Alexander Pearce, el caníbal irlandés

Opinión:

La historia que vamos a leer sobre el asesino Alexander Pearce la conoceremos gracias a un sacerdote irlandés llamado Philip Conolly. Ese cura sería uno de tantos que sufrió la mala justicia inglesa por robar una barra de pan para dársela a una familia hambrienta de su Irlanda natal. Terminó siendo condenado y confinado en la isla de Hobart, Australia. Sería el azar el que llevaría a nuestro protagonista Alexander Pearce, en un estado de inanición, hasta la humilde casa del reverendo, donde el sacerdote vivía después de cumplir su condena. Mientras lo cuidaba, Pearce le narró sus estremecedoras memorias. Ahora nuestro autor, Humberto Pérez-Tomé, nos lo dejó escrito en este ejemplar.

Bienvenidos a la aventura de los crímenes verdaderos de  Alexander Pearce. Historia dolorosa de leer, ya que la voluntad de un hombre por sobrevivir sacará lo peor de sí mismo. Una vida con la cual al principio simpatizamos, todos sabemos que la justicia se ceba en los más pobres. Luego nos vamos a horrorizar leyendo unos hechos que superan cualquier imaginación del mundo del horror. La realidad sobrepasa a la ficción de un hombre joven encarcelado en condiciones extremadamente duras por robar un par de zapatos. La sentencia a siete años de trabajos forzados lo llevará desde Irlanda hasta la colonia inglesa en Australia. Una vez allí, intentando seguir con vida, deberá mentir, engañar y robar... lo que sea necesario para reclamar los pocos bocados de comida que encontrará en su prisión de la isla.

Cuando no aguante más en esa prisión donde los presos se mueren de hambre o del trabajo inhumano, se juntará con otros siete presos: Alexander Dalton, Thomas Bodenham, William Kennerly, Matthew Travers, Edward Brown, Robert Greenhill y John Mather e iniciarán una fuga escapando hacia un territorio inhóspito, pantanoso, lleno de ciénagas, sin saberlo van camino de su perdición, ni siquiera los agentes los perseguirán, saben que el propio terreno los matará. Será Robert Greenhill, quién posee un hacha, el que se nombre líder del grupo. Quince días más tarde, cansados y hambrientos, comenzarán la locura del canibalismo.

Narrado con una prosa inquietante, nos lleva a los últimos momentos de unos hombres, compañeros de presidio, que terminaron siendo comida entre ellos. Las escenas que leeremos con el hacha son terribles, aunque lo peor de todo será ese instante en que queden tan sólo dos y uno de ellos sepa que va a morir y ser comido. Las palabras escritas logran llevar al lector a la parte más inhumana del hombre, aun sabiendo el fin de esos fugitivos, mantiene el interés y el suspense porque no sabes en qué instante aprovechará la mano del hacha para matarlos y ser la comida de ese día.

Nadie creía a ese hombre que regresó sólo de las ciénagas, pensaban que la historia del canibalismo era inventada, hasta la que sería su última fuga.

Condenado a morir en la horca, dejó estas palabras para la posteridad: "La carne humana es una delicia. Tiene un sabor mucho mejor que el pescado o la carne de cerdo".

Canibalismo que en sí fue un viaje de ida a lo más profundo de los abismos infernales de la mente humana. Una mente violentada por las circunstancias y llevada a los máximos extremos del horror.

Cuando ya no queda nada... sólo queda la supervivencia... cueste lo que cueste.

No conocía esta historia real, me ha encantado su forma escrita junto a esos diálogos capaz de helarte la piel, son fantásticos.

Lo recomiendo mucho.

Violeta Lila