Anika entre libros

Entrevista a Óscar Esquivias por "Pampanitos verdes"

"Me pasó con 'Pampanitos verdes'. De repente vi que tenía muchos cuentos y que además esos cuentos tenían cierto aire de familia entre ellos, que se repetían ciertos temas, ciertas situaciones. Y los organicé como un pintor"

Firma y foto de grupo: M. Dolores García Pastor / Foto de Óscar Esquivias: Victoria Diehl / Febrero 2011

 

Ojeo libros en una librería de Barcelona. Me he citado aquí con un trío de lujo: Care Santos, Óscar Esquivias y Daniel Sánchez Pardos. Hemos quedado en la cafetería que hay en la misma tienda y como nunca antes he estado aquí me dispongo a buscarla. Al ir a subir las escaleras me llama la atención alguien que mira libros, nada que objetar puesto que es lo que se suele hacer en las librerías, solo que su cara me es conocida. Ostras, pero si es el tipo de la foto de la pestaña de Pampanitos verdes, me digo. Y hoy tengo una cita con este señor. Sin más dilación asalto al bueno de Óscar y me presento. Apenas unos minutos después aparece el resto del grupo. Vamos a hablar un rato de libros y de cosas de escritores.

 

 

ENTREVISTA

 

Los relatos que componen "Pampanitos verdes" los fuiste escribiendo independientemente, ¿por qué decides juntarlos todos en un volumen?

Por una parte es cierto que son independientes y que los estuve escribiendo durante dos años, salvo los cuentos que tratan sobre el teatro. Es verdad que no sé escribir libros de cuentos. Admiro mucho a esos cuentistas que tienen un proyecto que saben que son relatos pero con mucha unidad, donde hay elementos que van apareciendo a lo largo de los textos o que recuperan en el último cuento una situación que aparecía en el primero… Yo eso no lo sé hacer porque cuando empiezo a planificar de esa manera lo que me sale es una novela. A mí los cuentos se me van ocurriendo de uno en uno y cada uno por circunstancias distintas. Algunos espontáneamente, otro por encargo como es el caso del que da título a todo el conjunto, Pampanitos verdes, que me pidieron un cuento de Navidad o Chicago que me pidieron un cuento que estuviera ambientado en esa ciudad. Cuando ya pasa un tiempo y me doy cuenta de que tengo muchos cuentos como escritor lo que me apetece es armar un libro con ellos porque es la forma de que llegue a un público más amplio.

Normalmente los cuentos se publican en revistas más o menos remotas, no tienen una difusión muy grande y da la sensación que se pierden en ese mundo de las revistas, de las publicaciones periódicas y uno lo que desea es publicarlos en un libro y que lleguen a las librerías.

Lo que me pasa en ese momento yo creo que es algo parecido a lo que le pasa a los pintores. De vez en cuando tienen la necesidad de hacer una exposición. Entonces van a su taller y miran a ver qué cuadros han ido pintando y se dan cuenta, a mí me pasa también, de que inevitablemente uno tiene ciertas obsesiones que aunque no sean explícitas o uno no sea consciente de ellas aparecen en distintas obras. Y de todos los cuentos que he ido publicando elijo aquellos que yo siento que forman una especie de conjunto. Pienso mucho en qué orden, los coloco para que no sean simplemente una reunión arbitraria de textos sino que de algún modo sea un verdadero libro, tengan una verdadera unidad.

Es lo que me pasó con Pampanitos verdes. De repente vi que tenía muchos cuentos y que además esos cuentos tenían cierto aire de familia entre ellos, que se repetían ciertos temas, ciertas situaciones. Y los organicé como un pintor con todas sus dudas, tiene cuatro paredes y tiene que decidir en qué orden se colocan y que formen un conjunto más o menos atractivo y homogéneo. Aunque luego el lector, igual que un espectador, muchas veces lee los libros de cuentos como si fuera un libro de poesía, saltando de uno a otro, y es muy legítimo que lo haga así. Yo veía que había una unidad, que el orden en el que se tenían que publicar era ese en el que yo los dispuse.

 

Una de las cosas que dan unidad a tus relatos es que muchos de los protagonistas son adolescentes o explican cosas que les pasaron en esa etapa de su vida. ¿Es la adolescencia una de tus obsesiones? ¿Te atrae por algo en especial?

Por una parte, no sé si será por inmadurez, me siento más cercano al mundo de los adolescentes que al de los adultos, por así decirlo. Las inquietudes que tiene un adolescente o un joven me resultan más cercanas y las vivo con mayor empatía por proximidad que las del mundo de los adultos. Yo creo que ha sido algo casual pero es cierto que los personajes son jóvenes en el sentido amplio de la palabra. Niños que dejan de serlo y se adentran en la pubertad o en la adolescencia o jóvenes que están a un paso del mundo adulto como ese padre del último cuento. Ese arco de edad de los 8 años a los treinta y pocos es en el que están todos los cuentos. Y no solo eso. Yo me doy cuenta de que es en momentos de transición. El paso de la infancia a la juventud o cuando uno deja de ser adolescente y empieza a ser joven o… Más que la adolescencia o la juventud lo que me interesa son esos momentos de transición que hay en nuestra vida, esos puentes por los que cruzamos a lo largo de la vida.

 

En realidad las cosas que ocurren no es que sean trascendentes pero marcan a los personajes.

En general es verdad que son situaciones muy cotidianas. Que el marco en el que se ambientan estos cuentos es el de la vida corriente y no suceden grandes cosas, pero sí son esos acontecimientos que retrospectivamente uno se da cuenta de que han marcado tu vida. A veces no somos conscientes de que estamos cambiando hasta tiempo después y mirando hacia atrás en nuestras vidas sabemos que ese momento fue importante para nosotros aunque cuando lo estábamos viviendo no fuéramos plenamente conscientes de ello. Y eso a mí sí me interesa mucho.

Yo creo que en la vida a veces atravesamos un puente y que no sabemos que estamos atravesando un puente y solo un tiempo más tarde nos damos cuenta de que hemos estado sobre el abismo. Porque un puente no deja de ser algo que comunica dos orillas pero que durante un tiempo nos tiene en el aire. Y eso a mí me interesa mucho o, sin ser yo consciente de ello, me ha interesado mucho cuando escribía estos cuentos.

 

Las historias son aparentemente simples, tu prosa es bastante lineal, ¿qué crees que es, realmente, lo que hace que nos enganchemos a tus relatos?

Mi afán como escritor es que el estilo no sea un estorbo entre la historia y el lector. A veces los escritores engolamos mucho la voz y queremos estar muy presentes en nuestros relatos. Mi propósito es desaparecer, que uno tenga la sensación de que no hay un escritor de por medio sino que alguien te cuenta su vida de la manera más persuasiva posible, algo muy importante que le ha pasado en su vida. Creo que eso es lo que puede llegar a enganchar al lector, cuando alguien nos cuenta con emoción y sinceridad algo que le importa mucho le escuchamos con toda nuestra atención. Eso es lo que yo como escritor me propongo. Y que los Oscaresquivias1personajes, las situaciones, los sentimientos no sean retóricos, no sean literarios sino que uno tenga la sensación de que esos personajes son de carne y hueso y que nos los podemos cruzar y que si salimos a la calle vamos a reconocerlos.

 

¿Y esta naturalidad de tu estilo esconde un trabajo detrás o te sale sin porponértelo?

Yo creo que mi tendencia es esta. Como lector también valoro mucho a esos escritores que son transparentes pero qué duda cabe que la sensación de fluidez, de naturalidad y de sencillez esconde trabajo y un propósito literario. Pero creo que de forma espontánea y de forma natural mi prosa tiene eso. Me tengo muy prohibido utilizar el cartón piedra en mis relatos.

 

¿Y esa "melancolía positiva" que según los críticos se respira en tus escritos?

Sí, es verdad, eso dicen. A mí me ha gustado mucho leerlo. No es algo que sea buscado, quizá hay veces que uno no es plenamente consciente de todo lo que hace. El escribir y cualquier disciplina artística tiene una parte de técnica, de planificación pero otra muy misteriosa que nace con el fluir de las historias y quizá eso, que no tiene tanto que ver con la técnica como con la mirada que proyecta un escritor, si esté en estas historias. A mí eso es algo que me han descubierto los lectores o los críticos no es algo que yo me proponga cuando me siento delante del ordenador que diga "voy a ser melancólico positivo".

 

Es fantástico cuando hacen esta lectura de lo que has escrito porque la mayoría de las veces ni te lo has propuesto. Realmente te descubren muchas cosas sobre ti mismo y tus escritos.

Sí, sí, y me llama la atención porque sí es cierto que noto que en mis libros, en mis historias suele haber elementos muy cómicos, momentos muy divertidos, situaciones muy irónicas pero también un fondo melancólico, incluso un poco dramático porque no dejan de ser a veces historias muy tristes. Y esa mezcla sí existe. Lo que me gusta es que los lectores valoren que pese a que a veces el tono de los relatos pueda ser triste o melancólico haya un pálpito positivo, una mirada de alegría.

 

La verdad es que te quedas bien aunque haya historias muy tristes, como tú bien dices.

Pues a mí eso me alegra mucho.

 

Has escrito cuento, poesía, ensayo, novela, artículos en prensa… ¿en qué género te sientes más cómodo? Porque dicen que para lo que realmente has nacido es para el cuento.

Yo me siento narrador, me siento escritor. Para mí el género de mis historias es secundario. No doy especial importancia a que algo me salga con forma de novela o con forma de cuento. Yo me siento narrador o prosista. Tengo alguna poesía pero ahí sí que me siento mucho más inseguro y es muy esporádico y casi anecdótico, así que yo no creo que tenga una voz potente en ese género. Pero sí que creo que la puedo tener en la narrativa. Para mí el hecho de ser novelista o cuentista, que a veces se enfrentan y se ven como cosas antitéticas u opuestas yo no, para mí de forma natural hay ciertas historias que me nacen con forma de cuento y otras con forma de novela y me siento muy a gusto en ambos géneros. Yo me defino como narrador o escritor no como cuentista o novelista y además no le doy importancia a eso.

 

¿Tienes algún método de escritura?

Depende. Mis libros son muy variados entonces tengo que tener un sistema de escritura distinto según cada una de las historias. A mí lo que me interesa siempre es ponerme al servicio de las historias y de los personajes y eso me exige cosas distintas en cada caso. Inquietud en el paraíso es una novela histórica que me exigió mucha documentación. Su proceso de elaboración fue muy distinto al de Jerjes conquista el mar, que es otra de mis novelas, o los cuentos. Lo que procuro hacer es que cuando me siento a escribir ya tengo una noción muy clara de adónde quiero llegar y me disciplino mucho para no perder la concentración ni perder el tono en el que quiero que esté afinada la historia. Entonces, cuando me siento a escribir me aíslo por completo del mundo y procuro guardar esa concentración. Pero más allá de eso no tengo especiales manías, puedo escribir en cualquier lugar si tengo un ordenador…

 

Eso te iba a preguntar ahora, si tienes alguna manía o algún ritual a la hora de escribir.

No, no, nada. Yo si puedo cerrar una puerta… Eso sí, totalmente aislado. Aislado quiere decir estar en cualquier habitación yo solo con la puerta cerrada y un ordenador encendido. Me da igual estar en un pueblo, en una ciudad…

 

¿Y tus referentes literarios?

Pues son muy variados. Cuando me preguntan por mis escritores favoritos me da un poco de vergüenza porque cada vez doy una lista distinta según el momento. Pero ya me he dado cuenta de qué libros o qué autores han sido más importantes en mi vida. En mi infancia fue Julio Verne, el escritor que a mí más me apasiona.

 

Y al que le rindes un pequeño homenaje en uno de los relatos de este libro.

Sí, claro, en el Viaje al centro de la Tierra. Para mí Miguel Strogoff o La isla misteriosa eran novelas que me entusiasmaron. Y Alejandro Dumas. Leer El conde de Montecristo fue descubrir de repente que había inteligencias superiores capaces de armar una historia. Me parecía asombroso. Era como pasear por una catedral. Pero con todo, el libro favorito de mi infancia era El libro de la selva de Kipling. Y eso que me ponía un poco nervioso porque no en todos los cuentos aparecía Mowgli que era mi personaje favorito. Es un libro que me entusiasmó.

Luego descubrí a los rusos muy joven. Con 13 o 14 años leí Crimen y castigo y me cambió la vida. Me di cuenta de que los libros no solamente eran divertidos o entretenidos o exóticos sino que podían hablar de cosas que me perturbaban mucho. Ese personaje de Raskolnikov, esa situación en la que vive. Y a través de Dostoievski ya descubrí la gran literatura rusa que para a mí ha sido muy importante y en general la narrativa decimonónica, Dickens, los franceses, Victor Hugo, Flaubert, etc. Creo que esas son las lecturas de mi infancia y juventud.

También me siento muy cómodo en cierta tradición literaria española que puede nacer en El lazarillo de Tormes, Cervantes, que luego continúa Galdós de escribir con la menor retórica posible, de tener una mirada muy atenta al habla de los personajes, que sean novelas de personajes y la literatura hispanoamericana también me influyó mucho.

 

Daniel Sánchez Pardos, Óscar Esquivias y M. Dolores García Pastor.

Esquivias -sanchezpardos

 

¿Cuentistas?

Creo que cogí afición a los cuentos no por los cuentistas españoles sino como tantos otros lectores por descubrir a Borges, a Cortázar y a Rulfo. Esos tres autores fueron los que me hicieron ver que el cuento era algo importante porque yo tenía cierto prejuicio. Cuando uno empieza a tener conciencia de lector piensa que los cuentos son cosas para niños. Hablo de mi juventud, por supuesto.

 

Ahora hay editoriales y autores que están haciendo una gran labor para que el cuento esté en el lugar que le corresponde también en este país.

Claro, pero lo que yo quería escribir con dieciséis años eran novelas, no cuentos. Además novelas como las de Dostoievski. Sin embargo, fueron RulfoCortázarBorges y luego ya Arreola, Ibargüengoitia, Horacio Quiroga, Carpentier… Pero mi devoción por el cuento nació con estos tres sujetos.

 

Gracias por el rato, Óscar. Lo he pasado muy bien. Seguiremos leyéndonos. Ahora sigue la charla con Daniel.

 

ver + Óscar Esquivias

 

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