angeles menores

Opinión:

Los "narratos extraños", que aparecen en el libro a modo de capítulos serían – tal y como los definió Volodine en el preámbulo a la edición francesa de la obra -"La huella dejada por un ángel"- en una sociedad devastada, aunque en el capítulo 22 se completa algo más esta definición: Will Scheidman va a ser fusilado por Las Abuelas, pero para evitar su ejecución improvisa una serie de cuentos breves para conseguir que la memoria de las ancianas, que le apuntan con sus carabinas, se preserve; es decir intenta transmitirles narratos con desenlaces extraños o incompletos, repletos de imágenes y personajes- de seres que pudieron existir o conocer ( o no) antes de la devastación - destinadas a alojarse en su inconsciente y a reaparecer mucho más tarde en sus reflexiones o en sus sueños. Sin embargo, en el capítulo número 43, María Clementi afirma que ha soñado que se llamaba Will Scheidmann, con lo cual todos los "narratos" incluidos en el libro habrían surgido de sus experiencias oníricas, provocando en el lector además serias dudas de que Will sea un personaje "real".

Esta continúa de relativización de la realidad que parece estar presente en cada uno de los capítulos del libro es uno de los aspectos que más me motivaron durante la lectura. Uno sólo puede disfrutar de estos "narratos" si los percibe y asimila como experiencias oníricas, surgidas de la imaginación de un sumo creador (llámese Will Scheidmann, María Clementi o Antoine Volodine) y si se deja contagiar, resultará una experiencia literaria inolvidable de emoción de gran calado.

He asimilado muchos de estos "narratos" con una sensación de sobrecogimiento total, sobre todo con algunas descripciones de impactante brevedad pero que saben trasmitir atmósferas de podredumbre, decadencia, soledad, fagotización, suciedad y pestilencia y describir ambientes en donde aparecen cuervos negros que caen fulminados al suelo o personas cubiertas por lluvia de insectos o que tratan de escapar de laberintos de fuego y pesadilla.

Estas historias breves deben ser ubicadas además en un mundo en decadencia, imaginado también por su autor, con sus normas y reglas en el que la fantasía es el único recurso para poder sobrevivir y para mantener la memoria de la civilización pre-apocalíptica. En ese sentido, me parece muy hermosa esa especie de "poética del caos" que me trasmiten cada uno de los 49 "narratos" que no dejan indiferente y que te obligan a participar de los sentimientos expresados por cada uno de estos "Ángeles Menores". Es más importante lo que trasmiten que lo que cuentan.

Las presuntas reflexiones acerca de la crisis de los regímenes políticos-económicos (el comunismo y el capitalismo) me interesan un poco menos, aunque este aspecto impide que el libro sea un mero catálogo de imágenes más o menos impactantes pero vacías de contenido. De no ser así, "Ángeles menores" pudiera ser entendido como un mero ejercicio de estilo más o menos imaginativo o brillante. Las continúas referencias a los campos de concentración o los peligros de los totalitarismos dotan el texto de una profundidad, abierta además a todo tipo de interpretaciones.

Joseph B Macgregor