Anika entre libros

Entrevista a Carlos Andrade por "Aquel diluvio de otoño"

"Cuando en la infancia sufrimos determinadas pérdidas, me inclino a pensar que uno ya no ama como quiere, si no como puede. El miedo nos limita"

Firma: Pilar López Bernués / Fotos: autor / Noviembre 2007

 

Carlos Andrade Caamaño nació en 1957 en una aldea de La Coruña. Las duras circunstancias de la época le llevaron a trabajar desde niño pero no le impidieron que devorara libros y se aficionara a la lectura. La muerte de su madre, tras larga enfermedad, marcó su infancia. Fue radiólogo industrial hasta 1973, momento en que sufrió un accidente manejando energía nuclear y quedó imposibilitado para seguir ejerciendo la profesión. Se dirigió entonces hacia la comunicación publicitaria y hoy es presidente de una importante agencia: Andrade y Asociados. "Aquel diluvio de otoño" es su primera novela publicada.

 

 

ENTREVISTA

 

Hola, Carlos ¿Con Aquel diluvio de otoño nace un "Carlos Andrade" escritor o tienes más obras inéditas?

Aquel diluvio de otoño, si nos atenemos al orden cronológico, tendría que haber sido la última de mis novelas publicadas. Ahora bien, cuando te editan el primer libro, uno debe replantearse muchas cuestiones. Por ejemplo la temática de sus textos.

 

Antes de comentar tu obra más a fondo, me gustaría reseñar que existen paralelismos entre tu personaje, Orestes, y tú... (Muerte de la madre, trabajo de niño... ) ¿Hay una parte biográfica en la novela?

A veces, pienso que el personaje de Orestes tuvo más oportunidades que yo. Por ejemplo, creo que conocer a Manuel, ese ex catedrático idealista, ponderado y generoso, es una oportunidad que la vida nos concede en pocas ocasiones… Ciñéndome a tu pregunta, creo que la muerte de mi madre… y todas las consecuencias que conlleva, fueron determinante, tantos años después, a la hora de plantearme escribir la novela. Llevaba muchos años con la intención de escribir sobre la fragilidad humana.

 

Las descripciones de una aldea rural en los años sesenta las veo muy logradas ¿son también fruto de tu experiencia?

Nublos es una aldea ficticia, un microcosmos creado a la medida de los personajes. Haber nacido en Galicia me ayudó, enormemente, a la hora a crear ese mundo donde vive la familia Lagoa.

 

Vemos, en la novela, que el pequeño Orestes recibe palizas "por su bien", que no tiene juguetes, que su amor a los libros y sus "visiones" lo convierten en distinto... ¿Qué nos puedes decir de la mentalidad de esa época?

Me gustaría diferenciar dos cuestiones; la primera es que a Orestes, "por su bien" solo le pegaba Angustias. Y eso le hacía sentirse seguro. Angustias era el puntal que aseguraba la casa, la figura rígida, sin ella, El Diluvio terminaría por barrerlo todo.

La segunda cuestión, no está en cómo se siente Orestes, si no en cómo le afecta síquicamente a Angustias el mal trato que le proporciona a Orestes; los actos de contrición de Angustias son de solemnidad. Angustias, nunca podrá superar sicológicamente los castigos físicos infringidos a su hermano, mientras que Orestes sí. Orestes comprende que Angustias le pega, porque no conoce otro camino mejor para educarle, porque es prisionera del miedo. En la novela el dolor mental y físico es un tema recurrente.

Creo que las épocas en sí, no dicen nada. Son las circunstancias de esa etapa las que nos sitúan en determinadas situaciones extremas. En este sentido, los niños no son una excepción. Observemos a los críos de la post-guerra en cualquier país y la respuesta será la misma, salvo en las clases aferradas al poder. Son juguetes rotos, aunque la capacidad de adaptación de ser humano es asombrosa.

 

¿Por qué nadie de la familia ofrece ternura a un niño? Esa insensibilidad ¿de dónde parte?

El miedo es un dominador importante en nuestras vidas. Si a una generación le enseñan que amar nos hace más débiles; De alguna manera, no solo marcará el comportamiento de esa generación, si no el de generaciones venideras. Nos da miedo mostrarnos sensibles, porque tendemos a creer que con ello desmontamos todo nuestro sistema de defensas. Esa Línea Maginot, que, poco a poco, hemos ido montando producto de una educación equivocada.

 

Tu personaje principal, Orestes, es tierno y ama los libros... ¿Esas cualidades no se consideraban tales sino todo lo contrario?

De alguna manera, volvemos a las circunstancias de una época. Se valoraba más la valentía conseguida a través de la fuerza. Quizás, entre otras razones, por eso surgió la necesidad de crear Nublos, como un reducto de libertad para que pudiesen convivir distintas tendencias, incluso sexuales.

 

Vemos a un personaje muy peculiar: el cura ¡Y vaya tipo, por cierto!

Aquí tenemos que diferenciar, entre la fe, creer en Dios, y la iglesia. Don Manuel, el catedrático cree profundamente en Dios, pero duda de los hombres. Sin embargo el cura ama los privilegios que emanan de ser el representante de Dios en la tierra, y es capaz de matar para defender tales prebendas. ¡Y vaya cura! Pues sí, pero si uno saca el personaje de un cura para decir misa… ¿Qué información nueva tendríamos, que no hubiese tenido antes de leer la novela?

 

Nos muestras a Elsa, su marido y a Don Manuel como a personas de pensamiento libre... ¡Y pagan las consecuencias!

Me propuse, hace mucho tiempo, que jamás hablaría de los sucesos nefastos acaecidos en nuestro país. Pero de alguna manera quería resaltar que hubo una época en que un buen liberal, Elsa y el catedrático lo eran, pagaron por ser persona íntegras; y pagaron, sí, pero la denuncia está en que pagaron por no aceptar caer en los extremos, por militar en la ponderación, sobre todo en el caso de Manuel.

 

¿Crees que un niño se puede llegar a sentir portador de desgracias?

Nunca sabemos cómo puede afectar a un niño las vivencias derivadas de una infancia, pongamos que extrema. Personalmente, creo que sí. Uno desde muy pequeño, puede llegar a sentir culpabilidad hasta por la muerte de una madre.

 

En la época que nos describes, años sesenta, ¿todavía el hijo menor se agarraba al pecho de su madre?

Es la parte más autobiográfica de la novela. De pequeño, me pasaba todo el santo día con un banquito a cuestas, siguiendo a mi madre por campos y brañas para que se sentase a darme de mamar. Hasta que un día me quemaron el banquillo. Nunca me olvidaré de él.

Edipo está presente en la vida de Orestes, es parte del conflicto de los hombres.

 

¿Por qué Orestes, cuando huye y hace su vida, se decanta precisamente por el boxeo? ¿Eres aficionado, quizá?

En aquella época, el boxeo estaba en alza, fue una de las épocas doradas. Cassius Clay, Mantequilla Nápoles… en fin un elenco de maravillosos boxeadores que hicieron afición. Muchos de nosotros, algunos incluso disputamos algún combate de amateur. Pero ello no fue determinante para que escogiese el boxeo para mi libro. La idea del boxeo como metáfora de la vida, surgió a la hora de buscar un contrapunto entre el miedo físico y el miedo afectivo.

 

Vemos repetidamente a un personaje que tiene miedo de amar para no sufrir...

Cuando en la infancia sufrimos determinadas pérdidas, me inclino a pensar que uno ya no ama como quiere, si no como puede. El miedo nos limita.

 

Carlos... me ha llamado la atención el estilo de la novela. Me explico: En algunos párrafos narrativos intercalas pensamientos y hasta diálogos sin hacer un inciso... ¿Lo haces por algún motivo? ¿Te basas en determinados autores?

Más que hacer una novela bien redactada. Llena de signos, entrecomillados y acotaciones…. Aunque los utilizo, aposté, desde un principio (sangre sudor y lágrimas) porque algunos pasajes de la novela fuesen narrados en indirecto. Pretendía con ello que la voz narrativa molestase lo menos posible. Además, quería conseguir que determinados hechos que nos contaba el narrador, sonasen como si nos las estuviesen contando los personajes.

Un autor que maneja estos recursos como nadie, por ejemplo, es Vargas Llosa, en "Conversación en la Catedral".

 

Te tengo que decir, Carlos, que ese estilo me ha confundido un poco como lectora, me ha obligado a volver atrás. Especialmente al principio, no he sabido "quien es quién" porque la historia fluye como si el lector ya conociera a los personajes....

Soy consciente de que al principio, el lector, en su ánimo de comprenderlo todo, lo invada cierta ansia. Personalmente soy de los que piensan que hay que comprometer al lector a que busque. De todas maneras en la novela, por su estructura formal, cada cinco episodios termina un capítulo, se lee con facilidad: una y otra vez. Es cuestión de relajarse, si se puede, y esperar a que vuelvan. Yo los veo un poco como un tiovivo, después de cada vuelta siempre vuelven las mismas figuras.

Además, ¿no nos ocurre algo parecido, cuando entramos a una taberna y escuchamos como una o varias personas, a la vez, están contando las glorias y miserias de algún héroe de la vida? Uno al principio se pierde entre tanto narrador, no sabe de lo que están hablando. Luego se centra en la historia que escucha y se limita a disfrutar, o sufrir con ella. Esta novela, bajo mi punto de vista, no tiene muchos personajes, sino muchos narradores ansiosos por participar de la historia. Lo importante es lo que cuentan.

  

Por el contrario, las escenas de la aldea las encuentro muy plásticas... ¡Vamos! ¡Casi he sentido el escozor de una ortiga o la piel empapada en lluvia! ¿No crees que el lector, que parte de cero, necesita algo más de información al principio, para situarse y conocer a los personajes?

La novela no es lineal. Yo animaría a los lectores a que se dejasen llevar por la historia, que se sienten cómodamente y lean. Las voces y la forma le llevaran al final de la novela. Es una novela con muchas voces. La impaciencia, no es buena consejera. Repito. A lo largo de la novela todo vuelve una y otra vez. Paciencia. No hay miedo a perderse.

 

Orestes es, en el fondo, un ser sensible, amante de los libros y hasta tierno ¿Cómo "casa" según tu opinión, ese temperamento con el box? ¿Son compatibles?

Me gustan los personajes contradictorios que a pesar de las dificultades y la dureza de la vida mantienen, por encima de todo su "sensibilidad y sus ideales intactos". Pongámonos en el otro extremo. En la película El Padrino, Robert de Niro rompe a llorar en la ópera… ¿Por qué no iba Bruno Broa a ser capaz de boxear, leer poesía y mantener intacta su ternura? Al contrario. Bruno Broa está dominado por el miedo, no quiere que el combate termine, porque conlleva tener que enfrentarse a los rostros del pasado. Después de una vida como la de Orestes, el cuadrilátero es el oasis, dentro de ese ring, en esos límites, todo está reglamentado.

Hay muchos escritores que han sido buenos aficionados al boxeo. Cortázar, si no estoy confundido, era uno de ellos.

 

Mencionas en la novela a Pessoa y a algunos escritores portugueses... ¿Son para ti una referencia o sólo lo son para Orestes?

Deberían serlo para todos nosotros, creo que han sido, salvo Pessoa, los grandes olvidados… Cesário Verde, Antero de Quental.

Ser huérfano es una forma de sentir, de precipitarse a la vida, de desdoblarse. En este sentido Pessoa es el mejor representante de todos los huérfanos. Es su gran embajador.

 

Ahora, que la novela está publicada, ¿hay algo que cambiarías?

Una novela no termina de corregirse nunca. Creo que podría estar toda la vida puliendo el mismo texto. Ahora, si nos atenemos a tu crítica, quizás convendría hacer el árbol genealógico, o un glosario, a modo de introducción, con lo habitantes de Nublos. Es broma :)

 

¿Cómo definirías tú la obra?

Es una obra melodramática, con una importante carga psicológica y la acción del box. Es, a la vez, el barniz de una época que debería ser superada.

 

Esa España "profunda" de la dictadura y que nos describes magistralmente ¿ha cambiado mucho en las pequeñas aldeas de montaña?

No hace muchos, en algunas aldeas, aún seguían sin luz, ni agua corriente. Estoy pendiente de un viaje a Galicia y estoy seguro que aún queda alguna aldea.

 

Carlos... Leyendo tu novela me ha venido a la mente aquella frase famosa: "Dios me libre de los "buenos" que de los malos ya me libraré yo" ¿Cuánto daño se puede hacer con actitudes políticamente correctas, con el "qué dirán" y con el manto protector de la Iglesia cuando la base es la ignorancia?

La iglesia siempre estuvo cerca del poder. Y al poder siempre le interesó tener cerca de la iglesia. Poco ha cambiado.

 

¿Hay nuevos proyectos literarios, Carlos? ¿Estás trabajando en algo a corto plazo?

Estaba trabajando en un par de novelas, una de las cuales, nace en Nueva York. Concretamente en el bronx. Será interesante comprobar cuando pase todo este embrollo de la promoción, qué sensaciones tengo al retomar esos textos

 

¿Te gustaría añadir algo más?

Que en la novela "Aquel diluvio de otoño" quedan muchas vías sin explorar. Quizás, algún día, después de muchos años, y de haber descansado escribiendo otras novelas, vuelva a retomar la saga de los Lagoa. Nublos, esa aldea ficticia, siempre me estará esperando con esa lluvia que todo lo envuelve y la vieja taberna de Che llena de tipos ansiosos por narrar cómo empezó todo de donde vino Chuco Lagoa, etc. Quedan muchas puertas abiertas…

 

Te agradezco mucho, Carlos, el tiempo y la entrevista. Y te deseo toda la suerte del mundo en esta nueva etapa como novelista. No cabe duda de que te has estrenado con una obra intensa, profunda, llena de matices y muy enriquecedora para los lectores.

Gracias a ti, por darme la oportunidad de conversar sobre un proyecto que ocupó cinco años de mi vida. Y por vuestra aportación al mundo de los libros.

 

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