Anika entre libros

Entrevista a Francisco León por "Terraria", I Premio de Poesía Màrius Sampere

"Nunca sé de antemano si el poema que voy a escribir se coagulará finalmente en verso o alcanzará la forma de la prosa"

Firma: Manel Haro / Fotos: autor / Marzo 2007

 

Francisco León ganó el I Premio de Poesía Màrius Sampere en lengua castellana con el poemario Terraria, unos versos donde se encierra el divagar por esta vida, la muerte como parte de ella y Lanzarote y Fuerteventura como espacio donde reflexionar de todo ello.

 

 

ENTREVISTA

 

Francisco, lo primero que aprecia el lector cuando ve la portada de su poemario en las librerías, es que Terraria ha ganado el I Premio Internacional de Poesía Màrius Sampere. Antes de nada, ¿qué supuso para usted haber conseguido este premio?

A parte de las buenas personas que he conocido, creo que los premios no aportan nada al poeta; es decir, no aportan nada a su poesía. Mejor dicho aún: no deberían ni aportar ni sustraer nada a la poesía que debemos hacer. La poesía es un asunto de la más pura necesidad puesta en las fuerzas de la más honrada destinación.

 

Lo segundo que hay que destacar y que veremos al abrir el libro, es que se tratan de poemas en prosa, cosa que resulta valiente teniendo en cuenta que lo presenta a un premio de poesía. ¿Por qué escoge este formato para escribir Terraria?

Si hablamos de lo estrictamente electivo, he de serle sincero y confesarle que es el poema quien nos elige, ya sea en prosa o verso, y no al contrario. Nunca sé de antemano si el poema que voy a escribir se coagulará finalmente en verso o alcanzará la forma de la prosa. Sólo puedo decirle que siempre he escrito poemas en prosa, desde que comencé a escribir, y tal vez tantos como poemas en verso. Son dos tipos de configuración musical, por así decir, cuyo origen generador es el mismo, la pura necesidad, como dije antes. Por eso presenté un libro de poemas en prosa a ese concurso: porque para mí prosa y verso poseen idéntico valor creativo.

 

Francisco, ¿debe un poeta tratar de innovar constantemente para que lo publiquen?

No. La publicación pertenece a los aparatos de la cultura. La innovación, si es honrada y surge del instinto creador, pertenece a las fuerzas internas de la creación.

A mí me parece más adecuado hablar, en cualquier caso, de "exploración". J. V. Foix, un escritor que me interesa mucho, solía decir de sí mismo que, más que un poeta, se consideraba un investigador en poesía. El poeta debe explorar su mundo interior con un lenguaje determinado, que pertenece también a su mundo interior, de manera que buscar ese mundo implica también buscar ese lenguaje, y, aunque con exactitud no sean lo mismo, son experiencias contiguas de un mismo hecho: la exploración. Ahora bien, estoy hablando de asuntos que pertenecen a las profundidades del ser.

El poeta, en definitiva, debe explorar esas profundidades para alcanzar a percibir, siquiera sea de manera imprecisa, su mundo, ese más allá del mundo que el poeta deja al mundo como decía Juan Ramón Jiménez. De resto, muchas veces, publicar un libro me resulta un fenómeno quizá no extra poético, diría, pero si algo que normalmente no me interesa demasiado. Aunque es verdad que la poesía se cumple en su esencia en la lectura gracias a la publicación.

 

En el epílogo dice que cierra un arco donde "quedan atrás las obsesiones de ayer, las que acompañaron el mero existir y su meditación". ¿Qué nos depara pues el próximo Francisco León?

Sólo puedo hablarle de lo que he podido escribir hasta ahora: guardo entre mis papeles dos libros de poesía, casi acabados. Uno de ellos tiene que ver con algunos viajes que he realizado a Grecia y Turquía. Dos experiencias muy enriquecedoras que me llevaron a escribir como si hubiera caído en un hipnotismo obsesivo. Por otro lado, continúo escribiendo diarios, relatos y, claro, poemas en prosa.

 

En el poemario abunda mucho el tema de la muerte, ¿es esta una de sus obsesiones?

Sí. Aunque deseo matizar: no me inquieta en lo más mínimo la muerte como espacio que se encuentra al otro lado, sino como experiencia propia de este lado. Me interesa la vida en su interrelación con la muerte. Me interesan las hondas contracciones entre el vivir y el morir. Entre el ir viviendo y el subsiguiente ir muriendo. De la fricción entre esas dos experiencias surge casi todo lo que interesa a mi poesía.

 

Playas que ya no están, caminos que parece que se borran, personas que no se sabe muy bien a qué mundo pertenecen, peces que abandonan el mar para morir en la tierra… El surrealismo está muy presente en Terraria, ¿es a través del surrealismo como deforma una realidad vivida, como riza el rizo de la experiencia diaria?

No es posible considerarse, creo, a estas alturas de la historia, un surrealista puro. Me parecería demasiado adánico. Yo no me considero surrealista al modo en que lo fueron los grandes maestros. Si bien es del todo probable que en mi escritura queden estratos y chispazos del surrealismo y, sobre todo, una suerte de fluencia inconsciente que a veces me lleva espacios interiores que no siempre se refunden en metáforas surreales.

En todo caso me considero, y lo digo sin vanidad alguna, un heredero de las vanguardias históricas. De hecho, en Canarias, al borde del estallido de Guerra Civil española, tuvimos una vanguardia y un surrealismo muy activo y enriquecedor. Ahora bien: el remanente de surrealismo que pueda palpitar en Terraria no está ahí ni a posta ni para deformar realidad alguna. La realidad es deforme y esquiva en sí misma, ¿no le parece? Por otra parte, siempre he considerado mi poesía como un instrumento de ordenación, por extraño que le pueda parecer.

 

¿Qué tiene que ver su forma de ver las islas de Lanzarote y Fuerteventura con la del pintor Alechinsky, que tanto le gusta?

Cuando Alechinsky viaja a Canarias y contempla especialmente las islas orientales de este archipiélago se produce un contacto mágico con el origen, con las fuerzas perturbadoras y transformadoras del origen. Se trataba de una visión hipertélica y mítica de un hecho geográfico importantísimo. Eso sólo le pasa a muy pocos: Bretón, a su paso por Tenerife en 1935 imaginó el volcán de El Teide como un hecho erótico. Lo mismo le pasó al pintor italiano Ernesto Tatafiore, en los 80. Alechinsky tuvo una gran suerte, porque tuvo una visión o contacto mágico con las Islas, y contemplar la pintura que realizó en ese instante siempre me pareció un regalo impagable para el ojo. ¿Quién que viva en estas islas no desearía verlas a través de ese ojo mágico, el ojo que ve las invisibles huellas del origen?

 

Una pregunta necesaria para saciar nuestra curiosidad sería saber qué otros poetas le han influido, pero me gustaría ir más allá y preguntarle a nivel general qué otras formas artísticas o nombres artísticos han influido en usted. Uno ya lo sabemos: Alechinsky.

Desde luego, la pintura. Tal vez porque desde mi primera juventud siempre desee ser pintor. De hecho comencé mis años universitarios en una facultad de pintura, aunque finalmente dediqué mi tiempo a la escritura y los estudios literarios. Recientemente he publicado un libro de poemas (en verso) titulado Dos mundos (en la colección Signos de Huerga y Fierro). La presencia de referentes pictóricos en ese libro va desde Velázquez hasta el ya por desgracia desaparecido pintor catalán Joan Hernández-Pijuan, pasando por Tàpies, Edward Hopper, William Turner o algunos clásicos antiguos como Giotto. No son poemas o comentarios poéticos sobre unas pinturas determinadas, quede claro. Son el reflejo de esos mundos pictóricos tan caros a mí iluminando algunos pasajes de ese libro.

 

Este libro lo ha publicado La Garúa, una editorial que se caracteriza por intentar dar voz a los poetas, jóvenes y no tan jóvenes, que realmente viven la poesía. Si leemos a algunos poetas ya famosos que publican en editoriales más grandes, uno se acaba aburriendo de lo que dicen o incluso se les nota demasiado que buscan más unos resultados económicos que saciar una necesidad de expresión. En cambio, ocurre a veces que la verdadera sorpresa nos la llevamos cuando tomamos un poemario de una editorial pequeña y de un poeta quizá no tan conocido. ¿De alguna manera se está produciendo un cambio generacional en la poesía actual? Es decir, ¿los jóvenes poetas están pidiendo a gritos que se les lea?

La poesía siempre se está transformando y abismando en modos de expresión, no sé si nuevos, pero sí al menos diferentes: los cambios son inevitables, si bien no definitivos: mucho me temo que dentro de cincuenta o cien años, Luis García Montero, por ejemplo, un poeta hoy inevitable, no significará nada, o será un poeta muy menor, en el diagrama de la poesía del mundo. Nada es definitivo, menos aún si lo inevitable va unido a lo mediatizado o lo modal. En el prólogo de La otra joven poesía española (publicada hace unos años en Igitur) dejé escrito que en España existía una nueva promoción poética, menos atada a lo modal -o en absoluto atada a las modas imperentes- cuyos intereses chocaban con los de la poesía triunfante de la década de los años ochenta: la llamada poesía de la experiencia, si es que esta escuela poética tiene alguna aspiración poética, claro. En esa antología señalaba que existía en el ámbito de la lengua española otras formas de escribir y pensar la poesía; otros caminos, en mi opinión, aunque apartados y silenciados, y por lo tanto más excéntricos, mucho más centrales y duraderos.

 

Francisco, ¿cómo sabe un poeta, en este caso usted, la acogida que tiene su poemario? Dicho de otro modo, ¿cómo han acogido Terraria los lectores?

Pues no lo sé con exactitud, la verdad. Sólo conozco la valoración de unos pocos amigos muy cercanos que han sentido aprecio por ese libro. Lo han leído y me han dicho: «No está mal». Para mí es suficiente. Del resto, sinceramente, no me interesa -no me interesa ni me puede interesar, por principios- lo que digan los lectores de mis escritos. Se debe tener mucho celo en esto. Por eso decía antes que una parte de la publicación me resulta un hecho completamente al margen del fenómeno de la creación verbal. Lo que escribo lo escribo únicamente pensando en mí y para mí, en relación a mi exploración interior. Para mí la poesía es una forma del pensamiento imaginario, un instrumento del conocimiento, del pensar que viene desde el fondo del ser de cada uno, y no podemos desviar nuestra escritura de sus propios e intransferibles exigencias de pendiendo de la acogida que hacen de nuestros escritos los lectores. ¿Usted se imagina a Kant escribiendo pasajes de su filosofía teniendo en cuenta los gustos o deseos de sus posibles lectores? El poeta debe olvidar que tal vez un día, remoto e improbable, alguien lo va a leer. Le concierne la lectura de su poema, pero no le conciernes sus lectores.

 

Pues muchas felicidades por este estupendo poemario y gracias por su tiempo, esperamos hablar con usted otra vez muy pronto.

No hay por qué darlas. Gracias a ustedes.

 

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