Anika entre libros

Entrevista a Ginés Sánchez por Dos mil noventa y seis

"Este punto de ruptura con el pasado, este colapso, ya ha sucedido en muchas ocasiones y con muchas culturas. Piensa por ejemplo en la Isla de Pascua y sus estatuas. Piensa qué sentimos nosotros, qué sensación nos embarga al contemplarlas"

Texto: Anika Lillo, mayo 2017 / Fotos: Foto B/N: Iván Giménez - Foto entrevista: Enrique Martínez Bueso - Foto libro sobre roca: Anika Lillo.

 

Después de su debut literario con "Lobisón", Nuevo Talento FNAC, ganó con su segunda novela, "Los gatos pardos", el IX Premio Tusquets Editores de Novela 2013. A continuación y con la misma editorial publicó "Entre los vivos" (2015) y finalmente "Dos mil noventa y seis", novela de la que vamos a hablar.

Ginés Sánchez ha escrito una distopía prescindiendo de los clichés cinematográficos o del típico best seller para centrarse en algo mucho más interesante: la posible realidad. Así, en el año 2126 ya no queda nada de lo que conocimos. El fin del mundo es el fin del mundo tal y como lo conocemos, y el hombre vuelve a poco a poco a un estilo de vida que dejamos atrás hace ya muchos siglos: el de la prehistoria.

De todos estos detalles hablamos con él en una interesantísima entrevista.

 

ENTREVISTA

 

Para quienes no hemos tenido la suerte de leerte anteriormente ¿tienen algo en común tus novelas?

Bueno, no es una respuesta fácil. Imagino que en el trasfondo de cada una irán apareciendo diversas obsesiones mías. Tal vez lo que puedan tener en común es una versión cruel del mundo. Una visión incluso despiadada. Un mundo frente al cual los personajes, en condiciones de inferioridad, deben andar en permanente lucha. Creo que ello es aplicable tanto al Adrián de "Lobisón" como a Gusanito en "Entre los vivos". Tal vez lo sea un poco menos en "Los Gatos Pardos". Pero sin duda adquiere su máxima relevancia en "Dos Mil Noventa y Seis". Sin duda es el caso más desproporcionado en cuanto al equilibrio de fuerzas del juego "Entorno contra Personajes".

 

Nos has contado tu propia versión de una distopía ¿cómo se te ha ocurrido decantarte por este tema?

En realidad se trata de una idea muy antigua. Una que llevaba mucho tiempo dando vueltas en torno a mi cabeza. Antes de una idea fue una obsesión: el paisaje de una ciudad desértica a través de la cual caminaban personajes olvidados. Esa fue la idea inicial, la imagen si se quiere. A partir de ahí fue el enlace con la idea del cambio climático. Digamos que la actualidad la trajo consigo.

 

Gines -sanchez -clip

 

Debo advertir que para mí el gran descubrimiento ha estado en ese toque narrativo que hace que te percates de que con el casi fin de la humanidad, con el paso de los años también existe una involución en el lenguaje, en la forma de comunicarse. He leído bastantes relatos distópicos y el tuyo es el único que ha reflejado esto… 

Entiendo que en este caso -tal vez en otras distopias no sea tan necesario- era absolutamente preciso. Lo era desde el momento en que se pretendía hablar de bolsas de población que por fuerza tenían que ser muy pequeñas. Y de población, además, no autóctona de la zona por la que transitan sino llegada de otros lugares. Se trata de gente que va subiendo hacia el norte, que hace paradas, que se instala. Cada una viene de una zona diferente, tal vez de regiones muy distantes entre si. Ello implica nuevos problemas. La pobreza de recursos que sufren hace, además, que sus necesidades sean más primarias, más básicas. Eso limita también las conversaciones.

 

Había otro detalle que me parecía llamativo en la novela. Pasamos de Santiago -y la impresión de que estamos en España- a nombres como Enda, Enis, Andera… ¿tiene relación con lo que hemos comentado?

Es de nuevo la vuelta al pasado, la involución. En el fondo de lo que se trata es de generar determinadas sensaciones. Y todo ha de colaborar. Se buscaron para ello nombres íberos, antiguos nombres celtas.

 

Por triste que parezca la respuesta… ¿De qué sirve todo lo que hemos conseguido -desde la literatura hasta las nuevas tecnologías- en un futuro como el que has descrito?

Es lo mismo que decíamos antes al respecto del lenguaje. Ante la destrucción de la sociedad, ante su colapso, de pronto hay cientos de logros que quedan atrás y que se convierten en absurdos. Es la involución abarcando la totalidad de las manifestaciones humanas, no solo el lenguaje. Piénsese por ejemplo en la contemplación de un electrodoméstico (o de un coche) por alguien que no puede comprender en absoluto su funcionamiento o su utilidad. Eso mismo sucedería con la propia contemplación de las ciudades, o de un objeto tan cotidiano como un libro.

En cualquier caso este punto de ruptura con el pasado, este colapso, ya ha sucedido en muchas ocasiones y con muchas culturas. Piensa por ejemplo en la Isla de Pascua y sus estatuas. Piensa qué sentimos nosotros, qué sensación nos embarga al contemplarlas. La pregunta es: si la sociedad colapsara al modo descrito en la novela y llegaran unos extraterrestres unos siglos después y contemplaran el mundo abandonado, ¿qué pensarían, a qué conclusión llegarían?

 

Dos -mil -noventa -y -seis

 

Reconozco que me ha parecido más verosímil tu novela que otras obras distópicas y eso aterra un poco ¿sabes? ¿Había alguna intención de que fuera así?

La cuestión con esta novela, su diferencia con otras distopias apocalípticas, es el punto de ruptura de la sociedad. En general este tipo de distopías parte de un "algo", un elemento externo, que rompe el camino por el que avanza la sociedad. Esto puede ser unos marcianos, o un virus. Una X que viene y que rompe con lo que hasta ese momento había sido. Sin embargo aquí la diferencia es que no hay ese punto de ruptura, no hay ese elemento externo, sino que es al revés. Que esta es la sociedad a la que podemos muy fácilmente vernos abocados salvo que pase algo que lo evite. Creo que eso es lo que hace que sea más verosímil que otras.

Y en cuanto a lo que dices de aterrar. Pues aterrar es un verbo que me encanta. Lo que se pretendía, en cualquier caso, era generar la sensación de verosimilitud. En cuanto futuro (nuestro) y en cuanto presente (de los personajes). Y es un honor que alguien se aterre.

 

Si Einstein dijo "No sé cómo será la Tercera Guerra Mundial, sólo sé que la Cuarta será con piedras y palos", parece que tú lo corroboras…

La cuestión es que estamos acercándonos a un punto muy peligroso. A nivel global. Y me extiendo: Nos encontramos en un momento en el que los ricos están contraatacando con fiereza para robarles a los pobres todas las conquistas sociales que estos les arrancaron durante el siglo XX -los descansos dominicales, las jornadas de cuarenta horas, que no trabajaran los niños- y para que la sociedad regrese al XIX. Vivimos en un mundo en el que los ricos acumulan cada vez más riqueza y los pobres son cada vez más pobres. En un mundo en el que la clase media no es ya que tienda a no existir sino que ya no es necesaria. No es necesaria y por lo tanto no interesa a las élites. Un mundo en el que a la gente, progresivamente, se la va expulsando del sistema -alguien que no puede pagar la luz mientras las eléctricas ganan millones es un refugiado energético-. Un mundo en el que dentro de unas décadas el petróleo, el oro, la plata, los materiales básicos para la industria, serán bienes de súper lujo -y no me refiero a llenar el depósito de gasolina, me refiero a que no habrá petróleo por ejemplo para que los miles de barcos que van surcando el océano y de los que depende el noventa por ciento del comercio mundial puedan zarpar-. A ello hay que sumar un cambio en el clima que provocará en unas pocas décadas una desertización galopante, donde se destruirán zonas de cultivo y donde habrá miles de millones de personas que no tendrán acceso al agua y que vagarán por el mundo huyendo del hambre y de las epidemias.

Es una visión triste, y dura. El problema es que no es descabellada, sino probable. El problema es que invita a pensar lo que invita a pensar.

 

Gines -sanchez -viejo

 

A mí me da la impresión de que de seguir así lo que acaba desapareciendo es otra humanidad…

Es de colapso de lo que estamos hablando. Hay varias definiciones del concepto. Puede ser "el completo final de un sistema político y de la trama civilizatoria correspondiente al mismo". O puede ser "un retroceso drástico del tamaño de la población humana y/o de la complejidad poltíca/económica social, en un área considerable y durante un tiempo prolongado". La primera definición corresponde a Eisenstadt. La segunda a Jared Diamond. Y por ahí van los tiros.

 

Hemos hablado de la involución del lenguaje, de un posible punto y final de la humanidad y ahora me gustaría tocar otra de las partes importantes de "Dos mil noventa y seis". ¿Para mantener cierto orden es necesario ser cruel con los demás? (hablamos de Taner y su forma de dirigir "la ciudad")

Taner es como el eje del tornillo de Arquímedes que la tribu está usando para extraer el agua en la Vieja Estación. Los demás personajes son más como las aspas de la hélice que va a lo largo del eje. Él es la clave en torno a la que todo transcurre. En la novela representa al dictador pero representa más. Representa al gobierno. Al propio estado. Y todas las manifestaciones del estado están en él. Él es los tres poderes. Pero también es el general de los ejércitos y el poder religioso. Y también las cloacas del estado, tan tristemente célebres. Es la preocupación por los gobernados a la vez que la preocupación por su propia preservación. Como persona y también como gobernante.

           

Taner es una persona de claroscuros. Por un lado es cruel convirtiendo a los "extraños" en esclavos para que los suyos mantengan un status dentro de la ciudad, pero por otro es el primero que se ofrece a hacer el trabajo de los esclavos…

Como hemos dicho es el personaje clave. La clave de bóveda de la historia. También es el que más facetas manifiesta. Es un guerrero pero a la vez es un poeta. Es apasionado, sutil, pero a la vez cada uno de sus actos está cuidadosamente medido. Por supuesto es cruel, porque no podía ser más que como es el entorno, la vida que han de llevar. Pero también sufre. Hondamente.

 

No sé si veías la relación pero Taner parece seguir la máxima de doblegar al pequeño para mantener el orden y esto me recuerda a lo que han hecho algunas religiones o lo que hacen aún algunos dictadores actuales…

Hay que pensar que los romanos, en tiempos del Imperio, enfrentados a determinadas crisis, procedían a designar dictadores a los que se le otorgaban poderes casi ilimitados. Esto solía hacerse por un periodo de tiempo determinado y luego el dictador debía rendir cuentas. Sin embargo para ese momento éste ya había arramblado con sus enemigos y los había pasado por la Gines -portadascuchilla y les había expropiado hasta las sandalias. En un barco, cuando está en la mar, el capitán es la vida y la muerte. Porque se entiende que así debe ser, que eso es preciso para la travesía. Tal vez sea algo semejante a una de estas dos cosas.

 

No vamos a destripar el final pero yo he tenido una impresión extraña. Depende de cómo ves el mundo puedes ver esperanza (el vaso medio lleno) o, por el contrario, darte cuenta de que ya no hay ya nada que hacer, que es demasiado tarde (vaso medio vacío). ¿Qué final esperabas que entendiéramos?

Yo creo que la esperanza es innata al ser humano. Viaja con él. Está siempre ahí. La cuestión es, ante un futuro como el que se describe en el libro, cuánto sea lo que se pierda por el camino. Porque lo que se pierda será mucho. Y perdido estará. Porque será imposible recuperarlo.

 

Una última curiosidad. Cuando terminas una historia así de catastrófica ¿Qué te queda dentro? ¿Satisfacción por haber terminado o quizás también angustia por lo que has contado (y por lo que todos te preguntamos)?

Ya hemos comentado que la idea original proviene de una obsesión que después va enlazando con otra idea más profunda. Y la cuestión es que, al final, como sucede casi siempre, uno termina hablando de sus propios miedos. Porque, mira, en aproximadamente veinte años habrá como tres mil millones de personas que no tendrán acceso al agua potable y que vagarán por el planeta en busca de alimento. Y hablo de mis miedos porque en treinta años tal vez yo no esté aquí. Pero sí estarán, por ejemplo, mis sobrinos. Que ahora son jóvenes pero que ya existen. Que ya tienen rostro, y sueños. Es el futuro, pero son miedos actuales. Miedos de ya.

 

Justamente eso es lo que me da miedo a mí, porque yo sí tengo hijos. Muchas gracias por la entrevista y por tu libro, que ha sido todo un descubrimiento.

Muchísimas gracias a ti, Anika. Nos volvemos a ver cuando quieras.

 

+ Ginés Sánchez

 

 

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