Antonio Gómez Rufo

Eroticalia

El sexo según USA

EL SEXO SEGÚN USA

 

Las universidades norteamericanas, que se dedican a todo lo imaginable, y aun inimaginable, tienen la propensión revolucionaria de trasgredir haciendo estudios y encuestas sobre hábitos sexuales de los ciudadanos porque, se supone, así se sacuden la caspa puritana y se hacen los modernos.

 

El caso es que en estos días, como cuenta Caterina Donay, han dado a conocer dos estudios diferentes. En uno de ellos se concluye que el 79% de las mujeres prefieren practicar sexo en la noche, al acostarse, mientras el 68% de los hombres son partidarios del amanecer, al levantarse. ¡Qué pereza, por Dios! Y lo argumentan diciendo que "la testosterona alcanza su pico de concentración en sangre precisamente por la mañana". Las mujeres, dicen, lo prefieren cuando se acaba el intenso
día de trabajo, niños, estrés y agobios domésticos. ¿Y de la siesta, qué? Soy un incomprendido.


Gomezrufo -foto3Otro estudio, de la Universidad de California, ha relacionado el ciclo menstrual con el tipo de hombre que buscan las mujeres para su desfogue voluptuoso, de tal modo que durante la ovulación prefieren los morenazos, cachas, brutotes y así, mientras el resto del mes tienden a estereotipos que asocian a la vida estable, de pareja. Vamos, sensibles, majos, decididos al compromiso, etc. Así lo asegura la psicóloga Martie Haselton en su estudio, y lo único que le ha faltado decir es que el sexo es cosa de canallas y el amor de calzonazos. Asegura basarse en la teoría de la evolución, porque las mujeres buscan los mejores genes para su misión reproductiva. ¡Qué cosas!

 

O sea que en la Universidad de California también hay horteras y las encuestas en USA se aprueban con nota si se da rienda suelta a modelos sociales que parecen previos a la invención de la imprenta. 

Angelitos…

       

Texto y foto: Antonio Gómez Rufo 

 

 

 

Red de redes

 

RED DE REDES

 

La otra noche mantuve una larga conversación con unas amigas que insistían en que debería volver a publicarse la colección La Sonrisa Vertical que, como se sabe, publicaba novelas de género erótico o pornográficos (una distinción poco clara, si se atiende a la definición de que el erotismo es la pornografía vestida por Christian Dior).

 

La discusión, desde muy pronto, me recordó a aquel otro debate que mantuve hace unos años con Berlanga, convencido él Gomezrufo -perritode que la sociedad se estaba volviendo muy conservadora porque el erotismo estaba desapareciendo, en las películas y en los libros. Para zanjar la cuestión, tuve que sentar a Luis ante un ordenador y mostrarle los miles de páginas web dedicadas explícitamente al sexo, suave y duro, erótico y pornográfico. Entonces se convenció de que había más erotismo que nunca, si bien el canal era otro.

 

Con mis amigas tuve que recurrir a un sistema parecido. Una vez dejado claro que las simplezas de Grey y similares eran otra cosa, les mostré la infinidad de textos de contenido erótico de la red, una auténtica red de redes, convenciéndolas por tanto de que publicar libros de ese género en estos momentos, con el descenso aterrador de la venta de libros, era un mal negocio, porque de lo contrario las editoriales no se lo pensarían ni un momento.

 

Así las cosas, acabamos coincidiendo en que era cierto que el erotismo (o pornografía, según se quiera calificar) estaba más presente que nunca y lo que hacía falta, y lo más sano para todos, era dejarse de hipocresías, no mirar tanto internet y pasar decididamente a la acción.

La noche, claro está, fue luego intensa y larga…

 

Texto y foto: Antonio Gómez Rufo

 

 

 

Mujeres

 

MUJERES

 

Cuando una mujer habla de su intimidad, de su concepción del sexo y de los límites de sus deseos, lo mejor que podemos hacer los hombres es escuchar y aprender. A lo mejor no estamos de acuerdo con ella, pero ese seguiría siendo nuestro problema. Uno más.

Lo digo porque acabo de quedarme boquiabierto leyendo la nueva novela de Lola Beccaria. No es que me haya sorprendido por lo explícito de sus descripciones sexuales, ni que me escandalice el erotismo que salpica sus páginas.

De esas lides soy tan aficionado, tan devoto, que lo mucho siempre me parece poco.

Pero es que en "Mientras no digas te quiero", la novela, Lola ha puesto ante mis ojos las emociones generalmente ocultas o disimuladas de seis mujeres que se desnudan en un strip-tease tan real, tan hirientemente real, que ha habido momentos en que me he parado a pensar si a lo largo de mi vida he sido un buen amante o un necio. Y lo más probable es que unas mujeres hayan valorado bien mi capacidad de comprender y otras hayan visualizado mi estupidez. En fin…

Sea como fuere, lo que quiero decir a los lectores, y sobre todo a las lectoras, es que "Mientras no digas te quiero" es una novela a poner en la mesilla de noche y rezarle unas páginas antes de dormir. A ratos con una sola mano, otras con la piel hecha erizo.

Las mujeres comprenderán lo que quiero decir; los hombres, lo que quiere decirnos Lola con su novela.

Y todos, hombres y mujeres, sabremos un poco más de pasiones femeninas, deseos recónditos, insatisfacciones frecuentes y búsquedas desesperadas, en un aquelarre en que ellas nos pueden llegar a parecen brujas porque, en eso de entenderlas, los hombres no damos la talla.

No. Tú tampoco, Pepe (o como te llames). Harías bien en leer esta novela, créeme.

   

Lola Beccaria y Antonio Gómez Rufo

Lola -beccaria -y -rufo

 

Texto y foto de Antonio Gómez Rufo

 

 

Horarios

HORARIOS

 

Cada cual tiene sus preferencias a la hora de deshacer calenturas. En mi caso, mi hora favorita coincide con la siesta, en ese reposo primaveral o veraniego en el que junio se llena de tentaciones.

Al despertarme, en la mañana, no me gusta: puede que sea a causa de la tensión baja, o de la somnolencia que me atrapa hasta mediodía, tras un café y dos sorbos de cola. No es mi momento, ni nunca lo fue. Cosa de la biología y de los horarios.

De noche, suele ser lo habitual. Y lo más socorrido, por comodidad y predisposición. Pero tampoco es mi horario preferido, quizá porque el sexo, a esas horas, tiene sabor a rutina.  

A mí lo que me gusta es una habitación amplia bañada por la luz que se cuela entre las rendijas de las persianas. Es Gomezrufo -foto2cuando el calor del mediodía se funde con la luminosidad de la tarde para exhibir una cama de sábanas blancas a punto de ser revueltas con ecos de suspiros y jadeos. Fiebre vespertina en la que dos cuerpos sudorosos, se entrelazan apasionados en asaltos breves, embestidas alternas, deseos exacerbados y pasiones húmedas.

La hora de la siesta es el gran momento. Los cuerpos mojados, en sintonía con mil fluidos regalados, se funden y se deslizan ávidos de más, ambiciosos de todo, avariciosos de poseer y deseosos de ser poseídos. Después, el estallido final, como un relámpago rasgando la espalda, es la más deliciosa de las derrotas.

Estoy esperándolo. Porque en cuanto la primavera nazca y el sol nos devuelva su aliento de luz cálida volveré a sumergirme en la siesta entre sábanas blancas y revueltas, dispuesto para ofrecer mi cuerpo a la mujer que quiera hacer con él una ofrenda a Eros, un brindis a la concupiscencia y un regalo a esa eternidad efímera que se condensa en un acto de amor y vicio.

Como debe ser.       

 

Texto y foto de Antonio Gómez Rufo

 

 

Juego de manos

 

JUEGO DE MANOS

 

Dalí, el gran masturbador

 Dalielgranmasturbador

 

Se ha desatado un tsunami conservador que amenaza otra vez con el fuego del infierno a quien practique el placentero ejercicio de la masturbación. Ir al infierno, quedarse ciego, enfermar gravemente o quedarse calvo eran las amenazas clericales de antaño. Hoy amenazan directamente con una marea de imbecilidades. Ni siquiera se detienen a considerar los efectos terapéuticos de los brindis a Onán. La ciencia y la religión, como toda la vida, siguen a la gresca.

 

Unos dicen que es una forma de aborto. Otros, que es una ofensa a la Naturaleza y a Dios. En fin, a qué seguir.

 

Yo no voy a defender la masturbación. Si lo hiciera, sería como si lo necesitara, y esa actividad no precisa que nadie hable por ella. Es tan sana, relajante, natural y beneficiosa que mil años de amenazas no han servido para erradicarla ni para restar devotos practicantes.

 

Y es que lo único cierto es que el placer carnal está en nuestra naturaleza para usarlo; lo contrario sería como dejar de emplear una pierna para caminar porque a un descerebrado se le ocurriera considerarlo pecado y por la calle nos cruzáramos con nuestros vecinos, a todas horas, avanzando a saltitos y a la parta coja.

Recorte -masturbacion

Beatriz de Moura, recomendaba leer la literatura erótica de la colección La Sonrisa Vertical con una sola mano. Por mi parte, invito a todo el mundo a relajarse, tras una larga jornada de trabajo, con un homenaje a solas; exhorto a los solitarios a no sufrir de calenturas pudiendo apaciguarlas y sugiero a los desocupados elevar el espíritu onanístico con juegos de manos, sin temores. Y si ya sabemos que lo practican un 94% de los hombres y un 85% de las mujeres, la verdad es que no sé para qué estoy escribiendo esto. ¿Queda alguien por convencer?

 

Si lo hay, sólo diré que la ciencia ha demostrado que la masturbación refuerza el sistema inmunológico, previene el cáncer de próstata, aumenta la potencia sexual, es un antidepresivo natural y un tratamiento relajante.

 

Pues hala. Deje usted de leer estas cosas, no pierda el tiempo y pase a la acción. Sin complejos.

 

Antonio Gómez Rufo 

 

 

Ella

ELLA

 

Ayer conocí a una mujer de veintiocho años que era virgen. Fue una experiencia tan escandalosa que me quedé a hablar con ella para conocerla mejor.

 

Desde el principio la cosa fue bien: fluida la conversación, cómplice el trato, insinuantes miradas, presencia reiterada de los labios que hablaban…

 

Se nos hizo la noche corta. Y después del segundo gin-tonic enumeró un decálogo con sus esencias: Que tenía que pensar menos y besar más. Que creía en los dragones porque uno de ellos le quemó el alma y desde entonces sólo era esqueleto y carne. Que gastaba mucho dinero en libros y en discos porque era la mejor herencia que podía dejar a sus sobrinos. Que
Gomezrufo -fotonunca se enamoraba y, si lo hacía, lo hacía en silencio y mal. Que no le gustaba la miel porque ya la había probado en labios que le dieron veneno. Que nunca lloraba porque tenía alma de estatua de sal. Que su repóker de ases eran Sabina, Woody Allen, Salinger, los hermanos Coen y Berlanga. Que no hacía nada que no quisiera, salvo ir a funerales cuando no le quedaba más remedio. Que el amor no era confortable, porque, como las guerras, había que lucharlo. Y que había cosas que, pareciendo perfectas, estaban destinadas a la destrucción, y que cuanto antes, mejor.

 

Después de eso nos vinimos a casa, claro. Y nos hemos pasado la noche follando como locos y, a ratos, dormitando. Ahora, a su lado en la cama, tecleando estas palabras en el portátil, la veo dormir tan plácidamente que sigue pareciendo una virgen. Hace un rato ha abierto un momento los ojos, me ha mirado y, en vez de salir corriendo, me ha regalado una sonrisa de ángel.

 

Ayer conocí a una mujer virgen de veintiocho años a la que daba gusto oírle hablar de ella misma y de Dostoievski, García Márquez, Jardiel Poncela y La casa de Bernarda Alba. Ya no lo es. Y es que hay cosas destinadas a la destrucción a las que alguien ha de poner remedio. 

 

Texto y foto: Antonio Gómez Rufo

 

 

 

Gañanes

 

GAÑANES

 

En España seguimos perteneciendo a la estirpe de los necios. Hasta tal punto que durante muchos días nos han estado bombardeando con el affaire sentimental del presidente francés, Hollande, e incluso los medios teóricamente más rigurosos nos han dado a entender que el presidente francés convocó una rueda de prensa multitudinaria para explicar su juego con los cuernos.

 

Parece mentira que no se explique que la rueda de prensa de Año Nuevo es una tradición francesa de décadas, en la que
Angel -gomezrufoel presidente repasa la situación interna e internacional de Francia, año tras año. Y, de hecho, de las veinticuatro preguntas de los periodistas, sólo dos se refirieron al estado de su bragueta, que Monsieur Hollande despachó con un simple "la vida
privada pertenece a la vida privada"  y los periodistas lo comprendieron y volvieron a preguntar sobre Europa, la crisis y el euro.

 

Increíble la expectación desatada en España con las relaciones sexuales de Hollande. Y en un país, como Francia, que jamás se inmiscuyó en las dos familias simultáneas de Mitterrand, en los amoríos de Pompidou con aquel modelo ni en las cosas de Giscard d'Estaing. Y es que somos unos gañanes. Eso lo explica todo. Incluso que el libro de Belén Esteban escrito por Boris Izaguirre se haya convertido en el best-seller de estas navidades.

Cuando aprendamos a dejar a la gente en paz, a preocuparnos de nuestras cosas y a no ser tan hipócritas, este país habrá dado un paso de gigante, intelectualmente. Y cuando aprendamos que el sexo, las relaciones íntimas, son patrimonio de la intimidad, no folletos gratis de "compro oro", tal vez empecemos a practicar esa rareza nacional llamada respeto.

 

Texto y foto: Antonio Gómez Rufo

 

 

 

Sexo y cañas

SEXO Y CAÑAS

Las crisis económicas tienden a respetar al sexo y a la gastronomía (hay situaciones en que sólo los separa una línea difusa) y por eso falta ánimo para todo menos para gozar con uno y otra. Los negocios del sexo no se muestran afectados porque internet los convierte en virtuales y gratuitos; y las empresas de hostelería, aunque ven reducida la clientela en un porcentaje, es tan pequeño que a la mayoría le permite sobrevivir.

La pregunta es por qué sólo el sexo y los placeres de la comida y la bebida suelen permanecer a flote en el epicentro de las crisis dramáticas, como es la española. La respuesta sólo se encuentra en que la naturaleza es sabia, en que somos animales sociales y en que a la condición humana, como aseguraba Darwin y luego Malraux, le basta encontrar un resquicio para adaptarse. Es el gran poder de adaptación de nuestra especie.

Cierto: lo último que se pierde no es la esperanza, es la ilusión.

 

Pechos -gomezrufoblog

 

Un cuerpo desnudo deseable o una ingesta alimenticia apetecible alivian las necesidades y reducen los duelos. Y si ese cuerpo o esa caña se muestran predispuestos y accesibles, hasta el miedo se olvida. Es el mecanismo mágico con que estamos dotados. No se alimenta necesariamente de amor o sed: el deseo es a veces más fuerte que aquellos.

¿Por qué nos mostramos reacios, a veces, a disfrutar de lo que la naturaleza nos ha regalado tan generosamente? Ah, la moral… Esa mezcla de principios religiosos, pautas culturales y pudores humanos. ¡Desterrémoslos!

Año nuevo, nuevo espíritu. Y empecemos por intentar ser felices. Total…

 

Antonio Gómez Rufo

 

Foto © Antonio Gómez Rufo 

 

 

El arte del beso

 

Si me preguntan qué es lo que más me gusta del sexo, no tengo que pensarlo mucho. Los besos, para mí, son la sublimación de la atracción, la puerta del éxtasis, la primavera de todo lo que venga después, por muy tórrido que sea. Besar es compartir el deseo y abrir las ventanas al placer. Besar es un fin en sí mismo.

 

Tengo oído que el beso, tal y como hoy lo practicamos, es un invento de Hollywood. Podría ser. Históricamente las parejas se han besado mucho, labio contra labio, incluso a modo de saludo entre hombres en muchos países; pero el empleo de El -besola lengua, el juego húmedo del intercambio de fluidos o el deleite en la succión no está claro que fuera un hábito.

 

Hay un par de argumentos que lo explicarían: el primero tendría que ver con la higiene, porque hasta épocas bien recientes no era corriente la limpieza de boca, ni siquiera el cepillado diario de dientes, y con los regímenes alimenticios basados en comidas abundantes en cebollas, ajos y cualquier otra dieta disponible, el aliento de las personas no debía de ser un vergel, precisamente. El otro argumento, más científico, por decirlo de alguna manera, es que no existe referencia explícita a este tipo de besos profundos en las obras de nuestros más significativos autores de literatura erótica, desde Apollinaire o Sade a Bataille, Miller, Salernitano, Alfred de Musset, el Arcipreste y muchísimos más.    

 

Háganme caso: los besos son maravillosos. Y cuando se acompasa el ritmo y se goza de movimientos espasmódicos uniformes, besar puede ser un juego interminable hasta que se anestesie la boca y aun más. Mientras ello sucede, el estómago se llena de excitación y el sur del cuerpo se predispone a reventar de ansias. Besos, más besos…

 

Acepto a quienes subliman los ojos ajenos, los senos, las nalgas y cualquier otra parte del cuerpo como prioritarios en el revoltijo de la química sexual, pero yo me quedo con los labios, tanto si invitan con una sonrisa de complicidad como si incitan como arma de seducción. Nunca dejaría de besarte, diría a infinidad de mujeres que se cruzan por las calles de mi vida. Por desgracia, la renuncia al deseo es abrumadora, quizá porque no saben lo que se pierden o porque todavía no existen Escuelas de Beso, tan necesarias como muchas otras universitarias y de FP.

 

Antonio Gómez Rufo

 

 

Parejas desparejadas

 

Si un hombre maduro se empareja con una veinteañera será considerado un rijoso (sea una relación esporádica o duradera en el tiempo) y si una mujer madura hace lo mismo con un joven será considerada una viciosa. También pueden ser más graves las acusaciones: a un hombre de edad se le calificaría de inmaduro y a una mujer de aprovechada. Ejemplos hemos conocido: María Kodama, con Borges; Pilar del Río, con Saramago; Marina Castaño, con Cela… Y lo mismo sucede con hombres mayores cuando se relacionan con mujeres mucho más jóvenes. Pero, ¿a qué viene esa manía de juzgar? ¿Cuándo dejaremos en paz a los demás?

 

Acabo de ver una fotografía de Raquel Welch con Dalí, de 1965, cuando ella tenía veinticinco años y él sesenta. Nada entre Welch Y Dalí 1965ellos, se supone, pero ¿acaso alguien tendría algo que objetar si se hubieran embarcado en la nave de la lujuria? A mí, esta fotografía, sólo me ha provocado envidia y lo más curioso es que la siento por los dos. No por la lujuria, claro, sino por haber podido conversar y aprender junto a cualquiera de los dos. Impagable una velada de conversación con Dalí; estremecedora una velada de confidencias con Raquel. Otra cosa es que, después, si la cosa se hubiera puesto propicia, insinuara a la Welch algo más, pero ello es una mera cuestión de heterosexualidad, no más.

 

En mi opinión no deben dejarse pasar ocasiones de disfrutar de lo que la vida nos ofrece. Y en aspectos relacionados con el goce sexual, retraerse es necedad. De igual modo que nunca hay que rechazar leer una buena novela, ver una buena película o recrearse ante la visión de una obra maestra de la pintura.

 

¿Qué tiene todo esto que ver con la edad? Nada hay desparejado si así se decide. Libertad, santa palabra.           

 

Antonio Gómez Rufo