Colinas negras

Opinión:

La capacidad de Nora Roberts para involucrarnos en las historias que narra es legendaria. Y "Colinas Negras" no es una excepción.
 
La acción se inicia cuando los dos protagonistas son unos niños, y esa ternura del principio ya no nos abandona en ningún momento. Ese lazo que ambos comparten se extiende también al lector, que los ha visto crecer y convertirse en esos adultos que vuelven a encontrarse.
 
Pero esta novela tiene también algunos elementos que rozan la crítica social. En primer lugar, sobre los animales salvajes. Lilian crea un refugio para ellos en las Colinas Negras, montañas sagradas para los indios. A esa reserva van a parar los animales heridos o enfermos de la zona, y como la estupidez humana es infinita, también aquellos cuyos dueños compraron siendo cachorros y que ahora, de adultos, ya no pueden controlar. Felinos de todo tipo conviven en un entorno protegido y la autora narra con detalle cómo funcionan ese tipo de instalaciones e insiste en la idea de que esos animales son imprevisibles e imposibles de domesticar: sus instintos pueden emerger en cualquier momento.
 
Esa crítica social a la que antes aludía también queda patente a la hora de justificar el comportamiento del asesino de la historia. Por boca de sus personajes, la autora no cree que el hecho de haber tenido una infancia desgraciada justifique un comportamiento delictivo. Para apoyar sus comentarios introduce a un personaje con un pasado similar al del asesino, sin que ello haya supuesto una conducta antisocial o peligrosa por su parte.
 
La trama de la novela tiene un planteamiento semejante a otras obras suyas: un romance con elementos de novela negra que tan bien le ha funcionado en anteriores ocasiones. Es absorbente, mantiene el suspense, está narrado con un ritmo excelente y cuenta con personajes entrañables, sobre todo los protagonistas. Un entorno maravilloso redondea esta novela que encantará a los fans de la autora.
 
Pilar Alonso Márquez