Anika entre libros

Entrevista a David Cabrera López por "Darío sin Dios"

"Describir el acto sexual en sí es como describir la muerte en sí, algo abismal, y por eso es tan atractivo"

Firma: Joseph B Macgregor / Fotos: autor / Marzo 2008

 

David Cabrera López nace en Madrid en 1974. Su infancia transcurre feliz entre Madrid y La Palma. Durante su juventud vive en Estados Unidos, Holanda, Latinoamérica, Marruecos, Portugal y China, entre otros dariosindiospaíses. "Darío sin Dios" es su primera novela publicada hasta este momento: una especie de reverso del "Evangelio según san Mateo", una versión irreverente, pornográfica e iconoclasta de los acontecimientos protagonizados por Cristo en el Nuevo Testamento, en la que Darío, el protagonista, es una suerte de nuevo Mesías del vicio, adalid del consumo desenfrenado de drogas de diseño, aficionado al sexo compulsivo que practica con cada una de sus amantes que van pasando por su vida, sin poner ningún tipo de límites ni cortapisa (desde el masoquismo hasta la coprofagía).

Así, su Darío sin Dios se nos presenta como una historia nada sentimental y bastante incómoda, sustentada además en un sentido de la poética personal e intransferible, abiertamente agresiva, que puede hacerla muy atractiva a la vez.

 

 

ENTREVISTA

 

David, cuando comenzaste el proyecto de "Darío sin Dios", hace cinco años, lo hiciste, al parecer, para cumplir el encargo de un amigo…

Empecé a escribir tras una breve visita a Madrid a casa de un amigo en la que surgió la idea de escribir un texto subidito de tono, erótico o directamente pornográfico para un corto que al final nunca se hizo. Era la historia de una mujer acosada por la lujuria, desde su despertar sexual hasta su muerte.

 

¿Y cómo es que tardaste tanto tiempo, cinco años nada más y nada menos, en terminar tu novela?

Por desgracia no he podido pasarme cinco años escribiendo, ojalá, pasaron cinco años mientras la escribía, que es distinto y peor. Escribí, muy a mi pesar, a intermitencias dictadas por las necesidades, sobre todo la del trabajo, los viajes, los cambios de casa, ciudad o país. Escribía dos meses seguidos y luego estaba cinco meses sin escribir, luego escribía un mes, y nada en tres, etcétera. No me he parado a contar exactamente cuántos meses de esos cinco años que duró el proceso invertí en la escritura de la novela, muchos sí, pero no sé cuántos y seguro que no tantos.

 

No es difícil descubrir además en "Darío sin Dios" un alto contenido biográfico, sobre todo en los capítulos centrados en describir a los enfermos ingresados en el centro psiquiátrico o cuando Mateo se dedica a contar con todo lujo de detalles aspectos ambientales o costumbristas de Pekín… ¿Has optado entonces por empezar partiendo de lo más cercano o conocido por ti?

La historia bebe de cosas que me han pasado y de personas que he conocido. El barrio, el centro psiquiátrico y Pekín son lugares donde he vivido pero transformados, mitificados o directamente sacados de quicio. Empecé a contar desde lo más cercano a mí para luego alejarme lo más posible, en una distorsión obligada por la historia, la vida de un moderno anticristo, o más concretamente, la de alguien que cree serlo.

 

¿Los personajes que aparecen en la novela están inspirados en parte en gentes que conoces, en personas reales?

Muchos son amigos o conocidos, pero se ve más claro en los enfermos del centro y en los personajes de Pekín. Aunque algún que otro amigo sí que casi me pega al leer el libro, pero no dejan de ser hipérboles en el mejor de los casos y deformaciones grotescas en el resto, personajes de ciencia ficción en suma, demonios y monstruos de feria, que son los protagonistas de la historia, no de mi vida.

 

El documento, que el cuidador del psiquiátrico lee por entregas, forma parte de una especie de reverso del "Evangelio según san Mateo", una versión irreverente, pornográfica e iconoclasta de los acontecimientos protagonizados por Cristo en el Nuevo Testamento…

Sí, lo es a su manera, pero he intentado ser lo suficientemente zafio para que la deformación del Evangelio funcione más como alegoría macarra davidcabreralopez2que como irreverencia. Respeto las creencias dispares y a veces absurdas de las distintas religiones, no me parece serio decir, "los mormones son unos pardillos, ¿cómo pueden creer en semejante despropósito?, no hay que ser muy listo para darse cuenta de que es una patraña", por ejemplo. Prefiero creérmelo primero o por lo menos dudar como dudarían ellos de ser yo ellos. Y luego, si eso, descreer. Pero sobre todo, prefiero creer, llámese la religión como se llame, creer es la mejor opción, porque creer es afirmar, y afirmar siempre será más positivo que negar, eso seguro y por principio.

 

¿Leíste mucho la Biblia y el Nuevo Testamento para escribir este libro o simplemente reflejas "fantasmas" del pasado que ya tenías adquiridos de antemano?

Sí, leí la Biblia y el Corán con mucho interés; y fantasmas adquiridos, que yo sepa, no tengo ninguno. De la Biblia me gustó sobre todo el Antiguo Testamento, con personajes perfectamente humanos, brutales, pero me decepcionó bastante el Nuevo Testamento, a pesar de ciertos pasajes, me molestó la edulcorada representación de Cristo. Yo he desvirtuado también a Darío, como si fuese un Anticristo exagerado en su maldad, como Cristo lo es en aquél en su candidez.

 

Aparecen además referencias a la "Divina Comedia" de Dante, por ejemplo en el capítulo que dedicas a describir el "Infierno"/ Discoteca que visita María…

Cuando terminé de leer la Biblia y el Corán, leí la Divina Comedia de Dante, el Fausto de Goethe y el Paraíso Perdido de Milton, buscando no sé muy bien qué, y encontrando otro tanto de mayor incertidumbre añadida. Y sí, es obvio, me baso en el Infierno de Dante para los capítulos de la discoteca, la orgía y el Infierno de María.

 

Combinas estas referencias "cultas" con otras más populares como las canciones de Rocío Jurado, Lionel Ritchie etc.; series de televisión…

Me gusta mezclarlas porque están ahí y significan algo, me atrevería a decir que están incluso enraizadas, Julio Iglesias y Dante buscan ambas a ese ideal de la mujer, que es Beatriz, pero lo son también todas las mujeres de Julio.

 

¿Por qué has estructurado la novela en dos planos más o menos claros: el hospital psiquiátrico y los acontecimientos narrados en el manuscrito de Mateo?

Los planos son tres, tres narradores, tres historias, el psiquiátrico, Pekín y el barrio, entre los que transcurren paralelamente los pecados capitales que encarnan los distintos personajes. Y la he estructurado en tres porque son principio, cogollo y fin de la historia de Darío.

 

La acción a veces es interrumpida por otras historias como la de María, la partida de ajedrez… ¿Qué sentido tienen éstas dentro de la narración?

La historia de María es la de la concepción del propio Darío, y la partida de ajedrez la juegan dos de los personajes de esta historia, una famosa partida entre Deep Blue y Kasparpov, y el sentido de la partida es que uno de ellos juega sabiendo que va a perder seguro, pero sigue jugando.

 

Darío es una suerte de nuevo Mesías del vicio, adalid del consumo desenfrenado de drogas de diseño, aficionado al sexo compulsivo davidcabreralopezque practica con cada una de sus amantes que van pasando por su vida, sin poner ningún tipo de límites ni cortapisa (desde el masoquismo hasta la coprofagia). ¿Cómo surge este personaje?

A este personaje lo veo como al típico poligénero que por alguna extraña razón cree ser Damian, el Anticristo, y decide llevar una vida de excesos pensando que así se entrega a su destino, el mal, cuando drogarse y practicar la cópula sin ton ni son, no son atributos satánicos, por el contrario, lo practican en su mayoría buenísimas personas.

  

En ese sentido, ¿Es "Darío sin Dios" una obra intencionadamente pornográfica (sin que este calificativo tenga nada de peyorativo, al menos para mí).

Lo es, es pornográfica en su concepción, aunque el resultado final quizás lo sea menos. Erótico no es, eso seguro, no me interesa tanto el preámbulo, he preferido narrar el acto sexual en sí porque me parece mucho más gordo. Describir el acto sexual en sí es como describir la muerte en sí, algo abismal, y por eso es tan atractivo.

 

¿Es una novela que parte de la improvisación en la que has dejado volar la imaginación sin ponerte ningún tipo de límites o está todo perfectamente estructurado o pensado desde un principio?

Ambas. He improvisado pero he intentando contenerlo en una estructura que a veces me ha obligado -sin ganas ya- a seguir por un mismo camino. Lo que sí tenía claro desde el principio es que quería contar la historia de alguien que creía ser el Anticristo, y cómo vive su concepción, lucha interna y aceptación de lo que eso cree ser.

 

A los personajes sólo les mueve la satisfacción de sus impulsos sexuales o de sus instintos más primarios como reacción frente a lo correcto, lo comúnmente aceptado, los buenos modales, el equilibrio, la moderación en las costumbres, el respeto, la tolerancia, etc. ¿Por qué ese interés por "romperlo todo", por aparecer en todo momento como iconoclasta, irrevente…?

A los personajes les mueven sus impulsos más básicos, como a todo el mundo, pero he intentando centrarme básicamente en su tendencia hacia el pecado porque es lo que les marca, y la idea de pecado lleva implícita la de ruptura de la ley y la norma, de ahí que predomine esa sensación irreverente.

Creo que es el tono que pedía la historia, el personaje de Darío más bien, que por ese camino, el de la supuesta ruptura de ciertas normas, pretende hacerse valedor del nombre que quiere vestir, el del contrario a Cristo.

 

Sin embargo, todo lo anterior, ese tono provocador / provocativo está integrado dentro de un todo poético que dota al texto de una personalidad que no deja indiferente…

El tono poético aparece en los tres narradores porque en el fondo, o así lo he creído, era necesario para entender que todo lo que se cuenta, aunque parezca antipoético, no lo es, todo es digno de ser poema, desde la coprofagía a la necrofilia, porque ambas son formas de amor y nacen de esa misma emoción, que es sin duda la más poética de todas.

 

¿Cuando escribías la novela pensabas en un público concreto o no tuviste esto en cuenta para nada?

La verdad, no sé muy bien en qué pensaba cuando escribía la novela. En mí como público, seguro, quizás en mis amigos, a veces en nadie, otras, en la humanidad entera, y de vez en cuando, en un selecto público de teólogos o pornógrafos.

 

¿Qué sensaciones te gustaría dejar entonces en los posibles lectores de tu novela? ¿Qué reflexiones?

Me gustaría dejarles una sensación agradable y, como reflexiones, mis propias dudas.

 

Pues muchas gracias, David. Si quisieras añadir algo más… algo que te gustaría decir…

Nada más, mandar un fuerte saludo.

 

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