Antonio Gómez Rufo

Eroticalia

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Ya viene, ya viene

 

YA VIENE, YA VIENE

 

La naturaleza es una tediosa rueda, una pesadez. No acaba de terminar el verano cuando se presenta el otoño y, tras él, el invierno. Así un año tras otro, una y otra vez. Ya podía tener un poco más de imaginación, por todos los diablos. ¡Qué falta de imaginación!

Ya viene, ya viene. Y se nos acabó la fiesta. Pronto desaparecerán los torsos desnudos, las extremidades bien formadas y bronceadas, el festín de los sentidos, el coito ocular, tan cómodo y excitante. Y todo lo cubrirá el frío, la nieve o la falta de predisposición para que remonte la libido. Cuando llega el frío, se congela hasta el deseo. Y toda reivindicación amatoria se convierte en una víspera de lo que nunca llega.

 

Pinguino

 

Quizá vayamos más al cine, o leamos algún libro, o publiquemos uno, que es lo que más nos gusta a los escritores. Pero, en mi caso, mantendré intacta mi filosofía sexual, aquella que tan bien resumió Sade en sus momentos de lucidez:

"Nadie ni nada hay más importante que uno mismo. Es ilógico, pues, negarse ningún placer, ninguna experiencia, ninguna satisfacción. Mientras nos sintamos complacidos ya sea en nuestros sentidos como en nuestras ideas, todo es válido. Nada de buscar excusas en la moral, la religión o las costumbres. Sólo disponemos de esta vida para complacer nuestros deseos y no es cuestión de desaprovecharla en aras de los deseos o necesidades ajenas. Seguir los dictados de la moral establecida, si esta no coincide con nuestros deseos, no es sino actuar de manera hipócrita hacia nosotros mismos."

Pues eso.

 

Texto y foto: Antonio Gómez Rufo

 

 

Estilos

ESTILOS

 

Cada cual tiene sus gustos, y todos son muy legítimos.

 

Ahora, por ejemplo, en los últimos desfiles de moda con propuestas para la próxima temporada, los diseñadores están desterrando la prenda íntima del sujetador. Es una tendencia que, en meses, aseguran, se expandirá.

 

Lo que habrá que saber es cuál va a ser la reacción de las empresas fabricantes de lencería, que a buen seguro se defenderán con eslóganes y razones para no perder el jugoso beneficio que obtienen en la venta de sostenes, sujetadores, tops o como los quieran llamar.

 

Estoy bastante de acuerdo con la nuevas propuestas de la moda porque, por lo que a mí respecta, tengo una idea muy particular de cómo me resultan realmente fascinantes las mujeres. Para mí, están seductoras, bellísimas, atractivas e irresistibles sencillamente vestidas con un pantalón vaquero y una camisa de seda blanca, sin sujetador, para que sientan cómo el suave tejido acaricia con sus roces, al moverse, el terciopelo de los pezones.

 

Estilo -gomezrufo

 

La moda es cambiante; el canon de belleza, también. Pero, desde siempre, yo he permanecido impasible a los cambios. Vaquero, camisa de seda y nada más.

 

Es el estilo que me gusta. Hay otros, cada cual tendrá el suyo, pero al igual que cada persona prefiere un género literario a la hora de entregarse a la lectura, yo soy partidario de ese sencillo modo de vestir en el momento de entregarme a la fantasía.

 

Y no me importa ser el único.

 

Texto y fotos: Antonio Gómez Rufo

 

   

Novelas eróticas

NOVELAS ERÓTICAS

 

Estaba repasando mi biblioteca erótica porque los primeros soles de la primavera me han puesto con las hormonas mirando a Burgos y me he dado cuenta de que ya no se escriben novelas como antes. O ya no se publican, claro. Porque, pensándolo bien, en estos tiempos los editores le hubieran dicho a Cervantes que abreviara, por favor, que se estaba sobrando con don Quijote, y a Dostoievsky que hiciera el favor de un poco más de crimen y menos castigo, que a los lectores les gusta el género desde que leyeron la trilogía de Stieg Larsson.

 

Echando una ojeada por las páginas de Apollinaire, Henry Miller, Lawrence y el divino marqués de Sade, he vuelto a creer que debería dejarme de historias y volver a mis tiempos de "El último goliardo" (Tusquets, 1984), que, además de Gomezrufo -foto4divertirme, servía para abrir espacios de diálogo desinhibido. Y lo que no eran diálogos. Pero está visto que los aficionados hoy satisfacen sus necesidades en Internet y la lectura no acaba de permitirles visualizar nítidamente Burgos.

 

Mi madre me regaña (de mentirijilla) cuando escribo novelas eróticas, aunque se las lee y no se escandaliza. Es la modernidad de las madres, más libres cuanto más mayores. Porque las madres de cuarenta y cinco leen a escondidas a Grey, pero les prohíben a sus hijas de veinte pasear por Burgos, mientras la mía, de noventa y dos, lo comprende todo tan bien que, no sé si será por el hambre que pasaron en la guerra o porque ya le sale todo por una friolera, pero el caso es que le divierte también el erotismo, aunque no lo diga porque esas cosas no están bien (sic).

 

Hoy he releído "Las tres hijas de su madre", de Pierre Louÿs, y me ha parecido más hermoso que nunca el paseo del Espolón y la catedral burgalesa. Será la primavera, o las hormonas, o vaya usted a saber, pero el caso es que me gustaría que volvieran a escribirse novelas como antes.

 

Porque, de lo contrario, tendré que hacerlo yo.           

 

Texto y foto: Antonio Gómez Rufo