eso comencé a escribirla en un blog, porque no tenía ni la más mínima intención de que fuese a convertirse en lo que luego ha sido.

 

¿Por qué de zombis?

Por dos razones: porque recuerdo que cuando tenía ocho años me levanté una noche a escondidas para ver La noche de los muertos vivientes, y tuve pesadillas durante dos semanas, y porque me parecía que viniendo de un mundo tan ordenado como es el Derecho contar el derrumbe de la sociedad era el extremo opuesto y podía ser muy interesante. Y quería contarla desde aquí, no desde el punto de vista de un tipo norteamericano que vive en un suburbio de Atlanta, una especie de superhéroe que maneja todo tipo de armas y vehículos. No, yo quería manelloureiro1una historia de un tipo ordinario que vive en una ciudad española, con los conocimientos normales de cualquier persona, o menos, porque los conocimientos de un abogado en esas circunstancias son totalmente inútiles. Y así empezó a funcionar aquel blog.

La primera semana lo leyeron diez personas, la segunda cincuenta, doscientas, mil, cien mil, medio millón… Yo escribía una hora al día, de 8 a 9 de la noche, cuando me quedaba solo en el despacho, y veía que aquello no paraba de crecer. De ahí ya dio el salto a mi primera editorial, Dolmen, y luego a Random House Mondadori.

Yo no pensé en ningún momento que aquello fuese a convertirse en un libro. Pero los lectores me animaban a ponerme en contacto con alguna editorial y fueron ellos los que lo hicieron. Se publicó y fue un gran éxito. Ahora se está vendiendo en todo el mundo: Italia, Brasil, Portugal, México, Argentina, Chile, Estados Unidos… Y ahora se va a filmar la película. Vaca Films, que hizo Celda 211, anunció el otro día que se asociaba con Filmanova, que fue quienes hicieron Maradentro, para producirla. Estoy en el equipo de guionistas pero no puedo contar más, sólo que tiene muy buena pinta.

 

El inicio de Apocalipsis Z recuerda a Soy leyenda de Richard Matheson.

Ese es un ingrediente básico en todas estas historias. Tienes que contar el derrumbe de la sociedad y eso sólo puede contarse de una manera. De repente, todo lo que damos por sentado (que haya luz y agua, que exista la policía…) tiene que desaparecer y lo puedes hacer de dos maneras: de golpe, como en el inicio de El amanecer de los muertos, o poquito a poco, para ir creando esa atmósfera inquietante utilizando elementos reales. Y tener a un solo protagonista es lo que hace que una historia resulte realmente agobiante.

Mi idea era empezar con un único personaje e ir luego incorporándole gente, que es lo que hace interesante una historia. Porque esto no deja de ser una estructura básica de la literatura, que es "el camino del héroe", el héroe por accidente, una persona normal que de repente se ve arrastrada por las circunstancias a hacer un viaje extraordinario que le transforma. El abogado de la primera página de El principio del fin y el de la última página de La ira de los justos es una persona completamente distinta, que se ha transformado por todo lo que ha vivido por el camino. Por eso era necesario que comenzase estando solo.

 

En Apocalipsis Z. Los días oscuros, la acción se traslada en gran parte a las islas Canarias y al conflicto entre las dos islas mayores por el sistema de gobierno elegido: monarquía y república. Realmente dan ganas de abandonarlos a todos a su suerte.

Somos así. Además, era un modo de hacer política-ficción, que era lo que más me interesaba plantear. Vale, se ha ido todo al diablo, pero lo que queda, ¿cómo se va a organizar? ¿Por qué vamos a dar por sentado que va a ser una democracia? ¿Por qué vamos a dar por sentado que va a ser una organización igual a la que teníamos? En una situación extraordinaria se pueden dar infinitas circunstancias y me interesaba el enfrentamiento entre unas posiciones más conservadoras, monárquicas, más dominadas por militares y una posiciones republicanas - a las que también se les va la olla - para representar dos posturas que se van a los extremos. Está en juego su propia supervivencia, los recursos son escasos, y la gente necesita un símbolo, un líder. Necesitas una justificación moral para cargarte al vecino.

 

Háblanos de tu tercer libro, Apocalipsis Z. La ira de los justos.

Cuando estaba preparando el tercer libro comencé a documentarme y me dije que era necesario ir ampliando la historia. Si en el primer libro los hechos sucedían en una ciudad, y en el segundo la acción se trasladaba más allá, a las Islas Canarias, en el tercero tenían que dar el salto y manelloureiro2cruzar el Océano. Necesitaba que se viera el resto del mundo, como si poco a poco fuésemos abriendo el ángulo de la cámara y pudiésemos ver en qué estaba quedando el mundo. Empecé a investigar un poco sobre el Bible Belt del Sur de los Estados Unidos, el cinturón de la Biblia, que es una zona donde los predicadores y la religión tienen un nivel de importancia similar. Tenía que verlo y me fui allí. Es increíble estar viajando en un coche alquilado por aquellas carreteras y entre pueblo y pueblo, una distancia de unos cien kilómetros, vas girando el dial y sólo encuentras emisoras cristianas. Y llegas a un pueblo de mil o dos mil habitantes y te das cuenta de que allí quien manda es el pastor, es la autoridad moral que decide qué es lo correcto o lo incorrecto. Si sucediese algo tan increíble como que cayera la sociedad, aquellos que viven más al margen de ella serían los que tendrían más probabilidades de sobrevivir. Esta gente está acostumbrada a trabajar de forma muy autónoma. Desconfían del gobierno, desconfían de todo lo que no sea su comunidad, y son gente armada hasta los dientes y que podrían ser perfectamente los candidatos perfectos para aguantar esta historia.

Corea del Norte, por ejemplo, ahí no tuve la suerte de poder viajar, pero sería el país perfecto para sobrevivir a cualquier desastre global, porque es un país hermético físicamente, ahí no entra ni sale nadie. Las fronteras son absolutamente infranqueables.

Cuando estaba escribiendo sobre Gulfport, la ciudad en la que sucede la trama del tercer libro, me basé mucho en la Cracovia de los años 1940-41-42, en los ghettos. Porque hay situaciones en las que la realidad supera a la ficción. El sistema que aparece descrito de clasificación de los papeles, los certificados que cambiaban de color cada semana, que unas veces llevaban foto y otras no… ese sistema es el que su usaba en Cracovia para atemorizar a la gente y era algo que los volvía locos. Y también allí existía gente fuera del ghetto que corría un riesgo enorme para ayudarlos.

Juntando todos esos elementos y siguiendo con el planteamiento de que el mundo se ha acabado, veríamos la evolución. El primer libro es el estallido. En el segundo hemos sobrevivido y nos preguntamos ¿ahora qué?. En el tercero es un "vale, el mundo sigue girando, veamos qué queda de él". Y lo que queda de él es la ley del más fuerte. Han sobrevivido los más aptos, aquellos que son capaces de adaptarse mejor a una situación extraordinaria. Uniendo todos esos elementos te puede salir un cóctel explosivo. La ira de los justos es ese cóctel.

 

En las dos primeras novelas utilizas la primera persona y el formato de diario, y en la tercera alternas con la tercera ¿Por qué ese cambio?

En primer lugar, la historia lo pedía. Y en segundo lugar eso te permite jugar de dos maneras distintas. Si utilizas la primera persona te permite enfatizar mucho lo que estás narrando, y el lector participa mucho más, es el protagonista. Es una sensación muy potente. Pero tiene una desventaja: sólo te permite narrar en una única dirección. Sólo puedes contar lo que el protagonista ve, no existe la figura del narrador omnisciente que te permite contar cosas que están fuera del conocimiento o del ámbito del protagonista, algo que sí te permite la tercera persona. Pero también hace que la narración resulte más fría, porque no te permite conectar de la misma forma con el lector. Yo he combinado los dos estilos y ha salido bastante bien. Corría el riesgo de desorientar al lector, pero al ser varias historias en paralelo que confluyen al final, me permitía jugar más. Necesitaba abrir el campo para poder contar más cosas que también eran interesantes y que como lector te apetece ver.

 

Compartes algunas características con el protagonista de tus novelas ¿Llegaste a sentirte en algún momento identificado con él?

No, qué va. Mi personaje es mucho más listo que yo, es más ágil que yo y posiblemente con bastante más astucia de la que tengo yo. Utilicé una proyección, jugando un poco con elementos reales: la profesión, el entorno…

 

En vista de la proliferación de armas biológicas de los últimos años, el virus que inicia la pandemia de tu libro no parece tan irreal como cabría suponer. ¿Encierra tu novela una llamada de atención hacia el control de las armas químicas?

Cada época tiene sus propios pánicos. Nosotros somos hijos de nuestro tiempo. En los años setenta existía el miedo a un holocausto nuclear, en los ochenta a una guerra global, a partir de los noventa a las epidemias: la gripe A, las vacas locas… Te das cuenta de que somos tremendamente frágiles y exploté un poco ese miedo. Existen miles de toneladas de armas químicas y biológicas tiradas literalmente por el mundo, almacenadas en condiciones lamentables y es posible que algún día pase alguna desgracia. Nada parecido al virus de mis novelas, claro, pero igualmente nocivas y seguramente letales. Existe un riesgo real, sin duda.

 

Háblanos de Lúculo, el gato del protagonista.

Lúculo es un personaje fantástico, por muchos motivos. Surgió al principio como un personaje absolutamente secundario, que iba a morir en el primer cuarto del primer libro. Pero de repente me di cuenta de que la gente se había encariñado con él. Tiene un club de fans en Internet de más de quinientas personas. De hecho, cuando comencé a escribir este tercer libro, solté el rumor de que Lúculo podría morir y me llegaron manelloureiro-trilogiacorreos del tipo de: "si matas a Lúculo, tú verás lo que haces". Te das cuenta de que mucha gente se sentía identificada con el gato, que al final es un poco ese espíritu anárquico y rebelde. Lúculo tiene personalidad propia y es el que menos mal lo pasa, porque es un superviviente nato.

 

¿Qué rasgos crees que distinguen a tus novelas de otras del mismo género? ¿Qué les dirías a tus potenciales lectores?

Eso tienen que decirlo ellos, pero tal vez influya el hecho de haber sido el primero o de haber creado personajes carismáticos. Si lee estos libros posiblemente le pase lo que a la mayoría de los lectores: que se caiga dentro del libro y que se quede atrapado en él. Y eso es lo más difícil de hacer. No sé cómo lo he hecho, pero lo he conseguido.

Te das cuenta de lo que importa no es dónde sucede la historia, sino la historia que sucede. Es la historia de personas ordinarias sumergidas en situaciones extraordinarias y eso es lo que realmente atrapa al lector.

 

Algunos lectores reconocen haber sentido miedo al leer tus libros, sobre todo el primero, y han querido preguntarte si tú, a la hora de escribirlos, te involucraste de tal forma que también llegaste a sentirlo.

Me dejé arrastrar un poco por la historia, es cierto. Pero cuando sabes de antemano lo que va a pasar, el factor sorpresa queda diluido. Pero sí sentía la atmósfera agobiante que estaba creando.

 

En tus libros, tras el Apocalipsis, nos encontramos guerras civiles, xenofobia, fanatismo… es casi peor que los No Muertos.

En este tercer libro los No Muertos ya casi forman parte del pasado. Han sido el desencadenante del caos, pero ya van quedando en un segundo plano. En este tercer libro la historia va cambiando. Los No Muertos van perdiendo protagonismo a favor de los supervivientes. De hecho, al contrario que sucede con los vampiros o con los hombres lobo, los zombis nunca son los protagonistas, lo son los supervivientes. Y tú tienes que contar la historia de la gente que sobrevive. Los más "listos" serían los que tomarían una posición de ventaja y habría una lucha de poder descarnada, que daría lugar a situaciones como las descritas en mi novela.

 

Has cerrado una trilogía sobre zombis. ¿Ahora qué?

Mi siguiente novela no tiene zombis. Me apetece escribir sobre otras cosas. Es una novela ambientada en un trasatlántico a principios del siglo XX (no es el Titanic), con una protagonista femenina, y en ese barco empiezan a suceder muchas cosas muy inquietantes. Si en Apocalipsis Z la historia de fondo era ¿qué pasaría si el mundo se derrumbase?, en esta nueva novela sería ¿qué pasaría si las cosas no son como parecen que son?

 

ver + Manel Loureiro

 

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