Anika entre libros

Entrevista a Álber Vázquez por "Resiste Tucson"

"Entre los historiadores norteamericanos existe la tendencia a considerar la historia a partir de su entrada en ella, como si lo anterior no hubiera existido. Afortunadamente, eso está cambiando"

Firma: Pilar Alonso / Fotos: autor / Octubre 2010

 

Con varias novelas y libros de poemas en su haber, Álbert Vázquez cosechó un enorme éxito con Mediohombre (Inédita, 2009). Ahora, un año más tarde, el proceso vuelve a repetirse con Resiste Tucson, una historia ambientada en el período de las guerras hispano-apaches del siglo XVIII.

Fue un placer charlar con él sobre su último trabajo, sobre los indios y sobre ese pedazo de nuestra historia, ya casi olvidada, que tan bien ha sabido recrear.

 

 

ENTREVISTA

 

Alber, ¿cómo surgió la idea de escribir sobre las guerras hispano-apaches?

Es un tema del que se ha escrito muy poco, al menos en español, y cuando di con esa parte de nuestra historia, comencé a tirar del hilo y descubrí un período apasionante sobre el que merecía la pena escribir.

Resistetucson -portada 

¿Qué hay de real y qué de ficción en tu novela?

Casi todos los militares son personajes reales, como el sargento Sosa. El ataque organizado de los apaches también es verídico y muchos otros detalles.

 

¿Cómo se documenta uno para un período tan poco trabajado como ese?

Como decía antes, hay muy poco material en castellano, la mayor parte de la bibliografía está en inglés. Entre los historiadores norteamericanos existe la tendencia a considerar la historia a partir de su entrada en ella, como si lo anterior no hubiera existido. Afortunadamente, eso está cambiando y ya hay un puñado de ellos que empiezan a investigar hechos y períodos anteriores.

 

En tu novela los indios no salen muy bien parados: vagos, ladrones, violadores… parásitos en resumidas cuentas. Hay quien podría considerar políticamente incorrecto el tono de tu novela.

Hay muchas y distintas fuentes que coinciden en esa visión de los apaches. De hecho, se enfrentaban a otras tribus, les robaban ganado y personas e incluso luchaban entre ellos mismos, apaches contra apaches. Ese carácter guerrero era un rasgo muy acusado de su carácter, y su economía era mixta: contaban con medios de producción propios, pero incluían el pillaje como una parte más de su estrategia vital.

 

¿No sentiste en ningún momento la tentación de darle voz a los apaches, de contar también la historia desde su punto de vista?

La verdad es que no. Tenía muy clara la historia que quería contar y quería que fuese una novela pulp, una novela de aventuras en la que los buenos y los malos estuvieran perfectamente definidos.

 

Durante los enfrentamientos comentas que muchos apaches morían bajo las armas españolas porque volvían a por los cadáveres de los caídos. ¿A qué se debía ese comportamiento?

Los apaches eran esencialmente guerreros y el valor era para ellos una parte esencial de su forma de ser. Era un honor caer en la batalla y, por ello, no se abandonaba a un guerrero muerto.

 

El capitán Allande, al mando de la guarnición, es un tipo muy duro. ¿Condición indispensable para un destino como el suyo?

A partir de finales del siglo XVIII aumentó la tendencia a enviar a esas zonas a hombres de carácter, a militares con una formación adecuada, a seleccionar un poco más a quienes iban a estar al frente de los presidios. Ellos eran allí el juez, el gobernador y el capitán, al mando de soldados y colonos. Allande es un claro ejemplo. El hecho de que clavara la cabeza Albervazquez1de los apaches en estacas es buena prueba de ello. No sólo se utilizaban como conteo de los indios abatidos, también servían para intimidar al enemigo.

 

A la hora de trabajar con los personajes, ¿has sentido predilección por alguno en particular?

Por el sargento Sosa, sin duda. Pragmático, valiente, honesto…

 

¿Existió realmente un jefe apache llamado Chacahuala que aglutinó a todos las tribus para luchar contra los españoles?

Casi todas las fuentes coinciden en que existió un apache que logró aglutinar a las tribus y que fue probablemente conocido como "Chiquito". No me parecía un nombre muy apropiado para utilizar en la novela, así es que decidí cambiarlo por Chacahuala.

 

Háblanos de los dragones, la élite de aquel ejército: quiénes eran, de dónde procedían, cómo se formaban, cómo llegaba uno a ser un dragón…

Eran hombres muy duros, capaces de utilizar todo tipo de armas, incluso el arco. Resistentes y audaces, portaban un equipo que pesaba 70 kgs. De hecho, tenían una recua de seis caballos, y cada año se les reponían tres. Eso significa que mataban de agotamiento a un animal cada cuatro meses. Casi todos eran nacidos en Nueva España y se alistaban en el ejército. Allí, según sus capacidades, podían convertirse en dragones de cuera, el cuerpo de élite. Poco a poco, debido al coste de su mantenimiento, fueron reduciendo su número por tropas de caballería ligera, menos preparadas pero con un sueldo menor y con un equipo que resultaba más económico.

 

Después de Mediohombre, ésta es tu segunda novela histórica. ¿Vas a seguir con el género?

Sí, por supuesto. Disfruto mucho escribiendo. Ahora estoy preparando la continuación de Resiste Tucson, cuyo protagonista será el mismo sargento Sosa de esta novela, sólo que ascendido a alférez.

 

ver + Álbert Vázquez

 

 

¿Te ha gustado? Compártelo:

Comentarios de los lectores:

Publicidad
Anika entre libros
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura
Ministerio de cultura

Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información X Cerrar