significado cero

Opinión:

Significado Cero es la opera prima de Irene Rodríguez Aseijas, hace ahora cinco años de su primera publicación, y yo no tenía conocimiento de esta novela, pero gracias a Editorial Aladena me he encontrado con esta profunda novela.

El comienzo de la lectura me pareció anodino, no me seducía, no me enganchaba, encontraba un estilo ágil, pero no conectaba con lo narrado. Cuatro adolescentes mal criadas, hastiadas de no hacer nada, sin más preocupaciones que broncear su body o quedar para tomar copas y enrollarse con el primero de turno.

El primer toque de atención vino cuando leí en el diario de Sara (que para mí es el personaje más maduro de la novela), "Nadie escucha, es algo que tengo comprobado... Y los que escuchan fingen que te entienden: Pero no te entienden. Y algunos ni siquiera fingen". Reflexión dura, qué soledad siente esta chica de 19 años, pensé. Y desde luego todo sucede así conforme avanza la novela.

Todo lo relatado en la historia a través del diario de Sara confirma el hastío de vida, la vanalidad de experiencias, lo cruel de no encontrar un hueco en el corazón de la persona que ama, sentir que su voz no se oye ni en casa, ni con sus amigas, la desolación por no conseguir ninguna meta en su corta experiencia vital, el encontrar felicidad únicamente recordando los tiempos pasados vividos cuando eran niñas -adolescentes- en aquellos mismos lugares, sentenciado en su diario cuando plasma una conversación con Vicky, una de las cuatro amigas "¿Crees que echaremos de menos ésto?", y la respuesta es "Claro, cada aburrido segundo".

Es una novela muy documental, en el sentido de que la autora narra las salidas nocturnas de gente entre catorce y veintitantos años en una zona de veraneo, parece ser que acomodada, en donde la única diversión procede del consumo a lo bestia de alcohol y de drogas a tutiplén, visto de forma normalizada y como única manera de relacionarse con el entorno, para lanzarse a entablar una conversación, para mantener relaciones sexuales o para evadirse de situaciones complicadas.

Me perturba por momentos la lectura, me asusta esa realidad, me duele ver el retrato de un grupo de jóvenes que es incapaz de valorar sus vidas, de reconocer una relación sexual con amor, de la gratuidad a la hora de abandonar a una amiga, sin intencionalidad, pero por ceguera emocional.

En el diario de Paula se recoge igualmente la nostalgia por tiempos mejores, me parece espeluznante esa sensación con sólo 19 años, la sensación de que todo es repetitivo, de que no merece la pena plantearse retomar la vida: "me pareció que la vida tenía una forma salvaje y rotunda de trastocar las cosas, tan salvaje que era mejor no pensar en ello si no querías terminar volviéndote loco".

En definitiva, comentar que la novela me ha hecho removerme en el sillón varias veces, me subleva encontrar vidas sin esperanza en edades tan tempranas y que esa frase pronunciada por la hermana de Sara con tan solo nueve años, sea no solo premonitoria, sino una sentencia real: "todo el mundo tiene miedo de `algo´"; claro que sí, y a mí me daba mucho miedo mientras leía que existan jóvenes de esa edad que tienen miedo y su reacción frente a él es la pasividad, la superficialidad y el eludir problemas por falta de habilidad social y emocional para resolverlos.

A pesar de ser cortita, me ha llevado su tiempo la lectura pues a cada paso de página me encontraba asociando las palabras de Sara o de Paula a gente conocida que está en esa etapa, y efectivamente yo también tengo miedo.

Fermina Daza