donde el corazon duerme

Opinión:

Mientras el corazón duerme es una de esas novelas románticas ambientadas en la Inglaterra victoriana. Y la verdad es que está entretenida, el ritmo es ágil y la historia lo bastante sugerente como para cumplir los requisitos mínimos que una espera de este tipo de literatura.

Pero hay algunas incongruencias y algunos detalles que no resultan muy creíbles. El primero de ellos, el hecho de que ya en 1866 una mujer no sólo hubiese asistido a la Universidad y logrado licenciarse, sino que además hubiera obtenido un puesto importante en el, nada menos, Museo Británico. Otro detalle, el uso de las fotografías, desperdigadas sobre la mesa, que se han hecho, por ejemplo, a las piezas de un nuevo cargamento proveniente de Egipto. Vamos, como si uno bajara a los sótanos con una cámara digital y en cinco minutos tuviera treinta fotos sobre el tapete. Son sólo unos ejemplos.

En cuanto a las incongruencias... son especialmente argumentales. Un par de muestras: resulta que ella un día no puede acudir al trabajo porque su padre se ha llevado el carruaje y, claro, no puede caminar sola hasta allí. Pero luego no tiene reparo alguno en comer sola en un restaurante o pasar una noche en prisión sin que se levanten críticas hasta de las piedras. Todos sabemos que la época victoriana fue rigurosa en cuanto a las costumbres y las apariencias, y la protagonista de esta novela unas veces entra dentro de las reglas y otras se comporta como cualquiera de nosotras en pleno siglo XXI, con actitudes poco creíbles.

No obstante, a pesar de esas pegas, la novela se disfruta. Porque es entretenida y porque resulta fácil meterse en la trama, y siempre que uno olvide que la protagonista no lleva traje chaqueta ni tacones de aguja, incluso se puede pasear de refilón por el Londres victoriano.

Pilar Alonso