Italia en la orfandad
No querría que los lectores españoles tuvieran una impresión
equivocada respecto a mi actitud ante la vida. Personalmente, me
considero una persona optimista, sin caer en la exageración, y con
ganas de vivir. Pero, al margen de esta consideración, no se pueden
negar los hechos: Italia se está quedando culturalmente en una
angustiosa orfandad.
Hace pocas semanas conocimos la muerte del poeta Mario Luzi, uno
de los progenitores del hermetismo italiano, junto con
Eugenio Montale, que es mucho más conocido en
España, Luzi era una persona querida y respetada por casi todos,
con la estrepitosa y esperable excepción del Gobierno de
Silvio Berlusconi que, como era de esperar, es
enemigo de la cultura en general y de los poetas en
particular.
No es de extrañar porque la sordidez intelectual y la ordinariez e
incontinencia verbal de Berlusconi, han traspasado las fronteras
italianas para escarnio de la nación que, en muchos casos, asiste
impasible al triste espectáculo.
Cuán lejos se situó Luzi, nombrado relativamente poco antes de
fallecer senador vitalicio, de todo este marasmo. Quizá, por eso, en una
de sus últimas intervenciones comparó a Berlusconi con Benito
Mussolini. No se lo han perdonado.
No crean los lectores que no conozcan a Mario
Luzi, que estamos frente a un aguerrido y veterano
luchador (murió con 90 años) del comunismo itálico. No, en
absoluto. Estamos ante un poeta de raíz profundamente cristiana,
hijo de familia trabajadora y típicamente italiana.
Eterno aspirante al premio Nóbel de literatura, se le mostró éste
esquivo, pese a que al parecer en seis ocasiones estuvo entre los
posibles galardonados. Una injusticia más que añadir a otras
muchas.
Italia se ha quedado sin una voz necesaria, una voz contundente,
reflexiva y prudente, de esas que ahora escasean tanto en nuestro
país, acongojado estos días por la muerte de Calipari. Italia, poco
a poco, va quedando huérfana, solitaria y triste, sin darse
cuenta.
He dicho que Luzi era una voz necesaria y creo que me quedo corto.
Era una voz imprescindible, por su autoridad moral, por ese
cristianismo profundo que le caracterizó toda la vida, que le
alejó, precisamente, del poder oficial, de la iglesia vaticana. Era
un verdadero combatiente a través de la palabra contra la
injusticia, contra la miseria, incluso cuando sabía que sus
palabras desatarían las iras de los poderosos de siempre.
Todavía recuerdo el estruendo que ocasionaron unas declaraciones a
un diario italiano (creo que L'Unita) en las que aún condenando
el terrorismo de forma clara, nos decía que no debemos quedarnos
sólo en la superficie y afirmaba con rotundidad que el terrorismo
es un invento europeo. ¿Qué podemos esperar ahora?
Desde la perspectiva literaria, posiblemente la que más importe a
esta pagina, aunque como decía José Ortega y Gasset, el hombre es
también sus circunstancias, la obra de Luzi es enorme y no se
limita sólo a su actividad como poeta, sino también traducciones,
entrevistas, ensayos, teatro... Todo ello dentro de una ejemplar
vida familiar.
Luzi es considerado por mucho más que un poeta cristiano, un poeta
místico, que no puede renunciar a sus creencias. En este sentido se
puede consultar una extensa entrevista con Stefano Verdino, "La
puerta del cielo" publicada -creo- en 1997. La religiosidad de Luzi
estuvo inducida por su madre y según el propio poeta era una
religión sencilla. Ciertamente Margherita Papini (la madre) es,
además, una figura central en la obra poética de Luzi.
Es muy posible que para el hombre de la sociedad actual, todos
estos valores, incluida la propia poesía carezcan de valor, de
sentido, que sean inútiles y más bien un estorbo en el
progreso.
Pero la escuela hermética que tuvo en Luzi uno de sus principales
valedores creía en precisamente en todo eso: por ello su poesía
nunca podrá ser una poesía de mayorías oportunistasque se apuntan
al éxito. Es una poesía intimista, de exaltación de los valores
personales. Unos valores en los que la competitividad y la
globalización no cuentan para nada.
Ya en 1935, cuando publico su primer libro, titulado "La barca"
con sólo 21 años, todo esto era fácil de intuir: el choque de la
vida individual y la vida colectiva, de la apariencia y la esencia,
el tiempo y la eternidad. Y me pregunto cómo es posible que en menos de
cien años, verdaderamente en mucho menos, todo esto carezca casi de
valor.
Quienes sólo vean en el hermetismo un lenguaje refinado y pulcro
se quedarán precisamente con sólo ese primer plano del que Luzi
hacía referencia con respecto al terrorismo. Tomo las propias
palabras del poeta para decir con él que es el alimento más seguro
de la continuidad poética, de la contemplación asombrada de la
naturaleza y de la solidaridad.
En fin, Luzi nos ha dejado su palabra, que es su pensamiento, pero
no se puede evitar la sensación de soledad que nos invade porque
cada día ese pensamiento va perdiendo terreno. Retomo de nuevo la
voz del poeta porque, al menos en la Italia de hoy se corre el
riesgo de frivolizarlo todo. Se habla de cosas fundamentales, que
han impregnado la historia de los últimos 150 años como se podría
hablar de cambios en equipo de tercera división. Verdaderamente
indecente.
Comentario de los lectores:
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