don queharé

Opinión:

Queharé es un cartero especial –dice el argumento- como lo es el propio cuento que nos narra Ruth Vilar. De hecho, si tengo que dilucidar por qué se ha llevado el premio Hospital Sant Joan de Déu deduzco que es, definitivamente, por lo original de la estructura: no se detiene en ser un cuento con inicio, nudo y desenlace, si no que además juega con los números, del 1 al 30, para luego volver a utilizarlos al revés.
 
Este uso de los números da juego a Ruth Vilar para hilar una historia poco corriente, no del todo amena –es cierto, la verdad es que tiene poco sentido y algunos datos no son del gusto de los niños que ponen cara de póker al no entender de qué les habla, sobre todo porque es una narración muy rápida, sin pararse en detalles- pero entretenida en cuanto a ese toque particular que le ha proporcionado el juego numérico.  Es decir, que aunque no sea un cuento maravilloso, de esos que tienen una bella historia que narrar, ni una fábula que embelese a los niños, sí resulta atractivo a los ojos de muchos críos. Es como una canción.
 
Les gustará especialmente a los niños que se fijan más en los detalles, de esos que observan y se preguntan. Posiblemente no sea igualmente alabado por las niñas que busquen cuentos de hadas y princesas porque no tiene nada que ver, pero seguro que encuentra lectores que terminan encontrándolo como un libro fantástico donde –con el tiempo recordarán- aprendieron a contar de 1 a 30 y al revés, de una forma muy particular. A los seis años, en el cole, se aprenden los números salteados, contados al revés, etc… Este cuento coincide exactamente con lo que aprenden a esa edad.
 
Las ilustraciones pertenecen a Arnal Ballester, autor que ha ganado ya otros premios de ilustración, ha trabajado en animación y es profesor de la Escola Massana d’Art i Diseny de Barcelona. Si conoces su obra sabrás qué verás aquí: en cierta forma minimalista, muy dado a los dibujos lineales con algunas imágenes coloreadas, sin fondos (en este caso ni uno), muy básicos y con esa mirada suya tan particular que lo distingue de otros ilustradores. Si te gustan sus trabajos, te gustará éste también, si no… te preguntarás por qué el álbum se ha llevado el premio (lógico). Lo cierto es que para ilustración cada persona es un mundo, y Arnal Ballester hace tiempo que creó su propio mundo.
 
Anika Lillo