Entrevista a Gerardo Muñoz por su obra
Gerardo Muñoz Lorente (Melilla, 1955) vive en Alicante desde 1981. En 1987 publicó su primera novela "El fantasma de Lucentum", reeditada a inicios de 2004. En mayo de 2004 salió a la luz su última novela, "El rosario de Mahoma" (Equipo Sirius), que se ha unido a las ya publicadas "Secretos" (Aguaclara), "El fruto de la melancolía" (Huerga & Fierro), "Un negro detrás de la oreja" (Instituto Gil-Albert) y "Ramito de hierbabuena" (Plaza & Janés), novela que aborda el fenómeno de la inmigración clandestina en España.
Muñoz fue diputado en las Cortes Valencianas entre 1987 y 1991, siendo elegido presidente del CDS en la Comunidad Valenciana en 1990. En la actualidad está afiliado al PSOE y centrado de lleno en la creación novelística.
Gerardo Muñoz es autor del curioso "Diccionario críptico-práctico para políticos" y posee una web: www.gerardomunoz.com.
ENTREVISTA
¿Qué no le perdonaría a un lector?
No tengo nada que perdonar a un lector. Más bien todo lo contrario. Por el mero hecho de serlo, ya se merece mi reconocimiento y agradecimiento.
¿La espina dorsal de la escritura es hacer sentir el mundo mediante las palabras?
Creo que la literatura hace sentir emociones, despertar sentimientos, y reflejar la realidad del mundo, de una época, de una sociedad, con la fidelidad de un espejo.
¿Un libro es tanto de quien lo escribe como de quien lo lee?
El libro primero es de quien lo escribe, pero en cuanto se distribuye por las librerías es potencialmente de todos. Por último, es de quien lo lee y, sobre todo, de quien lo recuerda.
¿Se siente en deuda con algún autor español?
Con muchos. Desde la mayoría de los clásicos, hasta algún que otro contemporáneo, como Delibes.
¿Qué novela suya le quitó el sueño?
Todas me han quitado el sueño, en mayor o en menor medida, mientras las he estado escribiendo.
¿Qué libro le hubiera gustado escribir y llegó tarde?
Muchos. Pero por poner sólo un ejemplo (que en realidad son siete) diré que "En busca del tiempo perdido", con casi un siglo de retraso.
¿Qué semejanzas hay entre la novela y la política para que muchos políticos acaben escribiéndolas, o al menos firmándolas?
Siempre he dicho que en la política se viven las mismas experiencias y conoces a los mismos tipos de personas, que en la vida civil, sólo que de manera mucho más acelerada e intensa. Quizá eso ayude a encontrar con mayor facilidad el argumento para una novela. Pero si el político que escribe una novela no ha sentido antes la vocación de escritor, no es más que un oportunista sin futuro alguno en la literatura.
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