Yo y la energía

Opinión:

Nikola Tesla, el caballero que inventó el siglo XX, como se ha afirmado en cientos de ocasiones; el hombre que vio a Marconi llevarse todo el mérito de uno de sus inventos, la radio; el que terminó trabajando para Thomas Edison, quien entendió como una locura su planteamiento de generar electricidad mediante corriente alterna. De hecho, en el libro se cuenta una anécdota muy famosa: Edison monopolizaba la forma de iluminar Nueva York y otras ciudades, con su corriente continua. Tesla, tras dedicar casi un año a perfeccionar su modelo de energía, a parte de hacer ganar a la empresa de Edison más de 500.000 dólares con nuevas patentes, demostró que su energía alterna era más productiva y más segura. Edison no sólo no le pagó los 50.000 dólares que le prometió si conseguía desarrollar su invento, sino que se negó a darle un aumento de 25 dólares a la semana. No le pagó 50 de los grandes aludiendo a que era "una broma americana", Tesla dimitió decepcionado con el que hasta ese día, era su héroe. Edison usaba la energía alterna en sillas eléctricas y la usaba para electrocutar a cerdos, perros y caballos con el fin de desacreditarle y mostrar su peligrosidad. Esta es una de las cientos de escenas que se plantean en el libro, un gran trabajo de investigación con la intención de que Nikola Tesla, no caiga en el olvido. Los seguidores de Tesla son como los adeptos de una secta, en la que no consienten, y hacen bien, que a su líder se le aplique injustamente la tan temida damnatio memoriae.

La prosa de Miguel A. Delgado es pulcra, directa e incluso consigue empapar al lector de la ilusión que tenían algunos hombres de comienzos del siglo XX por el progreso. Ambienta a la perfección, más allá incluso del propio Tesla, el olor de las góndolas mecánicas en una feria estatal, hacer de día un pueblo con cientos de bombillas, mirar al cielo y verlo plagado de zepelines y soñar, como lo hacía Tesla, con dirigirlos a distancia. El siglo XX comenzó con esta sensación de poder que a nadie dejó indiferente y que unos aprovecharon más que otros.

El libro plantea una edición bastante cuidada por parte de Turner Noema, editorial que mima como pocas, a autores y a lectores. Se estructura de una forma muy inteligente: En la primera parte Miguel A. Delgado nos habla de la figura de Tesla desde una óptica accesible para profanos, aunque demostrando gran rigor y capacidad de relación con respecto a su biografía y sus avances científicos, que no defraudarán a los entendidos del propio autor y sus inventos. Miguel A. Delgado sienta a Tesla en un diván y desmenuza cada aspecto de su psiqué en algo más de cien páginas: Tesla, ese mito que bebía champagne con Mark Twain y veía a Thomas Edison como un ambicioso oportunista que le infravaloraba. Tesla, el caballero al que jamás se le conoció atracción por mujer alguna y que murió solo, casi en la miseria. Tesla, icono del steampunk y constante referente de la cultura pop de los últimos quince años: videojuegos, series de televisión, cine, novelas de ciencia ficción, cómics, etc... La descripción de Tesla es minuciosa y el autor argumenta cada máxima con documentos, conversaciones y otras fuentes que cita al final del libro y que son de gran utilidad bibliográfica para los estudiosos del inventor.  

La segunda parte del libro la ocupan dos textos del propio Tesla: "Mis inventos", aparecido en la revista Electrical Experimenter en 1919 y el segundo: "El problema de aumentar la energía humana" publicado en 1900 en The Century Magazine. En estos textos no hay trampa ni lugar a interpretaciones sobre la figura de Tesla, habla él mismo. Muestra sus proyectos como una mezcla confusa de diarios, ensayos y libro de notas que además de darle voz al genio, sirve de ejemplo para   complementar algunos de los planteamientos sobre su forma de ver la vida y la ciencia, que arrojan luz a lo que Miguel A. Delgado algunas páginas antes.

No puedo terminar sin decir que me ha conmovido especialmente un dato que aparece en la primera parte del libro: La feria Colombina de Chicago donde en 1893 Nikola Tesla presentó en sociedad su nuevo motor de inducción. Esa feria inspiraría a la Ciudad Esmeralda de  El mago de Oz de L. Frank Baum. El camino de baldosas amarillas terminó en una habitación de hotel el 7 de enero de 1943, donde encontraba el cuerpo sin vida de Nikola Tesla. Un libro muy recomendable que rompiendo con los esquemas de la literatura biográfica y los textos de divulgación, crea un nuevo género que sencillamente funciona. 
  
Salvador J. Tamayo