El rey de Andorra

Opinión:

Un título por el que, al igual que al escritor Ignacio Villanueva, uno se siente atraído por el reclamo de la novedad histórica, por esa puerta que se abre para satisfacer nuestro lado curioso y porque nos va una aventura sea del color que sea. Porque tras la documentación histórica, apoyada en notas de prensa y bibliografía, el autor comparte con nosotros otros hechos, una leyenda a caballo entre la historia de ficción, la investigación y las hipótesis.

Un análisis exhaustivo que tiene como punto de partida averiguar quién era Boris Skossyreff, el aventurero ruso que se proclamó Rey de Andorra y ejerció como Boris I, del 8 al 21 de julio de 1934; su objetivo, convertir el principado en un nuevo Mónaco. Suposiciones y datos contradictorios en los que los historiadores no se ponen de acuerdo y tan solo una certeza, los planes que tenía para Andorra como destino turístico y paraíso fiscal se hicieron realidad.

Como lector comparto con el protagonista de la novela la perplejidad de cuanto se va encontrando por el camino que le lleva a Seo de Urgel, en Lérida, y posteriormente por diferentes enclaves que le permitirán componer una historia de lo más curiosa y que tiene en el sentido del humor de su narración un fuerte aliado para que la ficción resulte amena y creíble; porque al final nos quedará alguna duda de si personajes como el descrito no habrán existido.

Hipótesis aparte, la trama se centra en el posible asesinato del escritor cuando estaba recopilando datos acerca de un suceso que tuvo como protagonista a la Guardia Civil invadiendo Andorra. Por lo que Maite, la mujer de Ignacio, y su abogado emprenden el mismo recorrido en busca de información que les permita esclarecer cómo murió Ignacio; pero con lo que se encuentran es con un libro inacabado y una historia que necesita ser investigada en profundidad sin importar los peligros a los que tengan que enfrentarse, porque está claro que hay quienes quieren ocultar parte de los hechos y no parece que la locura del ruso sea tan importante como para tomarse determinadas molestias.

Paralelo a la ficción histórica nos adentramos en una novela de detectives sin experiencia que nos lleva, una vez más, a descubrir algunos episodios de los que no estar muy orgullosos y que hablan mucho de esa España negra, de leyes no escritas y de improvisaciones. Capítulos de esta novela que se corresponden con los documentos de Ignacio Villanueva y con la investigación que llevó a cabo para conocer como apareció en escena aquel individuo que algunos dicen que se proclamó rey de Andorra y otros que fue detenido por la Guardia Civil. Relatos de cómo fraguó su locura y de cómo convenció a unos y a otros para que le dejasen hacer. Ficción o realidad es quizá lo menos importante, pues lo curioso del hecho y la forma en la que se nos presenta es suficiente para sentirse atraído por la trama histórica.

Ignacio desmonta lo publicado hasta la fecha, incluidos los datos que se pueden contemplar en Internet, en cada caso explica su postura y descarga contra aquellos intereses que han hecho posible la locura hoy convertida en leyenda. Quizá son demasiados datos con poco interés, pero en conjunto el autor ha sabido sacar un buen rendimiento de ellos al exponerlos con el punto de ironía necesario y aprovechando para arremeter contra ese mal de nuestro días que consiste en creerse a pies juntillas todo lo que aparece en las redes sociales, información que ni siquiera los periodistas se molestan en contrastar.

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