Anika entre libros

zonas húmedas

Ficha realizada por: Patricia Esteban Erlés
zonas húmedas

Título: zonas húmedas
Título Original: (feuchtgebiete, 2008)
Autor: Charlotte Roche
Editorial: Anagrama


Copyright: Traducción de Richard Gross
1ª Edición, Noviembre 2010 ISBN: 9788433973962
Etiquetas: alemanes autores erótica erotismo escritores literatura alemana literatura germana mayores de 18 años

Argumento:

Helen, una adolescente alemana,  hija de padres separados y muy activa sexualmente, debe ser operada del desgarro que se ha causado en la zona anal al depilarse. Sirviéndose del hilo conductor de una reflexión continuada durante los días que permanece postrada en la cama del hospital, Helen revela, por una parte, episodios de su vida emocional y el trauma nunca superado del divorcio de sus padres, a los que sueña con volver a ver unidos, y por otra, algunas de sus prácticas sexuales más escandalosas.

Opinión:


Una novela precedida por la polémica y un número millonario de ejemplares vendidos en tiempo récord, que a ratos cuesta seguir leyendo, por la minuciosidad con la que la voz narradora se detiene en explicar los detalles más escatológicos en la exploración de su cuerpo. Algunos sectores de la crítica han comparado el texto de Charlotte Roche con "El guardián entre el centeno", de J.D. Salinger, o buscan un precedente directo en el renacentista François Rabelais, para la visión desinhibida de la sexualidad y los fluidos corporales que retrata sin ahorrar una coma esta joven novelista nacida en Reino Unido.

Respecto a la influencia de la obra de Salinger, encuentro que solo pueden compararse las sensaciones de soledad e incomprensión que muestran a cada paso los dos adolescentes protagonistas, el inolvidable Holden Caulfield y la, a ratos conmovedora, a ratos insoportable Helen. Me resulta más complicado establecer vínculos con la concepción gozosa y cómica del cuerpo de las novelas rabelesianas, y opino que en la polémica novela de Roche se pretende crear una imagen más desoladora, pues Helen, de naturaleza solitaria y casi enfermizamente tímida en algunos aspectos, solo parece encontrar en la relación exhibicionista con su propio cuerpo y sus excrecencias un lugar seguro, un refugio y un lenguaje que le permite comunicarse, asumir una perspectiva propia. Este punto es el que más me ha interesado de un texto realmente diseñado para el escándalo, denominado en algunos medios como “porno de hospital” y tachado de falso feminismo.

Obviando la abundancia de descripciones no aptas para estómagos delicados con las que la protagonista nos obsequia a cada paso (desde la muy detallada de sus almorranas en forma de coliflor a su peculiar forma de perfumarse con los propios fluidos vaginales), me quedo con la idea más profunda y perturbadora de Helen como una hambrienta emocional del Primer Mundo, una desconocida para su propia familia, de la que tampoco ella misma tiene una idea clara, más allá de las nociones de la personalidad neurótica de su madre y la timidez del padre.

En la habitación del hospital, pero también fuera de ella, Helen está sola con su cuerpo, al que dispensa un cuidado personalizado, con el que juega, se alimenta, experimenta, al que fotografía compulsivamente y también maltrata, si considera que en ello puede residir la solución a la fractura del núcleo familiar.

Patricia Esteban Erlés

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