Anika entre libros

Entrevista a Javier Montilla por "La sociedad del arcoiris"

"La invisibilidad lesbiana tiene un alto componente de autoinvisibilidad"

Firma: María Dolores García Pastor / Fotos: autor / Mayo 2010

 

No me cansaré de agradecer a Susana Guzner que me descubriera a este escritor, que sirviera de puente entre ambos recomendándome su libro La sociedad arco iris. Gracias a eso he conocido y disfrutado no sólo del escritor y periodista sino también de la persona. Javier Montilla es un inconformista comprometido con infinidad de causas. Se declara políticamente incorrecto aunque eso le comporte "la soledad más absoluta" y sigue adelante día a día poniendo su pluma al servicio de los que no tienen voz para que a través de sus artículos y sus libros puedan ser oídos. Es director del diario digital Kultura Libre y jefe de cultura y espectáculos de El librepensador, tiene una columna semanal en El Plural. Además de La sociedad arco iris ha escrito Los expulsados del paraíso, El corazón de la tortura, ha coordinado la antología No sólo duelen los golpes y es autor de la obra de teatro Alhayat.

Charlamos con él de La sociedad arco iris.

 

 

ENTREVISTA

 

Javier, ¿de dónde surgió la idea de hacer este libro?

De mi pasión por el cine de Isabel Coixet, aunque parezca un tópico o mitomanía. Vi una entrevista suya a raíz de su película La vida secreta de las palabras, en la que, en un momento determinado, dijo que desde el momento en que uno tiene una vida interior, ya está llevando una doble vida. Esta frase me impactó tanto que durante algunos días no podía quitármela de la cabeza. Sin dudarlo, pensé en tantos momentos en que las personas homosexuales habían llevado una vida interior lo que, en cierto modo, les confería una doble vida. Días más tarde, pensé que ya era hora de escribir un libro que permitiera contar la historia y la experiencia del colectivo homosexual desde todas las perspectivas y, lo más importante, en primera persona.

 

¿Y en base a qué criterios escogiste a los/las entrevistados/as?

El primer criterio que tenía claro era la pluralidad. Si mi idea era mostrar una realidad desde diversas perspectivas tenía que invitar a personas muy diferentes entre sí, como queda patente en las conversaciones, y así fueron surgiendo los primeros nombres. Quería plasmar las diferentes artes, la música, la pintura, la literatura, pero también hacer visibles otras realidades quizás no tan populares, como es el caso del deporte, la Montilla2mirada homosexual en el cine, la empresa y, por supuesto, la política y el activismo.

 

Diecinueve entrevistas y sólo seis mujeres, ¿por alguna razón en especial?

Un periodista amigo me decía que como publicase esto, Bibiana Aído me iba a suspender por no establecer la cuota. Bueno, yo no soy políticamente correcto. Y yo no creo en las cuotas. Creo que el esfuerzo y el trabajo son los méritos que deben prevalecer sin importar el género. De hecho, cuando dirigí el libro colectivo "No sólo duelen los golpes. Palabras contra la violencia de género" en el cual periodistas y escritoras de este país, se unían por primera vez en un libro para decir basta a la violencia machista, yo fui el único hombre, y no sólo eso, sino que me rodeé de todas ellas. ¿Acaso la cuota ahí importaba? Evidentemente, no.

Lo que considero absolutamente necesario es reflexionar sobre el porqué de la enorme diferencia existente entre el número de hombres y mujeres que hay en el libro, que supongo que es lo que te llama la atención.

Soy de los que piensan que las mujeres lesbianas verdaderamente deberían hacer una reflexión colectiva y meditar sobre la automarginación que en muchas ocasiones se autoimponen.

Por tanto, esa es la única razón por la que hay más hombres que mujeres. Simplemente muchas de ellas no quisieron participar.

 

¿Tuviste que renunciar a alguna entrevista que te hubiera apetecido incluir?

A mi juicio, son todos los que están pero no todos los que son. En cierto modo, han querido formar parte muchas de las personas que se han dejado la piel por el reconocimiento de la dignidad y la libertad de las personas homosexuales, a veces sin obtener nada a cambio. Pero también quería dar voz a aquellas personas que, sin haber ejercido una militancia activa, consideraba que eran importantes para dar esa mirada plural al libro. Es el caso de Boris Izaguirre, por ejemplo. Aunque él afirma en muchas ocasiones que ha hecho mucho daño al colectivo, ¿quién puede negar que su visibilidad y su inteligencia han contribuido a normalizar socialmente la homosexualidad?

Por supuesto que hay nombres que deberían estar y no están, hay personas apartadas totalmente de una cultura que detestan, o apartadas definitivamente del activismo, o de la necesidad de crear una memoria común.

Creo que la principal cuestión no son aquellos que declinaron amablemente la invitación, sino que la mayoría fuesen mujeres lesbianas. Y esto sí que es preocupante. La invisibilidad lesbiana tiene un alto componente de autoinvisibilidad, como decía antes.

 

¿Con cuál de ellas disfrutaste especialmente?

No me puedo quedar con ninguna en particular. Cada historia es necesaria e imprescindible y cada voz ha aportado autenticidad al libro. Me enterneció, por ejemplo, la forma en que Boti García Rodrigo explica cómo reaccionó el ex presidente Aznar en una recepción con motivo del día de la Constitución ante la presencia de los colectivos de gays y lesbianas. Me emocionó la absoluta lucidez con la que Boris Izaguirre narra de forma visceral la muerte y el funeral del desaparecido Terenci Moix. Me sobrecogió, de forma personal, la conversación que Leopoldo Alas tuvo conmigo semanas antes de fallecer de forma inesperada, y que se convirtió, por tanto, en una especie de testamento literario. Me impactó la serenidad y la calma de una artista como Mayte Martín, que sentados en el sofá de su casa, me hizo descubrir que un escenario puede ser mucho más que eso y me impactó la historia y el drama de Susana Guzner, cuya hermana fue asesinada a manos de la Triple A argentina. Todo un abanico de emociones que es la característica principal del libro. Es un libro de emociones.

 

¿Te llevó mucho tiempo documentarte sobre estas personas?

No, especialmente. Es cierto que me gusta documentarme antes del proceso de creación. En este caso, el documentarme sobre los invitados que invité al calor de un café y la palabra, que es el libro, y esto se hace notar en la magnífica relación que acaba desarrollándose con el entrevistado, que se siente como pez en el agua y "confiesa" y habla también sin tapujos ni tabúes.

 

¿Te costó mucho establecer el contacto y que te prestaran su tiempo?

No, desde el primer momento el proyecto les pareció fascinante y alabaron la idea de hacer este cafetín de ideas y emociones.

 

¿Hubo preguntas que no fueron contestadas?

No. Pero lo que sí he echado de menos, sobre todo entre los hombres, es una mayor visibilidad del VIH como un problema que sigue castigando a los hombres homosexuales. Prácticamente no ha habido ninguna alusión al respecto. Y esto es preocupante. Porque es un hecho evidente la alta probabilidad de infectarse a causa de la enorme expansión adquirida por la epidemia entre los hombres homosexuales. Y sin embargo, continúa siendo un tema tabú dentro del colectivo, algo silenciado.

 

¿Existe una cultura gay o como dice el genial Leopoldo Alas en tu entrevista "lo gay se está filtrando en la sociedad y la está transformando"?

No tengo una opinión clara al respecto y, de hecho, el libro refleja esa pluralidad de opiniones acerca de la existencia de una cultura gay. Lo que sí creo, es que la visibilidad de la homosexualidad nos ha hecho vivir en una sociedad más heterogénea. Pero también, me gustaría dejar una cosa en el aire. ¿Es casual que Pedro Almodóvar, García Lorca, Truman Capote, Virginia Woolf, Oscar Wilde o Jean Genet sean considerados genios y sean homosexuales? Yo creo que no. Y eso confirma que la visión homosexual es peculiar y genuina.

 

Tras leer tu libro una cosa me queda clara, machismo y homofobia tienen la misma raíz, ¿cuál es esa raíz?

En efecto, es la misma raíz. El machismo nace de la convicción de que las mujeres son inferiores y están obligadas a ser como quieren los hombres, y a prestarles a ellos servidumbre doméstica y sexual. La homofobia es la aversión a quienes no se apegan al mandato heterosexual impuesto por el dominio patriarcal, a veces con saña que Lasociedaddelarcoiris -portadallega a ser tan sanguinaria como la violencia contra las mujeres.

 

¿Crees que conocer a todos estos personajes un poco más profundamente puede contribuir a esa lucha contra la homofobia, por la libertad y la igualdad de la que todos ellos forman parte?

No lo sé, ciertamente. Es difícil de valorar. Creo que la igualdad legal es un hecho pero la igualdad real, la que se respira en las calles, continúa siendo una utopía. Los casos de homofobia siguen existiendo. Porque la homofobia no se muestra sólo en la agresión física, de la que yo puedo hablar en primera persona, aunque afortunadamente se ve cada vez menos, sino que está presente en el ámbito laboral, ya que cuando la gente sale del armario y quiere llevar también en el trabajo una vida coherente con su orientación sexual se expone a la homofobia.

Y también, por ejemplo, en la sanidad pública, donde son cientos los casos de hombres homosexuales que han sufrido homofobia ante una infección de transmisión sexual o el VIH. Incluso un hospital público como el Carlos III de Madrid, dependiente del Gobierno madrileño y uno de los centros de referencia nacional en VIH, tiene una guía donde se afirma que las personas homosexuales sufren una alteración conductual.

 

Me parece tremendo a estas alturas del siglo XXI e incomprensible que todavía vivamos en las cavernas en lo que se refiere a algunos temas. Tú eres un escritor comprometido, ¿qué temas te hacen afilar la pluma?

Más que comprometido, me gusta definirme como un inconformista nato. De hecho, Woody Allen durante la entrega del premio Príncipe de Asturias ante una pregunta de un periodista sobre cuál consideraba que era el problema mundial más importante afirmó que la indiferencia. La indiferencia está en la raíz de muchos males, por la sencilla razón de que, si no hacemos nada por cambiarlas, las cosas siguen igual. Y si no nos importan lo suficiente, no haremos nada. No puedo más que estar de acuerdo con él. Y ese es el cáncer de la sociedad. Por eso creo que la literatura, el periodismo y una gran parte de la cultura tiene la obligación ética y moral de dar voz a quien no la tiene, a quién la perdió o a quién se la niega, aunque muchos compañeros no piensen lo mismo.

Y a mí me hace afilar la pluma la mediocridad, la violencia contra las mujeres, la maldad de la sumisión de las mujeres en el Islam, los derechos de los animales. Es decir la justicia social y la dignidad para todos los que habitamos en este planeta.

 

¿Es difícil o trae problemas ser consecuente con las causas que uno defiende?

Cuando se es políticamente incorrecto, como en mi caso, se roza la soledad más absoluta. Eso se puede definir muy bien en una frase genial de Rosa Montero, que decía que un pensamiento independiente es un lugar desapacible y solitario.

 

¿Tu próxima batalla (literariamente hablando)?

Hace un tiempo me comentaba la escritora Almudena Solana que preguntarle a un escritor que presenta su última obra por la siguiente era como recibir una visita en maternidad, después de haber tenido un hijo y te vienen a preguntar que para cuándo la parejita.

 

Uy, perdón.

Fuera bromas. Estoy preparando la reedición de mi obra de teatro Alhayat, un ensayo sobre el movimiento animalista y acabando una novela.

 

Pues estaremos atentos y seguiremos tus pasos. Un abrazo y muchas gracias, Javier.

Muchas gracias a ti por todo y mucha energía.

 

…y no olvides que tenemos pendiente un café.

 

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