Anika entre libros

En torno a Leopardi

Jaume Cordelier, diciembre 2004


Mi encuentro, que tendría que llamar más bien descubrimiento, con mi homónimo Leopardi se produjo hace unos cuantos años y de la mano de Miguel de Unamuno. Fue como consecuencia de la lectura de "Sentimiento trágico de la vida" donde se cita, entre otras cosas, uno de los poemas del autor italiano. Me pareció curioso el interés de Unamuno por este poeta y, aún más, me llamó la atención el hecho de que durante su destierro en Fuerteventura el escritor vasco se llevase consigo sólo tres libros, según su propia versión, de los que uno de ellos fue precisamente, "Los cantos" a los que hizo referencia un artículo de Cátulo relacionado con otro de Elisa Rodríguez. Diré de paso que ambos suscitaron mi interés.

LeopardiComo consecuencia de la cita unamunesca y picado por la curiosidad, me hice con una edición en castellano de los cantos del Leopardi y confieso que me pareció impresionante.

Tomaré también yo, a mi vez como referencia, el artículo de Cátulo para dar una visión personal sobre Giacomo Leopardi. Ya he adelantado que me ha parecido interesante su trabajo y especialmente me ha sorprendido ese comentario final en el que sostiene que, cuando se encuentra decaído recurre precisamente a este poeta al que llama inseparable amigo y que no se distingue precisamente por insuflar ánimos positivos, como diría Anika.

La cuestión que quiero plantear es precisamente esta: ¿Es Leopardi un pesimista a ultranza, irredento? Porque si la respuesta es afirmativa no tendría mucho sentido acudir a él en los momentos de desmayo. Creo que la respuesta a esta cuestión es negativa. Leopardi, en mi opinión, ve las cosas tal y como él cree que son (malas) pero, al mismo tiempo, aporta esperanzas precisamente porque es un artista.

Creo que, lo que sucede, es que Leopardi es mucho más que un poeta al uso: estamos en realidad ante un filósofo que expone sus ideas, a veces, en forma de poema. Los poemas de Leopardi son, en mi opinión, una reflexión permanente sobre la vida, el mal, la muerte y el amor y el dolor. Por eso acudimos a él, porque además de un lenguaje poético, encontramos, por un lado, reflexiones y por otro, al menos, en el peor de los casos necesidad de pensar y a veces también vemos las respuestas a nuestras dudas.

Con motivo del segundo centenario de su nacimiento, Anunziata Rossi escribió un extenso artículo en que sostenía que es un error interpretar a Leopardi sólo a través de su poesía. En realidad la vida de este hombre, absolutamente solitaria, le llevó a convertirse es un auténtico laboratorio de ideas, según la expresión de Rossi. Coincido plenamente. Y, además, la poesía es un Leopardi, precisamente por este motivo, es un hecho filosófico en el sentido estricto de la palabra.

Sé que hay muchos han rechazado, siguiendo las teorías del pensador napolitano Benedetto Croce, que Leopardi fuese un verdadero filósofo y, en el mejor de los casos, admiten que expone las quejas que afectan a cualquier hombre con más o menos brillantez. Esta teoría en los últimos años ha ido perdiendo peso específico y los seguidores de Croce están en Leopardi3retirada, aunque el mal causado ha sido enorme, ya que hasta 1919 Leopardi estuvo peligrosamente relegado. Los estudiosos leopardianos se inclinan, acertadamente creo yo, por aceptar al Leopardi filósofo. Ya en un estupendo artículo escrito por Alberto Girri en el diario "La Nación" (Buenos Aires) en el año 1944 se sostenía con solidez que Leopardi puede ser considerado con pleno derecho un pensador. Concretamente Girri hace alusión a la obra "Diálogos" de la que dice que no es la ingenua exposición de los problemas de un hombre y añade que Leopardi no se queda en la superficialidad, características ambas necesarias para ser considerado pensador. Pero, además de los poemas recogidos en "Los cantos" o de los mencionados "Diálogos", hay otras obras donde queda claramente expuesto el pensamiento leopardiano: "Obritas morales" y "Zibaldone". Desgraciadamente las traducciones con frecuencia son escasas e incompletas.

Precisamente uno de los mayores problemas a los que tuvo que enfrentarse Leopardi, o mejor dicho su recuerdo, su figura, su obra, y en su propio país, fue que quedó relegado durante muchos años a una simple imagen literaria de estudio como poeta lírico: aprender la fecha de nacimiento y de la muerte, recitar algún verso de memoria y poco más. Esto mismo ha sucedido en España con muchos de nuestros poetas y así se ha conseguido que se llegue a detestar en la edad temprana del aprendizaje a los poetas y a la poesía, de forma que esa servidumbre se arrastra en muchos casos toda la vida.

La cuestión es que Benedetto Croce en un libro sobre la poesía europea del siglo XIX que se llama "Poesía y no poesía", escribió un ensayo sobre Leopardi muy cuestionado. Croce sostiene que cuando la filosofía entra en la poesía esta muere. La demostración del error de Croce son precisamente los "Cantos", donde se expone la filosofía sin que se resienta la poesía. Así que, convertido en una figura de estudio de bachillerato, Leopardi fue quedando en el olvido, salvo algunos estudios puntuales, hasta que en 1998, se cumplió el segundo centenario de su nacimiento y ocurrió una especie de milagro de resurrección leopardiana. No creo mucho en los milagros pero, en este caso, bienvenido sea si así ha sido.

Bien, retomo el argumento filosófico leopardiano. La idea es que el hombre sufre precisamente porque quiere alcanzar la felicidad y como no la encuentra, aunque es la esencialidad de su vida, se queda en el dolor que, como dijo Girri, es irrevocable y continuo. Pero sinceramente yo no creo que esto se pueda considerar pesimismo existencial. Y es más, en la idea leopardiana queda claro que no se puede renunciar al intento. Pudo ser pesimista como pensador pero se consoló como el artista que fue.

Y es precisamente como artista donde encontramos la respuesta a esa desilusión. Se acusa a Leopardi de estar en contra del progreso, lo que es desmentido por el propio poeta. Leopardi se adelanta a su tiempo y profetiza las consecuencias nefastas que va a tener el dominio del excesivo desarrollo de la razón, de la tecnología. Creo que esto es hoy una evidencia. Leopardi vio con claridad el desastre al que se dirigía la humanidad: la sociedad competitiva. La negación de la naturaleza.

Además, a diferencia de Unamuno, que también, en cierta medida vio ese fracaso, Leopardi se convirtió un ateo irredento, porque perdió la fe. Leopardi se adelanta en el tiempo al propio F. Nietzsche que enterró a Dios porque consideró que el cristianismo está en contra de la naturaleza. En esto coincide el pensador alemán con Arthur Rimbaud que habla de la cruz que supone para el hombre el cristianismo en uno de sus excelentes poemas.

Y fue, también, con motivo de ese segundo centenario cuando recordé el enorme interés de Unamuno por Leopardi y en especial por uno de los poemas de los "Cantos", que es según opinión generalizada una auténtica obra maestra. Me refiero a la Ginestra ("La retama, o la flor del desierto"), que el profesor vasco tradujo al castellano.

¿Por qué ese interés de Unamuno en ese poema concreto? Habría que introducirse en la complicada mente del pensador para saber el motivo exacto, pero me parece que, en todo caso, no debe estar muy alejado del concepto de agonía, en su acepción de lucha última de la vida contra la muerta que Unamuno da al cristianismo. El cristianismo de Leopardi, el sentido religioso de la vida, que no tiene nada que ver con el dogma oficial, porque es precisamente, y Unamuno lo advirtió así, el dogma lo que aniquila la fe.

 

+ Giacomo Leopardi

 

 

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