sueños y ensoñaciones de una dama de heian

Opinión:

Quizá lo más interesante de este libro es poder conocer los más íntimos sentimientos de Sarashina ya que al estar escrito a modo de diario, podemos profundizar mucho más en lo que nos cuenta la autora.

Si hay algo por lo que se diferencia la era Heian de otra es por el auge del arte, en especial de la poesía y la literatura. Fue en esta época cuando nacen los “monogatari”, género en prosa de la literatura japonesa a modo de narración épica. En este género se escribieron obras como “La novela de Genji”, de Murasaki Shikibu, considerada la primera novela escrita de la historia y de la que Sarashina es una gran lectora. El amor por la literatura y las historias está presente en toda la obra.

Destacan en esta época las mujeres escritoras como la antes mencionada Murasaki Shikibu, Sei Shonagon o la propia Sarashina, cuya madre adoptiva también era una conocida poetisa.

Pero en esta obra, aparte de la riqueza contenida, ya que nos da a conocer aspectos personales y reflexiones, y el conocimiento de una época, podemos encontrar cerca de un centenar de poemas, la gran mayoría correspondencia entre Sarashina y su padre o su madrastra (hay que recordar que cuando se quería hacer llegar un mensaje a alguien se hacía en forma de verso).

La obra nos lleva por un viaje a través de los usos y costumbres de la era Heian (por ejemplo, las reglas de seducción entre hombres y mujeres entre los cuales no había comunicación visual directa. A una mujer no se le podía ver la cara o las manos pero cualquier insinuación de presencia femenina jugaba con los sentidos; se podía ver, oler, tocar...) y esto lo podemos ver en el capítulo donde Sarashina tiene un encuentro con un hombre en la corte imperial pero al que ni tan siquiera ve la cara. Esa será su único encuentro.

Pero el carácter soñador de Sarashina hace que no termine de encajar en la corte como dama de compañía de la princesa imperial.

Algo importante es el conocimiento que nos ofrece de la política de la época y la influencia de familias como los Fujiwara, que prácticamente dirigía el país ya que tenía intereses en varias provincias.

Una mujer, en definitiva, fuera de lo común, extraordinaria y con un gran mundo interior que ahora, casi quinientos años después, se nos muestra y nos deleita con sus experiencias.

Celia Santos