Anika entre libros

Entrevista a Eugenia Rico por "Aunque seamos malditas"

"Los malditos dejaremos de serlo en la medida que pensemos, que viajemos, que intentemos buscar respuestas… es la ignorancia lo que nos hace malditos"

Firma: Patricia Tena / Foto cabecera: Anika Lillo / Resto Fotos: autora / Octubre 2008

 

"¿Nunca te has sentido acusado sin culpa? ¿De cuántas injusticias has sido víctima? Todos en algún momento hemos sido perseguidos…" con estas palabras Eugenia Rico (Oviedo, 1972) presenta su última novela: Aunque seamos malditas (Suma de Letras).

Dicen que es más fácil definir este libro por lo que no es que por lo que es, y no van desencaminados, porque son muchas cosas a la vez. Es un libro ambicioso y profundo, lleno de matices, pero que simplificando mucho nos habla de la caza de brujas a lo largo de los años mediante dos historias diferentes pero unidas: Selene era una mujer que en la Edad Media hacía las labores de un médico hasta que fue acusada de brujería y murió en la hoguera. Ainur ha ganado el primer juicio por acoso sexual laboral y sin embargo los de su alrededor le hacen sentir culpable. Intentando escapar, va a parar a un misterioso pueblo que parece ser invisible cuando hay niebla. Todos sus habitantes son tullidos y ella se enamora del farero, un hombre que vive en un faro que no da luz y que le ayudará a redescubrir la historia de Selene, una mujer que, como ella, también fue acusada injustamente y tachada de maldita.

Aunque seamos malditas es un rompecabezas metaliterario que juega con los saltos en el tiempo y los espejismos, con la bruma y la niebla, que habla de la fina línea que separa la inocencia de la culpabilidad y que sin duda es una feroz crítica a la triste tendencia actual consistente en etiquetar y criticar a los que no son como nosotros.

Eugenia Rico es licenciada en Derecho y Relaciones Internaciones y también estudió Arte Dramático y Guión de Cine. Pero desde que publicó su primer trabajo con once años, la literatura nunca la ha abandonado. Ya con su primera novela, Los amantes tristes, fue comparada con el mismísimo Joyce.

Sus siguientes libros fueron galardonados con diversos premios literarios: La muerte blanca (Premio Azorín 2002), La edad Secreta (finalista del Premio Primavera de Novela 2004), En el país de las vacas sin ojos (Premio Espiritualidad 2005) y El Otoño Alemán (Premio Ateneo de Sevilla 2006). Además, en Roma recibió la Beca Valle-Inclán de la Real Academia de España por el conjunto de su obra y colabora en diversos medios de comunicación.

 

 

ENTREVISTA

 

Eugenia, ¿cómo surge la idea de escribir un libro de esta temática?

La historia se te impone. Una novela es un trabajo inmenso, una especie de locura y una especie de esquizofrenia. Te vas metiendo en una historia más y más hasta que llega un punto en el que la historia que tú escribes es real y lo que la gente llama realidad para ti es algo hetéreo. PortadamalditasPara ti llegan a ser más reales y más cotidianos los personajes de tu novela que incluso la gente que está a tu alrededor.

Es fascinante cómo alguien que está cuerdo se vuelve loco voluntariamente al escribir una novela. Yo no creo que sea porque te apetece, de hecho, yo siempre siento muchísima resistencia, pero empiezas a pensar en un tema y te acaba obsesionando.

Yo quería escribir sobre el acoso a través de la historia. Sobre el acoso ahora y sobre el acoso hace tiempo. Sobre la caza de brujas porque se ha convertido en emblema y sobre aquellas que llamaron brujas y fueron perseguidas por ir contra la norma. Y simplemente por ser libres. En el caso de Selene es por la medicina que se empieza a estudiar en las universidades y se les quiere quitar el poder a las parteras y sanadoras. Ya tenían el poder de dar la vida, si se les daba también el de evitar la muerte, serían demasiado poderosas.

Pero quería contar también las historias de estos pequeños acosos que nos hacen todos los días. Que nos señalan en el colegio, en la comunidad de propietarios, en la oficina… te señalan por cosas cotidianas, por alta, por baja, por gordo… por cosas no tan graves pero que a ti te pueden afectar de por vida.

 

Resulta curioso que en esos casos la víctima siempre se siente un poco culpable. Esto tiene mucha importancia en la novela...

Sí, una de las cosas que más me interesa es precisamente ese efecto: cómo luego la víctima acaba sintiéndose culpable, aunque no haya hecho nada. Quería escribir desde el pecado original: esa sensación de culpa que tienen los inocentes, mientras que los culpables se sienten inocentes. Piensa en las mujeres violadas por ejemplo, inexplicablemente, ellas siempre se sienten un poco culpables.

Yo estuve dándole vueltas al paisaje de Asturias, del Norte, el mundo de las cuevas que es como la vagina de la tierra, por donde sale la madre tierra y el misterio, lo oculto, el subconsciente... y salió este libro.

 

El título incluye una conjunción concesiva que imagino que no es gratuita. ¿Qué significa ése "aunque"? ¿Quizá esperanza?

Significa "Aunque seamos malditas, somos inocentes". A mí el aunque me parece lo mejor del título. Lo mejor de la literatura siempre es eso: la duda, el matiz. La literatura es el aunque. Siempre hay que poner un aunque a las cosas terribles que pasan en el mundo.

 

Selene hacía las labores de un médico pero murió en la hoguera, y Ainur ganó un juicio por acoso sexual pero tuvo que huir. ¿Cómo se deja de ser maldita?

He escrito este libro para que estas personas dejen de ser malditas y malditos. Una de las mejores cosas que podemos hacer es leer libros y pensar, que es una manera refinada de leer. Los malditos dejaremos de serlo en la medida que pensemos, que viajemos, que intentemos buscar respuestas... es la ignorancia lo que nos hace malditos.

 

Como el Lazarillo de Tormes, que tiene un papel importante en la novela…

Sí, es un libro prohibido. ¿Cómo puede ser maldito o malo un libro? Sin embargo así era. Ahora ya no, y por eso hay que aprovechar y escribir, si puedes, libros malditos.

 

Aseguras que en algún momento de nuestra vida, todos hemos sido acusados o perseguidos. ¿De qué han acusado a Eugenia Rico?

Cuando una mujer escribe sobre otra mujer siempre la acusan de que la novela sea autobiográfica, y también repiten eso de "es una novela para mujeres". Fíjate en dos cosas: si una historia de mujeres la escribe un hombre, la califican de profunda y tierna; y cuando un hombre escribe una historia protagonizada por un hombre se piensa que habla del género humano y de la condición humana.

Yo pienso que esta es una novela muy coral y mi personaje favorito precisamente es un hombre: el farero. Creo que las mujeres podemos escribir buenos personajes masculinos, con el mismo derecho y la misma capacidad que aquellos hombres que crearon grandes personajes femeninos como La Regenta o Ana Karenina.

Aunque seamos malditas es una novela muy coral y espero que no me acusen de escribir para mujeres -aunque por otra parte es cierto que leemos más- . Lo correcto sería decir que es una novela para las personas y me gustaría creer que una buena historia escrita y protagonizada por una mujer pueda ser una historia universal.

 

También te incluyes a ti misma como un personaje…

Es una manera de no tomarse en serio. En una novela muy metaliteraria, en la que hay una reflexión sobre el oficio de escribir, en la que hay una novela dentro de una novela, es como una muñeca rusa. Que yo sea un personaje es una especie de cameo y me sirve, no para hablar de mí, sino del mundo literario y para hacerle un guiño o más bien una sátira. Aunque reconozco que es arriesgado, me gustaba esa ironía.

 

Cuando hablas de Selene y de su época, se nota que detrás hay una extensa documentación...

Sí, sí lo fue. Aunque no es una novela histórica, tiene mucha connotación histórica. Una de las cosas más interesantes la descubrí en Barcelona -vine expresamente para esa documentación- en un libro muy grande que tengo en catalán sobre "Bruixes i metzineres". Además aquí en Catalunya había una particularidad y es que no quemaban a las brujas, sino que las ahorcaban. Tuve muchísima documentación.

En España sólo se quemaron a 56 brujas, así que me inspiré mucho en casos de brujas alemanas. Concretamente en el caso de una mujer que hacía de médico y le saquearon su casa para confiscarle sus bienes y sus pacientes. Es el momento en que las mujeres que siempre habían curado son apartadas de la curación porque se empieza a estudiar medicina en la universidad, se crea la incipiente y poderosa industria farmacéutica, se fomenta el monopolio de la medicina... pero ellos se encuentran con la contradicción de que las que tenían las hierbas eran las mujeres. La persecución fue la manera de acabar con ello.

Me interesaba la mujer como metáfora de todos los perseguidos, y las brujas como metáfora de todos los acusados. Fíjate que en algunos lugares como Francia hubo locura colectiva: perseguían a las brujas, en medio de la persecución cambiaban a las brujas por los judíos, llegaron a matar a todos los gatos negros porque pensaban que eran brujas Eugenia1disfrazadas…

La parte fascinante de este libro fue la documentación histórica, que resultó muy variada y amena y la verdad es que el tema da para muchas novelas.

 

Resulta bochornoso conocer algunas pruebas a las que sometían a las mujeres para demostrar que eran brujas, como la del agua.

Sí, la tiraban al agua y si flotaba es que era una bruja y la quemaban en la hoguera por ello, pero si no flotaba significaba que no era una bruja pero probablemente ya había muerto ahogada… La mujer moría de todas formas.

Todas estas pruebas son históricas, lo que sorprende es lo absurdo. Pero fíjate por ejemplo Guantánamo, si no es absurdo: hay gente allí sin pruebas que les incriminen. Allí las brujas no tenían escapatoria: existían los cazadores de brujas, personas a las que se pagaba por cada bruja capturada y ellos buscaban una marca diabólica, que podía ser cualquier lunar… eran pruebas imposibles.

Me interesaba mucho la función metafórica, hoy día también tenemos caza de brujas. Me estoy acordando del chico brasileño que mataron en el metro de Londres por terrorista y no tenían pruebas, persecuciones por el color, por el aspecto… La caza de bruja fue el Holocausto de las mujeres.

 

Usas la frase más célebre de El Gatopardo de Lampedusa ("todo tiene que cambiar para que todo siga igual") para dar a entender que hoy día también existe la Inquisición pero con otro rostro, como el de los medios.

Sí, como en el caso del farero. Los medios de comunicación son como Dioses, que una vez te han expulsado del Paraíso no te permiten volver. La Inquisición mediática puede condenar aunque la justicia te absuelva y puede absolverte aunque la justicia te condene. Es implacable porque no admite apelación. Aunque luego resultes inocente, es imposible devolverte tu buena estima, la vida ya ha quedado destrozada.

 

El pueblo donde se refugia Ainur es bastante terrorífico. A mí todo el juego de sombras y niebla me recordaba a los páramos de Cumbres Borrascosas.

Me encanta que me digas eso porque admiro mucho a Emily Brontë, ¡es fabulosa! Además también hay una imagen que quizá tu has visto y no ha visto nadie en esa estructura de que llega un forastero y un personaje le cuenta una historia. Allí llega el arrendatario y el ama de llaves le cuenta la historia de Catherine y Heathcliff. Aquí viene un periodista y Consuelo le cuenta la historia de la pelirroja. Me encanta que te recuerde a esa atmósfera inquietante.

 

De hecho todos los habitantes de este pueblo son tullidos. ¿Es una metáfora para recordarnos lo imperfectos que somos?

Exactamente. A todos nos falta algo.

 

Como Consuelo, que critica a todos…

¡Y ella también es tullida! La única bruja que hay en la novela es Consuelo. Las demás no. Es un bicho malo que se queda tejiendo su tela de araña en un final un poco abierto.

 

Durante la novela Ainur menciona libros como Grandes Esperanzas, Los pazos de Ulloa, Bartleby, el escribiente o Hamlet. ¿Son estos los libros que te han marcado como lectora?

Son algunos de mis libros favoritos. Por ejemplo amo El Lazarillo y me parece la primera novela moderna.

Con Aunque seamos malditas también quería hacer un pequeño homenaje a los escritores que me han devorado el alma. Desde las hermanas Brontë, Emily sobre todo, pero también Charlotte; Jane Austen, Edgar Allan Poe… hasta autores como David Foster Wallace. Recordar un poco a mis autores de cabecera, los que me han obsesionado y carcomido por dentro.

Pero me encanta lo que me dices, porque si me hubiera gustado que se pareciera a una novela, hubiera sido a Cumbres Borrascosas. ¡Ya me gustaría a mí! (Risas) La atmósfera opresiva sí puede recordar, pero en mi novela es más irreal, porque el pueblo aparece y desaparece con la niebla.

 

Hablábamos antes del personaje del farero. Me ha gustado porque él lleva todo el peso filosófico de la novela. Explica los motivos por los cuales no cree que el hombre haya llegado a la Luna, la importancia del dinero o lo que nos dicen las basuras de la gente que las tira.

Y eso completamente verdad, la basura habla mucho de la gente.

 

Sí, de hecho me ha recordado a la película Celebrity de Woody Allen donde comentaban que también dice mucho de una sociedad a quién hace célebre.

Es cierto. Aquí un señor descubre cómo detener el envejecimiento celular, ¡algo tan importante como el hecho de que podríamos evitar la muerte! y sin embargo no se hace tan famoso como alguien que sale en una portada del Vogue. Es el colmo.

 

El farero me parece un personaje ideal para filosofar. ¿Lo has aprovechado para expresar opiniones propias?

Todos los autores se expresan a través de sus personajes, pero no tienen por qué compartir todas sus opiniones. En el caso del farero, sí que es el personaje que más se parece a mí; para sorpresa de los que creen que solamente puedes ponerte en el cuerpo y mente de una mujer.

 

He marcado una frase de Ainur que me ha llamado la atención por ser triste y cierta: "Me da tanto miedo cumplir mis sueños como enfrentarme a mis pesadillas". ¿Por qué da miedo ser feliz?

Porque tenemos miedo a la libertad y tenemos miedo a la felicidad. Nunca te va a suceder nada que no creas que te mereces. Eso lo dice desde la cábala hasta la filosofía. Es difícil, pero nos da miedo que se cumplan nuestros deseos, nos da miedo dar el paso hacia delante.

Muchas veces tenemos las cosas al alcance de la mano y no hacemos más que quejarnos. ¿Cuánta gente conoces que se queja? Pero en realidad uno no está dispuesto a hacer nada para cambiar la realidad. Mis personajes son gente a los que les han contado una manera de ser felices y tienen que conquistar otra forma, su propia manera.

 

El personaje del Señor Oscuro es un poco ambiguo, no sabemos si es bueno o malo…

Para mí es el mismo personaje que el farero, son las dos caras de la Luna.

 

El libro forma parte de una tetralogía que habla de los cuatro elementos básicos. El primero fue El otoño alemán (agua) y ahora Aunque seamos malditas habla del fuego. ¿Tienes en mente las otras dos novelas?

Las tengo pensadas un poco. Pero esta novela son 480 páginas... es una novela muy ambiciosa con una arquitectura muy compleja, en la que casi quería hacer un catálogo de las cosas que se pueden hacer en narrativa y de mi manera de contar. De momento, esperaré un poquito.

 

Es cierto, el libro incluye muchos puntos de vista, recortes de periódico, un anónimo...

Sentencias, cartas... es como si fuese un collage. Me gusta la idea de los artículos de periódico porque separan las tres partes de la novela. Y si los lees de forma independiente componen una pequeña historia.

 

Nos hablan sobre el pasado de Ainur, gracias a los recortes descubrimos cómo fue el acoso sexual por parte de su jefe y por qué tuvo que huir.

Sí, esa historia la incluí porque es un ejemplo de lo que te comentaba antes: cómo se le da la vuelta a la tortilla y la víctima acaba siendo la perjudicada mientras el culpable sale en los medios, es tertuliano de televisión, obtiene el apoyo de otros hombres que alegan que ellos son los agredidos y que las mujeres son las que provocan con minifaldas. ¡Eso son casos reales!

La verdad es que ha sido un libro ambicioso porque he hecho una especie de catálogo de todo lo que se puede hacer en literatura. Luego ya por ejemplo está el final cuando se funden los tiempos, ¡que eso ya no se sabe si es un gran flipe o qué! (Risas).

  

Te han catalogado varias veces como "una escritora que parece extranjera", ¿a qué crees que se refieren?

La verdad es que yo he tenido mucho más éxito fuera de España que dentro, pero espero que esta novela ayude a cambiarlo. Yo me siento profundamente española. Pero creo que se refieren al hecho de que hago algo que no es muy habitual en escritores de aquí.

España es un país que ahora se ha integrado en las corrientes que venían de fuera, ya no está aparte como estuvo muchos años, ajeno a lo que se hacía en el exterior.

Recuerdo que cuando me leyó el señor que había sido Director del Departamento de Literatura de Yale me dijo que no le parecía española porque esperaba una temática más relacionada con temas como la reforma agraria. (Risas). ¡No sé en qué España estaba pensando! Decía "pero si parece una autora americana"…

La comparación me parece positiva porque entiendo que quiere decir que estoy integrada en las corrientes actuales y creo que es importante porque estamos en un mundo global y la literatura también debe serlo.

Quizá hay casos que parecen excepciones porque en general aquí ha habido una generación que estaba muy apegada a ese realismo un poco chato, a ese barroquismo… pero creo que es fundamental buscar nuevos caminos para la novela.

Ya que hablábamos de este libro, me gusta el ejemplo de Cumbres Borrascosas. Para su época la novela de Emily era demasiado moderna; estilística y formalmente no parece del siglo XIX, sino más bien del XX. Ahora estamos un siglo por delante y aquí en España parece que aún no hemos superado del todo esa concepción de la novela un poco tocho y realista, por así decirlo. Estoy de acuerdo con que se dijeron grandes cosas con esa estructura, pero creo que ya es hora de superarla.

En el siglo XXI hay que buscar nuevos caminos para la novela, y el mejor camino son las carreteras. Calellas, que decimos en mi tierra. Y lo más importante creo que es jugar con el lector: hay que innovar y buscar.

Yo hago un tipo de novela que la gente llama interactiva, y no sé si me gusta mucho ése término porque todas las novelas deberían ser interactivas. Pero sí que intento dejar huecos para que el lector se pueda meter y hacer suya la novela.

Creo que hace falta tener talento para ser lector, y los lectores lo tienen. Hoy día están haciendo una resistencia organizada porque lo fácil es que pongan la tele donde tienen 25 canales diferentes, un videojuego... y ahora el que escoge leer un libro está haciendo un acto de coraje y debe ser recompensado. Está yendo contracorriente. Prácticamente es menos revolucionario fumarse un porro ahora mismo que leerse un libro. (Risas) Hay que confiar en el talento del lector. Me gusta utilizar un símil y es que, cuando escribo, yo soy la guionista de cine y el lector es el director de la película y él se encarga de los castings, prepara su música, le da un ritmo, piensa qué actores quiere... quiero que se sienta también dueño de eso.

Yo creo que la novela, como la energía, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Muchos han anunciado la muerte de la novela y ella sigue... lo que pasa es que tiene que evolucionar.

 

Para acabar a modo de conclusión te diría que me ha dado la sensación de que Aunque seamos malditas tiene tantos matices y contenidos que es uno de esos libros que siempre va bien releer.

Bueno, pues muchas gracias. (Risas). Me hace muy feliz ver que te ha gustado tanto y que estás tan entusiasmada. Yo también estoy muy contenta, creo que es mi mejor novela y me he quedado sin fuerzas después de ella. Es una novela difícil, no de leer, sino de contar y etiquetar. Por eso hay que leerla... y disfrutarla.

 

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