Anika entre libros

José Luis Sampedro triunfó en La Eliana

Anika Lillo, mayo-junio 2008


Presentación de "La ciencia y la vida"

ESPECIAL SAMPEDRO, FUSTER Y LUCAS

El pasado viernes 20 de junio 2008, el escritor José Luis Sampedro y su compañera, también escritora, Olga Lucas, vinieron como invitados a Tardes De Libros, una propuesta que lleva a cabo el antiguo librero Luis Andrés (propietario de la que fuera una de las librerías punteras de Valencia, "La máscara", ahora cerrada, y que pertenecía al Grupo 10) con el apoyo de la Concejalía de Cultura, con Jose Lorente y Pedro Uris a la cabeza. El alcalde, por supuesto, no faltó a un evento tan importante aunque fue gracioso ver cómo le temblaban las manos de los nervios (¿sólo me di cuenta yo? pues poco más y el agua no cae en el vaso...)


José María Ángel, José Luis Sampedro, Olga Lucas y Lluís Andrés

Sampedro1


El acto tuvo lugar en el Centro Sociocultural de la Eliana, donde se utilizó todo el espacio disponible para dar paso libre a los seguidores de Sampedro que junto a su compañera presentaban "La ciencia y la vida", un libro donde Olga Lucas organiza y recrea las conversaciones y reflexiones que Sampedro y el doctor Fuster (cardiólogo que le salvó la vida en New York y a quien reconoceremos quienes hayamos leído "Monte Sinaí") tuvieron durante tres días. Tres días, contaba Olga Lucas, donde el estrés que sufrimos el común de los mortales parecía no afectar a Fuster.

La propuesta vino directamente de Planeta pero el doctor Valentín Fuster es un hombre tremendamente ocupado que nunca parece descansar y apenas tuvieron tres días para conseguir su meta. Según Olga Lucas no duerme mucho, de modo que lo tiene más fácil para optimizar su tiempo. Al margen de su oficio Fuster acude a otras ciudades para trabajos relacionados con el mismo, conferencias, charlas, etc., hace gimnasia diariamente y come sano.

OlgalucasAquellos tres días Olga Lucas estuvo con ellos tomando notas, escuchando a la pareja hablar, discutir serenamente, discrepar o coincidir… Contaba la autora que le resultaba gracioso que ambos, en su más absoluta humildad, le preguntaban por separado si habían "estado bien" o habían dejado hablar poco "al otro". Esto, a Olga, le hacía gracia pero también resultó divertido para el personal acumulado en el Centro Sociocultural de La Eliana pues fue uno de los motivos para soltar a reir. Hubo unos cuantos, hay que reconocerlo, y de algunos de ellos hablaré más adelante. Olga Lucas, muy resulta, le dijo por teléfono a Valentín Fuster que no se cortara y hablara él, que lo que piensa Sampedro ella lo conocía más que bien.

El acto comenzó con el alcalde, José María Ángel (que no es verdad que tenga ángel aunque a mi madre le de rabia que lo diga) haciendo posesión de la palabra. Pasó la palabra a Luis Andrés y aquello tomó un rumbo mucho más interesante. Ya no se trataba de hacer la pelota (a mí también me la ha hecho y ya véis, ni una ayudita ni media), si no de contar cosas curiosas de las que ahora os pongo al corriente.

Resulta que Luis Andrés (al que muchos valencianos recordarán también porque participaba en Onda Cero con Pablo Motos seleccionando los libros que tiraría a la basura como aquellos que recomendaría) se sentía emocionado por varios motivos. Uno de ellos era que ninguno de los dos usaba móviles, y el otro tenía que ver con el lugar en que Sampedro y Fuster tendrían estas conversaciones, un castillo en el Parador de Cardona que al parecer estaba lejanamente relacionado con su propia esposa.

Otro, que a mí me abrió los ojos como platos y me dejó muerta de envidia, era que él poseía un libro del que sólo había ochenta ejemplares, un libro al viejo estilo de carpeta con cintas para cerrarse (ver foto abajo), donde Sampedro escribió sus primeras notas, apuntes, poesías… y que, entre risas, Luis Andrés y Olga Lucas nos contaron que algunas de esas hojas habían sido escritas incluso en papeles -si no recuerdo mal- publicitarios, por la parte de atrás.

 

Luisandres

 

La tercera anécdota que me falta por contar -y que en realidad Luis Andrés narró antes- fue de cuando el Grupo 10 -del que él era integrante como librero- quiso publicar un libro de relatos de Leopold von Sacher-Masoch, y él mismo pidió a José Luis Sampedro que hiciera el prólogo. Debo advertir que el librero nombró a Leopold como si lo conociera todo el mundo y aquello me pareció gracioso porque en aquella sala había mucho lector, estudiante y gente relacionada de forma directa o indirecta con el mundo de la cultura, pero también mucha gente del pueblo que, en realidad, no tienen por qué saber quién era este hombre. Por si las moscas, Luis Andrés soltó un par de veces algo como "este masoquista" (se le escapaba una sonrisa), a modo de pista para los que no sabían de quién hablaba. En cualquier caso, lo cierto es que fue divertido, al menos para quienes sabíamos de qué iba la historia, conocer que Sampedro fue el prologuista de "Historias de amor y sangre", y que el libro tuvo mucho éxito y acabó agotado, pero que se pedía en las librerías como "el libro que ha prologado José Luis Sampedro".

 

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Luis Andrés cedió la palabra a Olga Lucas que había estado atenta en todo momento al tiempo que jugueteaba con su abanico cerrado (hacía un calor mortal allí) cambiando apenas unos centímetros la posición de éste sobre unos papeles (estos papeles se los había entregado yo cuando llegaron al local, era la entrevista improvisada que hice a Sampedro en la Feria del Libro del 2007 y que ella -¡qué alegría!- recordaba). Cuando le tocó el turno empezó la otra parte interesante e informativa de la charla. Allí nos enteramos de por qué se hizo el libro, de cuánto duró el encuentro, de cómo era el doctor Fuster, etc… algunas de las cosas ya os las he adelantado antes. También quedó bien claro que la escritora había sido ella, es decir, que aunque lo que se narraba en "La ciencia y la vida" provenía de boca del miembro de la Real Academia de la Lengua y del cirujano, la adaptación y narración de los hechos había sido un trabajo exclusivo de Olga Lucas. Me preguntaba en aquel momento cuántas personas le pedirían a Olga Lucas, más adelante, que le firmaran el libro. Y aunque no fue con mala leche, si no con verdadera curiosidad, la respuesta fue la que me esperaba al cuestionármela.

 

Olgalucas2

En cualquier caso, y casi como si leyera mis pensamientos, Olga Lucas tomó con las manos el soporte del micro y dijo que lo pasaba a José Luis Sampedro, que "era a quien todos querrían escuchar". Y con estas palabras se escucharon aplausos y Sampedro tomó la palabra por primera vez..

Quien haya visto alguna vez a Sampedro sabrá que parece un guerrero porque nunca se queja, nunca se cansa (en realidad sí se cansa pero aguanta como un jabato), nunca se enfada (para eso, como él me dijo en su día, tiene "una mujer que me para los golpes"), y que tiene cuerda para rato. Es decir, a sus noventa y un años, parece un chaval con su aguante y un sabio con su lucidez intacta, y eso lo transmite siempre al público. Sospecho que el día que no sea así, él será el primero en retirarse, y si no se diera cuenta, la propia Olga Lucas sabría cómo hacerlo para que no perdiera su dignidad en las tablas literarias.

 

Sampedro

Sampedro también habló del libro, pero más que de éste, de las conversaciones y sus opiniones respecto al mundo en que vivimos. De todas las cosas mencionadas, de vez en cuando muy aplaudidas o acompañadas de risas -la verdad es que tiene muy buen humor y repite algunos chistes como el de que quien manda en casa es Olga-, el autor mencionó algo que personalmente me llamó mucho la atención. Habló de la dependencia que tenemos los seres humanos de las máquinas, e incluso nombró la lavadora. En aquel momento vi a las mujeres sin lavadora, lavando a mano, destrozándose y perdiendo un tiempo precioso -porque no nos engañemos, los hombres jamás aceptarían hacer ese trabajo- y fui mentalmente crítica con él. Pero volví a serlo cuando habló de las enfermedades, tema al que va ligado "La ciencia y la vida", y se burló de la depresión. Lo hizo, claro está, poniendo como ejemplo a la mujer millonaria que se deprime y le dice a su lacayo que le de aire con el abanico. Este momento fue aplaudido porque en cierta forma Sampedro lo relató con gracia, no obstante a mí me pareció que había estado fuera de lugar. Y no fui la única.

Al terminar de hablar sobre el tema la propia Olga Lucas tomó el micro y con voz clara y concisa dejó bien patente que de la depresión no había que reirse. Antes incluso de que terminara, me dio la impresión de que tanto Luis Andrés como yo nos estábamos dando cuenta de lo que iba a defender Lucas, porque fuimos los primeros en aplaudir esta defensa. Después se unió el resto de público. Olga Lucas fue tajante: no hay que reir todo lo que dice Sampedro.

En este acto, además de tomar todos turno de palabra, Luis Andrés había proyectado que se leyeran párrafos de algunos Universosde sus libros. En un atril descansaban unos papeles, poesías tanto de Sampedro como de la propia Olga Lucas, si no me equivoco fotocopiados del libro recopilatorio "Universos" (en la foto puede apreciarse) que fueron declamados para el público. Y lo más gracioso de este hecho fue que justo cuando se leía una poesía de Sampedro, ¡¡¡el autor bostezó!!! Es como si, siguiendo su estilo, este hombre lleno de vitalidad se guardara un bostezo para el momento más inoportuno, dando refuerzo a su imagen divertida y ocurrente. En fin, esto no es más que una broma, aunque ocurrió de verdad, pero para mí fue fantástico ver que Sampedro también puede aburrirse en un momento dado. Esto, si cabe, lo hace más humano, más real.

 

Sampedro2

 

 

El turno de preguntas dio lugar a uno de los momentos más carcajeantes del momento. Esta vez no fue Sampedro quien hizo reir, si no el joven que había elegido una pregunta digna para escribir un libro completo de más de cien páginas sólo con la respuesta. Tal es así que todo el mundo se percató y la risa fue general. No sé cómo le sentaría a él este descojone general pero -por mi parte que me perdone-, hasta pareció que era coña. En cualquier caso nos hizo un favor porque con todas esas risas la gente se relajó y posiblemente se olvidó un poco del calor que hacía.

 

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Lo cierto es que el acto se alargó más de lo previsto. Estaba siendo grabado y la máquina de sonido dio algunos sustos; de vez en cuando olía a quemado y desaparecía la voz. El encargado se vio en un apuro pero hizo su trabajo de maravilla, evitando que ocurriera un desastre. Olga Lucas tenía previsto leer el final del libro "La ciencia y la vida" pero mirando el reloj y viendo la tremenda cola de gente que llevaba un ejemplar bajo el brazo para que lo firmaran decidió leer sólo el último párrafo para cerrar la charla.

 

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El final del encuentro tuvo una cosa buena, una mala, y la escapada rapidísima del alcalde de La Eliana intentando parecer invisible para que nadie le viera marcharse. Lo bueno fue que al comienzo de los aplausos de "despedida", dos o tres personas nos levantamos de nuestros asientos (aunque yo lo hacía cada vez que sacaba algunas fotos o me interesaba mucho lo que decían, pero en aquel momento me puse lo más cerca posible para que se notara la diferencia y deferencia al acto) y aquello dio pie a que el resto de público también se levantara en reconocimiento a este gran hombre y la gran mujer que le acompañaba. Y tanta admiración había en aquel acto que Sampedro terminó alzando los brazos, uniendo sus manos y mostrando con alegría inusitada la señal de triunfo al más puro estilo Rocky. Ese momento fue fantástico y marcó el final de la charla.

La cosa mala vino justo detrás, cuando el alcalde se escapó y Olga Lucas dio paso al momento de las firmas de libros. Al estar cerca aproveché para pasarle mi dossier de prensa pues quería que ambos firmaran junto al CD, y le pedí a ella que lo firmara. Sabía, no soy tonta, que todo el mundo le pediría la firma a Sampedro, pero no todos recordarían que lo había escrito Olga Lucas. La gente tiene muy mala memoria o una memoria muy selectiva (el famoso es él). En efecto, hubo un rato en que la gente se marchó con una sola firma. Más tarde algunos más pidieron ambas firmas y la cosa cambió. Mi sospecha, como véis, no había sido errónea.

Y parte de este mal final lo tuvo la falta de previsión, aunque entiendo naturalmente que ocurriera esto. Al entrar al Centro Sociocultural y ver el llenazo, le pregunté a Pedro Uris (crítico de cine, guionista y asesor de Cultura de La Eliana) si en la presentación de su libro ("Cita con la eternidad"), el pasado 23 de mayo, había habido la misma cantidad de gente. Él se rió y dijo sonriendo que "aún hay clases". Digo esto porque hacer una cola de firmas de libros cuando hay diez, veinte o cincuenta personas a lo sumo, no es lo mismo que un inesperado éxito de público donde unas 350 personas (según leliana.es) empequeñecieron el enorme y amplio pasillo donde estábamos ubicados, sobre todo cuando se ha tenido la genial idea de traer ejemplares y ponerlos en la entrada para venderlos. Quien no llevaba libro, lo acababa comprando, y luego, cómo no, lo querría firmado.

PortadaAsí que allí dejé, al fin, a Luis Andrés, muro de carne y hueso entre el público y la mesa, haciendo de filtro para dar el mínimo orden a la firma de libros de La ciencia y la vida.

Me hubiera gustado que no se me hubiera acabado la batería de la cámara (¡maldita sea!) para mostraros fotos de Sampedro en su momento triunfal, así como de la no-cola, si no "mogollón" (palabra aceptada en la RAE) del que me costó salir cuando se tiró todo el mundo encima. No cabe duda, Sampedro triunfó en La Eliana.

PD. No dejo de preguntarme si a la fotógrafa oficial del evento para el Ayuntamiento también se le acabaría la batería, porque no he visto esas imágenes en la web.

Nota: Durante la entrevista improvisada que le hice en la Feria del Libro de Valencia 2007, Sampedro insistió mucho en que no apuntara que él es optimista, si no "vitalista". Me llamó la atención la importancia que se le dio en esta charla a su optimismo, que él mismo confirmó.

Anika Lillo, La Eliana (Valencia), 23-Junio-2008

PD. Espero haber sido lo más rigurosa y fiel a toda la charla. Olvidé el bolso donde llevo la grabadora, la libreta y el bolígrafo... por eso he procurado contar sólo aquello que mejor recuerdo del acto.

Dossier Planeta

Imágenes de José Luis Sampedro, Olga Lucas y Valentín Fuster durante su trabajo conjunto © prensa Planeta

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Biografías

José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) catedrático jubilado de Estructura Económica y miembro de la Real Academia Española, es uno de los escritores de mayor prestigio y popularidad de nuestro país. Entre sus novelas destacan El río que nos lleva, Congreso en Estocolmo, Octubre octubre, La sonrisa etrusca, Real sitio, El amante lesbiano o La senda del drago. En sus libros El mercado y la globalización y Los mongoles en Bagdad revela su infatigable espíritu de lucha contra la guerra y la injusticia en el mundo.

Valentín Fuster (Barcelona, 1943) es director del Instituto Cardiovascular del hospital Monte Sinaí de Nueva York, presidente del comité científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares español y anterior presidente de la Sociedad Americana del Corazón y de la Federación Mundial de Corazón. Premio Príncipe de Asturias en Investigación en 1996, es el único investigador de enfermedades cardiovasculares que ha recibido los máximos galardones científicos de las cuatro organizaciones de cardiología del mundo. En su esfuerzo por inculcar en los ciudadanos la prevención publicó, en colaboración con Josep Corbella, La ciencia de la salud.

Olga Lucas (Toulouse, 1947) nació en el seno de una familia española en el exilio. El paso por los países del Este le permitió trabajar como intérprete, traductora y locutora de radio. Su actividad cultural se ha desarrollado en ámbitos alternativos y/o locales. Ha publicado cuentos y poemas en diversas obras colectivas y es autora de Poemas de andar por casa, Cuentos para ciegos, del volumen de relatos El tiempo no lo cura todo y coautora de Escribir es vivir, un libro autobiográfico de José Luis Sampedro escrito por ella y firmados por los dos.

Sinopsis "La ciencia y la vida"

Si hubiera que elegir una única palabra para definir a Valentín Fuster y a José Luis Sampedro sería sabiduría. Ambos persiguen la sabiduría, conscientes de no alcanzarla. Si se pudiera elegir una segunda palabra, sería bondad. Ambos viven con responsabilidad su profesión y su lugar en la sociedad. Estas dos cualidades engloban a las demás: son reflexivos, observadores y entregados, amantes de la vida, apasionados por el ser humano y el fenómeno social, por la solución de los males que nos aquejan. Son humanos y humanistas. Olga Lucas

Desde que el escritor José Luis Sampedro fuera tratado por el doctor Fuster en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York entre ambos surgió algo más que una simple relación entre médico y paciente. Desde entonces, siempre han mantenido, con una emotividad muy especial, apasionadas y apasionantes conversaciones. Dos hombres, de formación distinta -un humanista y un hombre de ciencia- pero radicalmente complementarios.

La actividad profesional del doctor e investigador es frenética, a caballo entre Nueva York y Madrid, siempre pendiente de sus pacientes y sus responsabilidades. La actividad creadora en José Luis Sampedro, a sus más de noventa años, es el vivo ejemplo de la no pasividad. Pero el verano pasado hicieron un alto en el camino y decidieron sentarse a conversar "para dialogar, parar", dijeron. El marco elegido fue el Parador de Cardona, y allí, en tres largos, intensos, fructíferos y apasionantes días, junto a Olga Lucas -encargada de dar forma literaria a esas conversaciones- dieron rienda suelta a su complicidad.

Este libro es el fruto de esa estancia en Cardo-na. Conversaciones que giran en torno a la visión de la sociedad que cada uno de ellos tiene, al papel que desempeña el individuo para transformar lo que le rodea y, asimismo, al deseo de los dos de contribuir, desde la educación, la cultura y la transmisión del saber, a conseguir un mundo mejor. Cuestiones relacionadas con la vida sana -en cuerpo y en espíritu-, la prevención, la realización personal, el valor del esfuerzo y la ética del deber, la ciencia, la religión, el amor, el apoyo del "otro", la juventud y la vejez, el sentido de la vida, el sentido de la muerte…

Si en el caso del doctor Fuster todo pasa por la prevención (siempre más partidario de promover la salud antes de tener que tratar la enfermedad), en Sampedro todo gira en torno a inculcar una actitud no pasiva en el individuo y estimular la transformación tanto personal como social. Pero a los dos les une su humanidad: con la misma entrega con la que el doctor atiende a sus pacientes, e investiga para combatir o prevenir las enfermedades cardiovasculares o el cáncer, ha tratado siempre José Luis Sampedro a sus alumnos o reflexionado sobre la globalización de nuestra era.

Dos actitudes que convergen en un diálogo claro, ameno y fluido, donde antes que las respuestas se encuentran las verdaderas preguntas de la vida, todo aquello que a día de hoy se formula cualquier lector atento e inquieto por el mundo que le rodea.

Apoyándose en múltiples anécdotas y recuerdos, tanto personales como profesionales, éste es algo más que un libro al uso: es un viaje a lo más recóndito del alma humana y al mismo tiempo, a lo más cercano y verdadero que tenemos. Un viaje que conjuga el humanismo con la ciencia, la salud con el espíritu y la vida con la muerte.

Como dice Olga Lucas en el prólogo, "los asuntos de vida o muerte siempre dejan su huella y el encuentro entre una persona que años atrás superó un momento crítico y el médico que lo atendió suele estar cargado de una emotividad y un sentimiento de amistad distinta de cualquier otra". Leer este libro es revivir la intensidad, la emoción y profundidad de esa amistad. Leer este libro es cerrar los ojos y vivir la conversación de dos sabios con enormes ganas de divulgar y compartir. Leer este libro suscita la reflexión sosegada, el debate sobre algunos de los temas verdaderamente importantes de nuestro tiempo. Leer este libro es mucho más que una aventura: es un verdadero privilegio.

 

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